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29 dic 2007

Pegado a mis retinas: La transformación de Norris

La elección de La Cosa de John Carpenter como motivo visual de este blog no es arbitraria, a pesar de que hasta ahora sólo haya hecho mención a ella en un par de posts y a título anecdótico. Si me atreviera o me viese obligado a nombrar una película como mi favorita, cosa a la que normalmente me niego porque siempre me ha parecido poco sensato reducir TODO a un sólo título, existen muchas posibilidades de que al final la elegida fuera esta obra maestra de 1982 que, como otras cintas de las denominadas de culto, fue vapuleada en su momento para acabar siendo reivindicada como una obra fundamental en su género (y eso como mínimo).

Algunos acusaron a Carpenter de hacer pornografía de la violencia (lo que algunos listos de hoy en día han venido a denominar "gorno" aplicándolo a cintas como Hostel y similares) y casi le cuesta la salud, cáncer de piel aparte, cuando vio cómo lo que él consideraba durante el rodaje su mejor trabajo hasta la fecha acababa siendo masacrado por buena parte de la prensa y del público, más preocupado aquel año por ver E.T. que un extaterrestre con mala hostia y sin forma de mojón con ojos. En la ilustre lista de fracasos cinematográficos inmerecidos La Cosa merece figurar con honores en los puestos más avanzados, pero hoy no escribo esto para romper ninguna lanza a su favor porque ya no le hace falta. Si saco a relucir la cinta es para mostraros otra de esas secuencias que llevo grabadas en las entrañas y todavía hoy me siguen impresionando, en este caso una de las exhibiciones de efectos especiales físicos más deslumbrantes y explícitas que soy capaz de recordar. Podría ponerme poético diciendo que cuando se abre el pecho de Norris el espectador cae súbitamente en el pozo del terror al mismo tiempo que los brazos del doctor y que allí quedamos atrapados y cercenados por el festival de truculencia que desfila delante de nuestros ojos... Pero creo que la expresión que mejor define la sensación al ver el vídeo es la que se escucha al final del mismo: "You gotta be fucking kidding". Y es que, efectivamente, esto es tan impresionante que parece una jodida broma. Disfrútenlo. Que Rob Bottin hiciera todo esto con 22 añitos nos hace sentir a todos más mierdas aún... Padézcanlo.

14 dic 2007

Pegado a mis retinas: la muerte de Murphy

Mañana se cumplen nada menos que veinte años del estreno en España de una de las mejores películas de acción que ha parido el género: Robocop. De algún modo había que celebrarlo y he optado por poner en el blog esta escena que, como bien dijo mi colega Rui en una de esas tardes de risas y raciones junto al Maestro Panzetero, "fue la que lo empezó todo". Estas afirmaciones taxativas suelen ser falsas desde su propia formulación, pero en el caso concreto de la película de Verhoeven y de la generación de los que ahora, cinco años arriba o abajo, rondamos los 30, sí que es totalmente verídico que supuso para muchos el primer acercamiento hacia la violencia en el cine como espectáculo y como ejercicio catárquico. Acudimos en masa a verla o a alquilarla por su envoltorio guay de peli de tiros con robot policía al que le salía una pistola de la pierna que además era superchula y disparaba ráfagas, que caminaba haciendo ruidos de apisonadora y que tenía una armadura que todos queríamos para carnaval. Y de repente nos robó parte de nuestra inocencia, nos puso en alerta y le enseñó a nuestros padres que para evitar que viéramos sangre o gente derritiéndose no bastaba con no ponernos cintas de miedo, sino que en cualquier momento de cualquier película podía hacer acto de presencia una escena así y alegrarnos el día. Nos ayudó a entender que los géneros no son recintos estancos e infranqueables, y que en una misma tarde podías contemplar elementos futuristas, disparos, explosiones, persecuciones, robots, gore, tetas, humor oscurete y hasta burla mediática sin tener que levantarte a cambiar de cinta. En estos 20 años, o más concretamente, desde que compré por primera vez la película en la VideoGuía de 1991 después de haber repasado en un par de ocasiones la copia del videoclub por mis cabezales, es incalculable el número de veces que habré podido entregarme a la historia de Alex Murphy convertido en mi cyborg favorito (con permiso del T100 y de Paco Queruak), pero siempre, cada vez y sin remedio, se me encoge el estómago cuando veo la secuencia en la que es mutilado por los cañones de Boddicker y cia.
No sé si habrán visto la escena en cuestión sin censura de Robocop (si no lo han hecho, la tienen en la edición especial actual en dvd, en la que aparecen ambos montajes pese a no figurar en la carátula por ninguna parte), pero tanto si la respuesta es afirmativa como negativa, una vez más no les hará daño...


7 dic 2007

'Hitman'

(Hitman. Xavier Gens. Francia/EEUU, 2007. 100 minutos). Se tiene la fea costumbre de preadmitir que toda película basada en un videojuego va a ser una puta mierda, suponiendo que cualquier obra sucedánea de otra procedente de un "arte menor" (permítanme las comillas, el paréntesis y una carcajada) no puede ser sino un mero regalito para fans que aún no han crecido y quieren descansar sus dedos y neuronas por un momento para dejar trabajar únicamente a sus retinas durante hora y media. Mal. Pero de prejuicios está el mundo lleno y aquí no vamos a cambiarlo. En el fondo, es casi divertido ver cómo algunos se las dan de listos y de abiertos y a la hora de la verdad no son capaces de encontrar ni una mísera virtud en cosas tan disfrutables como DOA: Dead or Alive, Mortal Kombat o incluso la denostadísima Street Fighter: La Última Batalla. Esto debería ser de cajón, pero ahí va: un largometraje inspirado o basado directamente en un juego puede ser malo, pero no está obligado a serlo. Pensar lo contrario es poco menos que un atentado contra el sentido común, por mucho que sea lo habitual.

¿Ha sido esto una manera de sentar las bases para una defensa a rajatabla de la adaptación al cine de Hitman? No necesariamente, pero quería que mi postura hacia este subgénero, por llamarlo de algún modo, quedara bien clara desde el principio: considero que Hitman podría haber sido tan agradable o desagrable como lo pudiera ser una hipotética nueva entrega de las aventuras de Jason Bourne, ni más ni menos. De hecho, mis temores antes de sentarme a ver la cinta no iban por ese sentido de desconfianza general hacia el proyecto en conjunto, sino hacia algo más concreto como es la elección del actor protagonista para interpretar el papel del Agente 47. Un miedo que casi cualquiera que haya jugado a alguna de las entregas de Hitman habrá experimentado del mismo modo. Las primeras veces que vi imágenes de Timothy Olyphant caracterizado como el famoso asesino llegué a pensar que sólo formaban parte de una broma macabra, aunque he de decir asimismo que ninguna de las otras opciones me agradaban: ni Vin Diesel (a quien colocan de Productor Ejecutivo en los créditos finales como manera de, ejem, contentarle) ni Jason Statham me ofrecen la agresividad física que el personaje de Eidos me ha trasmitido en cualquiera de sus aventuras. Y es que no basta con que sean calvos y hayan hecho pelis de acción, señores. Bien saben los que me siguen que yo pondría a Van Damme encabezando el reparto de casi cualquier cinta del género que se estrene, pero esta vez mi opción ideal era incluso más descabellada e imposible: la imagen perfecta para trasladar Hitman al celuloide sería la de Nick Cassavetes con el look que lucía en el Cara a Cara de John Woo. ¿No me creen? Busquen en sus estanterías esa película que deberían tener y hagan la prueba. Y cuando me hayan dado la razón sigan leyendo.

Dicho todo esto ya es hora de empezar a hablar de Hitman, de la que lo mejor que se puede decir es que tiene el buen gusto de no tratar a su público como a adolescentes imberbes que sólo esperan acción y más acción. En ese sentido, casi podríamos pensar que Hitman es una versión relativamente seria de xXx, con la que comparte ciertos recursos argumentales. Pero si en la cinta de Rob Cohen todo pasaba por dejar a la audiencia boquiabierta mediante el más difícil todavía, en Hitman todo resulta comedido y pretendidamente elegante, apreciándose incluso un cierto deje realista en las escenas de acción que, no obstante, acaba resultando molesto y decepcionante. El mayor problema de Hitman no es que tenga poca acción como puede parecer en un primer vistazo, sino que la que hay no es memorable. Como yo lo veo, le faltan a las secuencias explosivas de Hitman algo más de desmadre para poder retenerlas en la memoria, aunque les advierto que siempre he sido más de Double Team que de Heat y eso quizá les haga entender qué es lo que espero cuando me entrego a una película de acción como la que nos ocupa. Pero Xavier Gens no es ni Tsui Hark ni Michael Mann y, por querer alejarse del estilo de uno y acercarse al del otro (admitiendo que estos son ejemplos que utilizo sin saber cuáles han sido realmente las intenciones del director galo), su película acaba quedándose en tierra de nadie. Ni es tan atrevida y adrenalítica como para contentar a los fans de la acción pura y dura, ni su guión es tan interesante como para convertirse en un thriller en el que nos involucremos de buena gana.

Por otro lado, lo que Gens sí sabe hacer bien es apelar a otros instintos primarios para contentarnos: cuando llega el momento dado y las tetas y la sangre tienen que hacer su aparición, el director no mueve la cámara hacia un lado, no nos obliga a contentarnos en off. Y eso, sabiendo lo mojigato que es el cine comercial, lo podemos considerar como un logro. Y en cuanto a la eficacia de Olyphant como Hitman, hay que decir que al final cumple con lo que el director quiere sacar de él: humanizar a un hijo de perra que se dedica a matar. Así, una vez vista la película, se entiende la elección de actor con cara inocente, y comprendemos también que el auténtico fallo de la película no es su fichaje como protagonista, sino el enfoque que del personaje han hecho los creadores de la cinta, quizás preocupados de que el público no fuera capaz de sentir empatía por un asesino sin escrúpulos. Algo absurdo, empero, cuando no faltan ejemplos en la historia de la industria del entretenimiento de que eso no es así. En definitiva, se puede decir que Hitman es un producto fallido por culpa de lo mal que se han medido sus buenas intenciones. Y es que la buena intención no lo es todo, amigos...

No quiero cerrar este post sin destacar lo mucho que me amargó la sesión la presencia de un individuo que paso de adjetivar porque no quiero ponerme violento, y que sentado dos butacas a mi derecha se pasó la hora y media hablando en alto con su acompañante como si estuvieran comentando el Gran Hermano en el salón de su casa o el partido de fútbol en el bar. Bravo por ti, campeón. La próxima vez te ahorras los 6 euros y te la bajas de internet o se la compras a un chino, que seguro que la disfrutas más y así dejas tranquilos a los que SÍ han ido al cine a ver algo. Nunca hay un Hitman a mano cuando se necesita.


3 dic 2007

Asian Trash Cinema: ¡Lo hice!

¿Recuerdan? Pues...

Me he tirado un rato navegando por el dvd y he tenido que ir inmediatamente a por la fregona. ¿A alguien le interesa saber cuál fue la reacción de Jackie Chan cuando vio Mazinger Z - El robot de las estrellas en el cine? ¿Verdad que sí? Pues eso sólo son tres de los ocheintaytantos minutos de extras que vienen en el dvd. Y atención, atención, porque entre los trailers de lo que vendrá después aparece el de...
¡Ninja contra Shaolín: Duelo Final!

¡Que salga ya!

1 dic 2007

'Asian Trash Cinema': La Ruina

(pulsen la imagen para verla más grande y empezar a babear)

Soy consumista. Ya lo he dicho alguna vez, pero pero no me avergüenza volver a reconocerlo. La suerte es que mis gustos no suelen ir por donde va la mayoría (no voy a perder el culo por tener en dvd 300 con una réplica del casco de Leónidas, por poner un ejemplo reciente de edición revientaestanterías) y por lo tanto no sufro el ataque constante de estímulos comerciales de la misma manera en la que lo pueden padecer otros. Pero ay de mí como vea el anuncio de algo que me atraiga... porque entonces sólo hay dos opciones:

1) perder la cabeza y encontrarme sin querer con el producto en cuestión, con el resultado inevitable de un trueque mercantil con la superficie correspondiente (que es lo que me pasó hace poco cuando en un centro comercial me topé con la Edición Definitiva, ejem, de Robocop) y que me dejará en números rojos durante un tiempo,
o
2) perder la cabeza y aislarme hasta que se me pase la tontuna o se me olvide, intentando no pisar ni física ni virtualmente ningún sitio donde puedan tener el tesoro anhelado. El grado de éxito de esta opción depende del dinero que tenga en esos momentos en la cartera, que suele ser poco tirando a ninguno pero a veces suficiente para darme un caprichito de estos cada cierto tiempo (nota mental: encontrar trabajo más o menos estable cuando empiece el próximo año).

Lo peligroso de esto de Asian Trash Cinema que descubrí ayer cuando recibí por correo mi Vol.20 de CineAsia es que que no va a ser un producto aislado, sino en serie, con lo cual, o me hago el tonto como cuando Manga Films empezó a editar deuvedeses de Santo, el Enmascarado de Plata o voy a verme obligado a emplear mis pecunios predestinados al cine casi exclusivamente en esta colección durante los próximos meses. Eso si no pasa lo de siempre: que los fans nos limitemos a esperar que cuelguen el dvdrip correspondiente en internet y la gente de Producciones Naimara (que son a quienes tenemos que agradecer el evento) decida dar carpetazo a la colección al ver que no venden un carajo, independientemente de que la colección esté destinada a un target minoritario de por sí. Vale que estemos hechos todos unos malditos ratanuís, pero es que esta vez han hecho las cosas bien: cada dvd es una sesión doble, viene con extras y sólo cuesta 12 euros. ¿Nos vamos a resistir? Yo diría que en cuanto vea esta primera entrega (la exploit japotaiwanesa Mazinger Z - El robot de las estrellas de 1977, en realidad The Iron Superman o cómo hacer pasar a un tal Mach Baron por el Mazinger Rojo y estrenarla en cines españoles con honores, junto a lo que parece una demencial fusión del Kaiju-eiga con el anime titulada El ataque de los supermonstruos, de 1982) se me va a adherir directamente al organismo del mismo modo que La Cosa a los compañeros de MacReady... Que así sea. No creo que sea capaz de plantarle cara.

Atención a los vídeos:




Después de esto y viendo los títulos que llegarán después (Shaolin contra Terminator, Las desnudas contra los muertos vivientes, La masacre de las colegialas karatekas...) llego a creer que el mundo es menos mierda de lo que pensaba hace diez minutos. ¡Viva!