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22 abr 2010

'Lo importante es ganar', mi primer artículo para Welovecinema.es


Quien me conoce sabe que no soy fan del deporte. Como espectador, lo aborrezco. Como practicante, lo tomo como una obligación a la que sólo presto atención de vez en cuando y, desde luego, nunca para divertirme. Por eso, cuando surgió la posibilidad de participar en welovecinema, no imaginé que acabaría haciéndome cargo de un tema en principio tan alejado de mis intereses personales como es el del deporte. Pero Raúl Acín, responsable del reclutamiento de críticos para la web, no tiene un pelo de tonto y sabía que hablar sobre el cine adolescente sí es algo a lo que me cuesta resistirme, de ahí que me invitara a participar en el proyecto. Así que me enorgullece presentarles mi primera aportación a welovecinema. Sólo tienen que hacer click en el siguiente enlace:

17 abr 2010

'El Reino Prohibido'

(The Forbidden Kingdom. Rob Minkoff. Estados Unidos / China / Australia / Corea del Sur. 2008. 103 minutos) Cuando los fans del cine de acción de Hong Kong soñábamos con ver a Jackie Chan y Jet Li en una misma película, jamás llegamos a imaginar que ésta vendría dirigida por el responsable de El Rey León y Stuart Little y que se trataría de un largometraje de aventuras y fantasía para toda la familia. Pero, salvando el susto inicial y haciendo frente a todos los prejuicios posibles, no se puede decir que El Reino Prohibido sea el desastre que cabría vaticinar: una vez aceptado que estamos ante un derivado de La Historia Interminable pasado por el filtro del Kung Fu, así como el hecho de que Li y Chan no sean los verdaderos protagonistas de la trama sino comparsas del inane héroe adolescente, lo cierto es que la película discurre con una fluidez encomiable (salvo algún interludio amoroso que habría sido mejor obviar) y no es difícil disfrutar con su épica de chichinabo y su aceptable sentido del espectáculo. Además, no hay mucho de lo que preocuparse cuando, aparte de Minkoff, detrás de las cámaras tenemos a Peter Pau como director de fotografía y a Yuen Woo-Ping como responsable de las escenas de acción, lo que asegura que los momentos más interesantes de la película (es decir, las peleas, en las que Rob Minkoff no tendría mucho que aportar) posean un nivel de calidad suficiente y hagan honor de su denominación de origen.

No se puede decir lo mismo del guión, obra de John Fusco (firmante de anomalías tan interesantes como Crossroads o Arma joven), que sufre un alarmante efecto batiburrillo que, no obstante, estaría del todo justificado si pensamos que la historia que narra la película sólo sucede en la cabeza del protagonista. Al igual que el personaje interpretado por Michael Angarano, Fusco es un apasionado de la cultura oriental que incluso se ha adentrado en la práctica del Kung Fu y ha publicado artículos en revistas de artes marciales. Conocedor de los mitos de la narrativa asiática y de sus temáticas cinematográficas recurrentes y sus personajes más representativos, Fusco se identifica con el protagonista en tanto que El Reino Prohibido sería la fantasía soñada por el personaje después de haber asimilado todo el conocimiento previo, presentándola de manera superficial y digerible para el público occidental pero manteniendo una ingente cantidad de guiños que pasan desapercibidos al profano: si bien es relativamente fácil reconocer la figura de Sun Wukong, el Rey Mono (aunque sólo sea porque inspirara el Son Goku de Akira Toriyama) o esa descendiente de La novia del cabello blanco que hace las veces de enemiga secundaria, no resultan tan familiares otras referencias como las que hacen al director Chang Cheh al llamar a un personaje Golden Sparrow, evocando a la Golden Swallow de la película homónima, que además pronuncia una frase, "Come drink with me", que sirvió de título a una cinta anterior protagonizada por el mismo personaje y dirigida en aquella ocasión por King Hu. No obstante, molesta el hecho de que a veces se note que estas referencias no son manejadas por Rob Minkoff con la misma sabiduría y tome prestadas notas de segunda generación: resulta casi ridículo que las apariciones de la bruja del cabello blanco vayan acompañadas por una tonada musical que remite a Ennio Morricone, que es lo mismo que decir que Minkoff no evoca a Ronny Yu, sino que hace un guiño a Tarantino dejando claro que lo suyo no es un homenaje puro al cine de artes marciales oriental, sino a lo que los occidentales poco versados en la materia creen que es el cine de artes marciales oriental. Afortunadamente, ahí están Jet Li, Jackie Chan, Peter Pau y Yuen Woo-Ping para aportar un toque genuino sin el cual El Reino Prohibido podría haberse quedado en un Grandes Relatos televisivo del montón.

8 abr 2010

'Furia de Titanes'

(Clash of the Titans. Louis Leterrier. Estados Unidos / Reino Unido. 2010. 106 minutos) Es fácil atacar a Furia de Titanes por sus mediocres efectos visuales (esa Medusa que parece sacada de un juego de PlayStation... 2), por su condición de remake de una película que ya era regulera (por mucho cariño que le tengan al stop-motion de Harryhausen) o por su adscripción de última hora a la moda del 3D (nota importante: no se filmó pensando en su estreno tridimensional, sino que fue una decisión tomada a posteriori, de ahí que resulte tan desangelada e insatisfactoria en este aspecto). También resulta sencillo sentir apatía ante un guión previsiblemente plano, como es de esperar en (casi)toda aspirante a taquillazo, pero a servidor lo que de verdad le ha molestado de la película, lo que realmente le ha supuesto una lástima, es que por primera vez se ha aburrido viendo un trabajo de Louis Leterrier. Hablamos del hombre que debutó con la loca y absolutamente reivindicable Transporter 2, que colocó a Jason Statham en el camino de la locura que luego explotarían mejor el dúo Neveldine/Taylor en el díptico Crank. Hablamos del responsable de darle a Jet Li el mejor papel que ha conseguido en una producción occidental en Danny the Dog, donde demostró que se podía mezclar melodrama de salón con hondonadas de hostias sin aparente dificultad. El mismo que intentó reflotar la (de momento abortada) franquicia Hulk con un título que poseía un clímax mucho más espectacular que el mismo enfrentamiento entre Perseo y el Kraken. Pero si ya en aquella cinta Leterrier, que habla y gesticula como si fuera un Tarantino galo, tuvo que sufrir los problemas implícitos de verse rodeado de mucho dinero y demasiados brazos metiendo mano en el resultado final, ahora confirma que sus aptitudes se adaptan mejor a la acción física, al cuerpo a cuerpo y a la frivolidad autoconsciente que al gigantismo y la epicidad. Definitivamente, le prefiero imitando a Hollywood desde Francia que siendo un pelele en Estados Unidos. Para colmo, Pierre Morel anuncia una nueva adaptación de Dune. Que Zeus nos asista.

4 abr 2010

'El libro de Eli'

(The Book of Eli. Albert Hughes & Allen Hughes. Estados Unidos. 2010. 117 minutos). Por encima de cualquier otra consideración, hay dos motivos evidentes por los cuales El libro de Eli merece una oportunidad. El primero de ellos es que, en un contexto en el que todos los intentos de blockbuster provienen de fuentes en principio ajenas al cine como pueden ser la literatura, los cómics, la televisión o los videojuegos, son a su vez secuelas de estas adaptaciones o remakes de clásicos y no tan clásicos adaptados a los gustos del público actual, El libro de Eli emerge con la extraña cualidad de estar basada en un guión original (entendiendo "original" como inédito, no como singular). Los hermanos Hughes citan explícitamente otros títulos y hacen que un personaje silbe a Morricone o muestran un póster de A boy and his dog, pero es un alivio para el espectador poder reconocer esos referentes sin tener que comparar con un único precedente original en forma de una novela gráfica titulada El libro de Eli, por ejemplo. El otro motivo por el que la cinta protagonizada por Denzel Washington es digna de atención es más importante que el anterior: sus secuencias de acción se entienden. Llevando la contraria a quienes piensan que la acumulación de planos por segundo aumenta la espectacularidad de los momentos expeditivos, los Hughes muestran las explosiones violentas del protagonista y los tiroteos de tal modo que parecen filmados en una única toma, a veces recurriendo a trucos de montaje, logrando una belleza formal absoluta en algunos momentos, como la primera pelea bajo el puente, basada en el movimiento que se produce dentro del plano en sí y no en el que se intenta recrear mareando la cámara. Esto hace que, durante los primeros minutos, El libro de Eli parezca la película de acción apocalíptica que todos estábamos deseando ver, en la que un héroe puede deshacerse escuchando How can you mend a broken heart de Al Green y, poco después, rebanar brazos sin inmutarse. Desgraciadamente, sólo es un espejismo.

En Shaolin Kung-Fu, un joven Jackie Chan interpretaba al protector de un libro que contenía las enseñanzas de ocho maestros de Shaolin desaparecidos, un conocimiento marcial que en manos de las personas equivocadas podría ser un arma extremadamente peligrosa para la gente de bien. Varios grupos perseguían al custodio durante toda la película, convirtiéndose en un precedente de El libro de Eli que no sé hasta qué punto será casual. Igual que en aquella película dirigida por Chen Chi-Hwa, el contenido del libro marca las pautas que sigue el argumento a medida que avanza la historia, y si en aquella un libro de artes marciales generaba un film de kung-fu, aquí la historia degenera dejándose influenciar por el volumen que Eli lleva en su mochila: La Biblia. De este modo, lo que podría haber sido una briosa versión blaxploitation de La Carretera se acaba convirtiendo en un panfleto religioso de dudosa moralidad, llena de parlamentos sonrojantes y un tono pseudomístico que arruina cualquier posibilidad lúdica, intentando revestir de vacua profundidad una película que funciona durante momentos aislados pero que a medida que va acercándose al final va generando mayor incomodidad. Se va hundiendo tanto en el fango, a pesar de su eficacia estética y sus ocasionales apuntes de humor negro (el Ring my bell de Anita Ward como acompañante musical de un ágape caníbal), que El libro de Eli es un ejemplo perfecto de cómo una película puede empezar de manera brillante y acabar pareciendo una broma, con ese anticlímax de veinte minutos en el que descubrimos que el punto álgido de la misión del protagonista es... llegar a una imprenta. Emocionante, ¿no?

2 abr 2010

Vacaciones en el paraíso


Haber decidido que este blog iba a ser sólo un blog de cine era arriesgado por dos motivos: primero, por el escaso número de visitas que tendría una bitácora dedicada exclusivamente a la crítica cinematográfica dirigida a lectores pensantes; segundo, porque la falta de tiempo para ver películas conlleva la inexistencia de nuevos posts. Esos eran dos factores que tenía asumidos y a los que me enfrentaba voluntariamente. Lo que no entraba en mis planes era que me pondría a ver 'Perdidos' desde el episodio 1 y quedaría enganchado de tal modo que no me apeteciera ver otra cosa. Por eso he tenido que hablar de una serie de televisión en Crónicas de un pueblo, en una sección que tiene por nombre 'Crónicas cinéfagas'... Varios apuntes: desde que escribí el artículo hasta que ha aparecido publicado he podido ver algunos títulos de los que ya daré cuenta por aquí, sigo sin ver 'Agora' ni 'En tierra hostil' y lo que escribí para WeLoveCinema sigue inédito.

La actualidad cinematográfica se halla en un momento propicio para que este mes les hablara de varios temas interesantes: el triunfo en los Goya de la maravillosa CELDA 211 sobre ÁGORA (que no he visto ni pienso ver); el de EN TIERRA HOSTIL (que todavía no he visto pero quiero ver) en los Oscar sobre AVATAR (que en maldita hora padecí); la llegada de las proyecciones tridimensionales al cine Conquistadores de Badajoz, con lo cual ya no será necesario desplazarse hasta Mérida o Almendralejo para ver en 3D FURIA DE TITANES o ALICIA EN EL PAÍS DE LAS MARAVILLAS… También una serie de estrenos apetecibles a priori y que han llegado de golpe a nuestras pantallas (AL LÍMITE, DAYBREAKERS, THE LOVELY BONES, GREEN ZONE – DISTRITO PROTEGIDO, EL LIBRO DE ELI, DESDE PARÍS CON AMOR, SHUTTER ISLAND…). Lástima que no haya visto ninguno de ellos. De hecho, no voy al cine desde el mes pasado, cuando salí asqueado de ver aquel HOMBRE LOBO del que ya les hablé. Y en casa apenas he vuelto a ver algunos títulos, bien por encargo (para un artículo que me han pedido para la web www.welovecinema.es que quizá ya esté on-line cuando tengan este número del Crónicas en sus manos) o para acompañar a algún familiar. ¿Qué ocurre? ¿Acaso he perdido interés por el cine? ¿Acaso he dejado de ser yo? Nada de eso, digamos que me he tomado unas vacaciones... en una isla (semi)desierta acompañado de un puñado de supervivientes de un accidente aéreo: los pasajeros del vuelo Oceanic 815.
Efectivamente, les hablo de PERDIDOS. De un tiempo a esta parte, todo mi tiempo de ocio ha sido empleado en disfrutar de esta serie, probablemente el fenómeno televisivo de mayor impacto que podremos presenciar en muchos años (si no contamos la nariz nueva de la Esteban), un producto que ha marcado un antes y un después en la ficción televisiva y blablablá, ya saben, todo eso que se escribe por ahí. A mí lo que realmente me importa es que después de muchos años resistiéndome a ver la serie (cualquier serie, en realidad, porque prefiero emplear mi tiempo libre en ver películas, en leer o en jugar a emuladores de videoconsolas antiguas y a alguna novedad), sentí una especie de agobio al conocer que el final se acercaba y que irremediablemente conocería el final de PERDIDOS antes de saber cómo fue el principio. Así, me propuse intentar ver al menos el primer capítulo para ver qué ocurría. El resultado es que hoy, mes y muy poco después, me he puesto al día y he visto en este corto periodo de tiempo lo que otros han tenido que dilatar durante seis años. Eso quiere decir que los fines de semana y muchas tardes después de trabajar no he hecho otra cosa que sentarme delante de esta pantalla a ver cómo se las apañan Jack, Kate, Sawyer, Locke, Claire, Sayid o Hurley para sobrevivir y escapar de la isla, cómo Desmond (mi personaje favorito) intentaba solucionar sus saltos temporales o cómo Charlie (mi segundo preferido) superaba su adicción a las drogas y se convertía en un héroe trágico. Así que sí, definitivamente, PERDIDOS tiene algo… ese algo capaz de hacerme ver doce episodios de una sentada en un domingo, que consigue que cada temporada sea más emocionante, compleja y vibrante que la anterior y que me hiciera pensar, mientras disfrutaba el último episodio de la cuarta temporada hace apenas unos días, que voy a echar de menos a unos personajes de los que hasta hace dos meses no sabía prácticamente nada. Y también capaz de conseguir que no haya echado de menos el cine en todo este tiempo, porque casi todo lo que me gusta en el cine está aquí. Si eso no tiene mérito, que venga Ben Linus y me corte el cuello.