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29 may 2010

'Guerreros del Cielo y de la Tierra'

(Warriors of Heaven and Earth / Tian di ying xiong. He Ping. China / Hong Kong. 2003. 115 minutos) Estrenada de forma limitada en España después de los buenos resultados económicos de Tigre & Dragón y Hero, Guerreros del Cielo y la Tierra poco tiene que ver con aquellos arrebatos esteticistas de Ang Lee y Zhang Yimou. Más bien lo contrario, He Ping apuesta por una película clásica de aventuras narrada sin apenas florituras y que toma prestados algunos rasgos del chanbara japonés, el wuxia hongkonés (especialmente el anterior a la década de los 70) y el western norteamericano, de tal modo que no esperen ver luchas con cables que desafían la gravedad (sólo utilizan el wirework en momentos muy puntuales), estampas preciosistas o cualquier intención de poética en movimiento. Dicho así, y después de ver el tráiler y el póster, uno podría podría pensar en aburrimiento o en prosaísmo, pero lo cierto es que la película va ganando fuerza a medida que avanza y presenta una historia atractiva y dinámica poblada por personajes ciertamente interesantes, en especial el teniente Li (Jiang Wen), acusado de insubordinación junto a sus hombres al negarse a asesinar a unos inocentes, y el emisario japonés Lai Xi (Nakai Kiichi), cuya misión es acabar con el primero para poder luego volver a su país. Sin embargo, ambos deben formar alianza para sobrevivir a un enemigo común y a las inclemencias del desierto del Gobi, mientras intentan hacer llegar a buen puerto el tesoro secreto que guarda un joven monje.

Y en ese último detalle, en el tesoro que deben transportar, es donde reside lo único que chirría en la película:  una desviación hacia el misticismo que no sólo puede hacerse indigesta por motivos puramente narrativos sino también visuales, puesto que es la culpable de la aparición de algunos efectos infográficos bastante pobres y que no hacen ningún bien a todo lo conseguido en el resto de metraje. Dejando este escollo a un lado (y lo baboso de su título), Guerreros del Cielo y de la Tierra es un largometraje apreciable y hasta emocionante por momentos, una de esas historias que tanto nos gustan sobre el honor entre guerreros y la amistad perenne, con secuencias bélicas más eficientes que espectaculares y un reparto bien avenido. No hay nada memorable en ella ni se distingue mucho a primera vista de otras cintas de su corte, pero finalmente no es tan anodina como hace pensar su publicidad. 

26 may 2010

'Magia en la Pampa: La conexión Corman/Olivera' para Welovecinema.es




Aquí va un artículo del que me siento especialmente orgulloso, mi segunda colaboración con welovecinema intenta arrojar algo de luz sobre un tema sobre el que no se ha escrito lo suficiente: el ciclo de cine de género co-producido entre la Factoría Corman y Héctor Olivera en Argentina durante la década de 1980, centrándome sobre todo en las cintas de Sword & Sorcery que perpetraron con tanto morro y que culminaron con la gigantesca Deathstalker II. Pinchen y lean:

22 may 2010

'Amusement: El juego del mal'

(Amusement. John Simpson. Estados Unidos. 2008. 85 minutos) Concebida inicialmente para su estreno en cines pero estrenada finalmente en vídeo, Amusement es la segunda película de John Simpson, responsable de una cinta que ha adquirido cierta categoría de culto y que también tuvo una distribución tardía, Freeze Frame. Más relevante resulta el nombre de su guionista, Jake Wade Wall, firmante de los remakes de Cuando llama un extraño y Carretera al infierno, ya que Amusement es una de esas películas de terror en las que el guión adquiere un protagonismo inusitado, en este caso para mal. Wall retoma los motivos de sus guiones previos (el horror en la carretera y la canguro asediada por un psicópata, aunque con variaciones), les añade algo de american gothic, un poco de torture porn y una estructura de historias cruzadas que va hilando con la sutileza del alambre de espino que sirve como reclamo publicitario. El problema no es que juegue con los tópicos, porque al fin y al cabo el cine de terror actual que más nos deleita es aquel que sabe utilizar de manera inteligente los lugares comunes (véase Truco o Trato). Lo verdaderamente preocupante del guión de Amusement es que exige al público una benevolencia excesiva para pasar por alto sus numerosas inconsistencias. 

Si bien la premisa ya está cogida con pinzas (la venganza de un perturbado contra tres chicas que no le supieron reír una broma macabra cuando iban al colegio), lo peor llega cuando se hacen demasiado evidentes los trucos que utiliza Wall para llevar los personajes de un lugar a otro, jugando con el espacio y el tiempo de un modo torpe e inverosímil, lo que nos lleva a preguntarnos en más de una ocasión cómo es posible que el villano se mueva tan rápido y sea capaz de jugar con tantas identidades distintas en lapsos de tiempo que no darían ni para cambiarse de peluca. Por no hablar de la manera caprichosa con la que se intentan tapar ciertos agujeros de guión. Este esfuerzo extra que pide al espectador se convierte en un lastre que pesa demasiado por momentos, pero que no termina de arruinar por completo la eficacia del diseño de producción, la aceptable labor del reparto y la estimable dirección de John Simpson, quien consigue momentos de considerable suspense en el episodio dedicado al payaso que ilustra la carátula. Lástima que todo termine con una voz en off que parece un pegote comparable al de Ladrón de bicicletas y que hace que nos caguemos otra vez en el guionista, justo antes de comenzar los créditos finales. A pesar de todo ello, si son completistas y fanáticos del cine de terror como un servidor, Amusement merece un vistazo. 

9 may 2010

'Un ciudadano ejemplar'

(Law abiding citizen. F. Gary Gray. EEUU. 2009. 108 minutos) A lo largo de quince años de carrera y siete películas, F. Gary Gray ha demostrado una habilidad plausible para el thriller dialogado y cool (Negociador, Set it off) que, en ocasiones, no ha tenido reparos en mezclar con el humor (Friday, The Italian Job, Be Cool). Por su parte, el aquí guionista Kurt Wimmer siempre ha oscilado entre lo ridículo (Ultravioleta) y lo mínimamente aceptable (Street Kings), pasando por aquel Equilibrium que sigue inédito en España y que generó cierto culto no sé hasta qué punto justificado. La unión de ambos nombres es un ejemplo meridiano de lo que funciona en el caso del primero y de lo que falla en el del segundo: la solvencia de Gary Gray para mantener el ritmo y manejarse de manera eficaz tanto en los (escasos) tiempos muertos como en las escenas de acción queda fuera de toda duda, mientras que resulta patente la tendencia de Wimmer a dinamitar los cimientos de su creación con su propensión al exceso. El director, que muestra aquí algunas de las escenas más violentas e inquietantes de toda su filmografía, sortea como mejor puede las lagunas de guión que se van haciendo más notorias a medida que avanza la película y que culminan en un tercer acto sencillamente inverosímil que está a punto de arruinar todo lo conseguido en los minutos previos.

Y no se que equivoquen: los problemas de 'Un ciudadano ejemplar' no vienen de su postura ideológica. De hecho, entenderla únicamente como una cinta más de venganzas es un error, ya que no se limita a narrar sólo la vendetta del protagonista en sí (quien ha sufrido el asesinato de su esposa e hija), sino que se adentra en otro terreno más pantanoso como es la crítica al aparato judicial. Así, el personaje interpretado con su habitual sosería por Gerald Butler se plantea un ajuste de cuentas contra El Sistema, más que contra los asesinos de su familia, a quienes despacha en el primer acto. El verdadero problema surge cuando se produce un conflicto grave entre esa intención de ir más allá y el afán por hacer del personaje de Butler una especie de superhombre, capaz de burlar altas medidas de seguridad del modo más rudimentario y de otras proezas que no conviene desvelar. En ese momento la cuerda tensa que existía entre la intención de transcendencia y la de la fantasía se rompe y todo el equipo cae hacia el lado del absurdo, lo cual no tendría nada de malo si ese hubiera sido el tono elegido desde el principio, pero que tal y como se nos presenta la historia no puede hacer otra cosa que rechinar. Un ciudadano ejemplar no es, a pesar de todo, un título desdeñable: se sigue con interés, apenas da descanso y sabe bien cómo sobresaltar al espectador. Lo único reprochable es que finalmente pierda el norte.

2 may 2010

'Iron Man 2'

(Iron Man 2. Jon Favreau. EEUU. 2010. 124 minutos) Hace dos años comentaba a propósito del primer Iron Man que lo más destacable del resultado era que dejaba con ganas de más, no porque lo que había no fuera suficiente sino porque era lo bastante interesante como para generar unas expectativas positivas de cara al futuro. Ahora que ha llegado ese futuro, lamentablemente debemos decir lo contrario de Iron Man 2: si deja con ganas de más es porque sabe a poco. Aumenta el número de villanos, aparecen personajes nuevos y se incrementan las tramas paralelas, pero el guión de Justin Theroux no puede escapar a su condición de subordinación con respecto a lo que sucedía en la primera parte y lo que está por venir (el escudo del Capitán América, los archivos de S.H.I.E.L.D., etc.), de tal modo que al terminar la película no sabemos más de Tony Stark de lo que ya aprendimos sobre él con la cinta previa o con su cameo en El Increíble Hulk. Esta vez, lo que sucede en medio de las set-pieces resulta sólo moderadamente atractivo, rellenando de manera irregular los vacíos existentes entre una escena de acción y otra, que era algo que no sucedía en la primera parte: si allí resultaban tan acertadas las secuencias de Iron Man como las de Tony Stark, no se puede decir lo mismo aquí, ya que todo el segundo acto padece un exceso de verborrea y una carencia de intensidad alarmantes.

Las buenas noticias son que, en los momentos apropiados, la película brilla adecuadamente: Jon Favreau apuesta por la acción física por encima del artificio tecnológico, siendo el único punto negativo en este aspecto lo mal distribuidos que están sus clímax, ofreciendo a los veinte minutos la mejor escena de la cinta (el enfrentamiento en Mónaco entre Iron Man y Whiplash, lleno de fisicidad, virtuosismo y sentido del humor), para después caer en un estado de letargo del que prácticamente no se recupera hasta la masiva confrontación final. También se agradece su tono leve y la sensación de cómplice ridiculez que transpiran algunas escenas (Iron Man, Nick Fury y Viuda Negra desayunando en Randy's Donuts... con sus trajes de guerra). Y, aunque echamos de menos a Terrence Howard y las chicas están especialmente ausentes y sosas (como bien vio John Tones), da gusto comprobar cómo en pleno 2010 el verano cinematográfico se abre con una superproducción dirigida por el responsable de Elf y Zathura y protagonizada por dos tipos, Robert Downey Jr. y Mickey Rourke, por los que nadie daba un duro hace diez años. La vida es rara.

1 may 2010

The lovely fat, the awful bones


En el último número de Crónicas de un Pueblo, un poquito de cera para Peter Jackson. A mí no me miren... él se lo ha buscado.

Hace mucho, mucho tiempo, Peter Jackson era un niño neozelandés que tras ver KING KONG (1933) sintió una especie de epifanía y decidió consagrar su vida al cine. Así, dedicó su juventud a crear películas locas desde un punto de vista temático y visual (MAL GUSTO, EL DELIRANTE MUNDO DE LOS FEEBLES, BRAINDEAD: TU MADRE SE HA COMIDO A MI PERRO), pero en 1994 consideró que ya no podía ir más lejos en cuanto a hilaridad y se puso serio con CRIATURAS CELESTIALES, un drama sórdido basado en hechos reales que mantenía cierto espíritu fantástico. Y finalmente el Peter Jackson que conocíamos murió un poco dos años después con AGÁRRAME ESOS FANTASMAS, acercándose al mainstream. Tiempo después apareció un nuevo Peter Jackson, alguien más ambicioso que quería jugar a ser mayor y que pretendía marcar su nombre a fuego en la Historia del Cine, así en mayúsculas. Fue el Peter Jackson de la trilogía EL SEÑOR DE LOS ANILLOS. Entonces el ego de aquel simpático gordito de las antípodas fue creciendo a medida que decrecía el tamaño de su barriga. Surgió un nuevo (otro más) Peter Jackson: un tipo delgado, sin gafas, igual de despeinado y ahora con canas en la barba, billetes en la cartera, muchos Oscar en su vitrina y un sueño que cumplir. Entonces hizo su KING KONG y aburrió a casi todos con una película afectada de gigantismo donde los defectos acababan pesando más que sus virtudes, por otro lado, evidentes.
Y ahora, en una jugada que recuerda a la que hizo después de BRAINDEAD, cuando fue consciente de que no podía dar más de sí en cuestiones artificiosas y se sacó de la manga aquel drama con Kate Winslet, ha vuelto con THE LOVELY BONES para emitir un mensaje evidente y aborrecible con el que pretende decir, en mayúsculas y negrita que yo no reproduciré, que ya no es un joven loco por el gore y la diversión sino todo un artista y un cineasta serio. Lo que Jackson ignora es que cuanto más serio se toma uno a sí mismo más ridículo acaba pareciendo, y este se convierte en el mayor pecado de su última película. Adaptando la novela ‘DESDE MI CIELO’ de Alice Sebold, que narra la historia de una niña que observa desde el limbo cómo su familia se descompone después de su asesinato, el otrora vigoroso Jackson se ha puesto pasteloso hasta niveles ridículos, proponiendo una especie de purgatorio que parece un anuncio de compresas e introduciendo golpes de humor bobo en medio de la tragedia y el suspense (que no se sustenta en averiguar quién ha sido el asesino de la niña, ya que el espectador lo conoce desde el principio, sino en cómo consigue la difunta que su familia descubra al culpable desde el más allá). Es una lástima que, a pesar del estupendo trabajo de Saorsie Roman en el papel de Susie Salmon, de la fuerza de algunas de sus imágenes y de unos interesantes primeros treinta minutos, la película acabe perdiendo el norte y rellene muchos minutos de sus dos horas de duración con escenas redundantes, onirismos azucarados y saltos al vacío de la pochez.
Lo próximo de Peter Jackson, a medias con Steven Spielberg (otro que se ha encargado de cargarse su reputación él solito), es una adaptación en 3D y con animación realizada por captura de movimiento de… TINTÍN. Conmigo que no cuenten.