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28 nov 2010

Especial Sitges 2010: 'Black Lightning'

(Chernaya Molniya. Dmitriy Kiselev, Aleksandr Voytinskiy. Rusia. 2009. 102 minutos) Estrenada recientemente en DVD en nuestro país tras su fugaz paso por el festival de Sitges (donde fue proyectada en una sesión especial infantil), Black Lightning supone un intento de la cinematografía rusa por generar una franquicia y competir con las adaptaciones de cómics filmadas en Hollywood. Pero en lugar de intentar hacer algo original han tirado por el camino fácil: básicamente, el argumento de esta película es el mismo del primer Spider-Man de Sam Raimi, que a su vez evocaba al Superman de Richard Donner. La única diferencia es que aquí el chaval protagonista no viene de un planeta lejano ni adquiere poderes al ser picado por una araña; en su lugar, el joven recibe como regalo un coche destartalado (sí, como en Herbie o como en Transformers) que en realidad tiene la capacidad de volar y esconde dentro un generador de energía codiciado por los malos de la película. La sensación de incredulidad que genera la cinta es constante, no tanto por el hecho de que un coche vuele como por la forma de actuar de algunos personajes (las mujeres, por cierto, son retratadas como seres interesados y superficiales que sólo se fijan en el dinero, los lujos o el poder para sentirse atraída por los hombres). Así que Black Lightning no es original, vale, pero ¿es divertida? Tampoco. Cabía esperar un entretenimiento mayor a tenor del trailer, pero todo lo bueno estaba ahí. Para colmo, los efectos visuales demuestran no ser tan creíbles viendo la película completa y las escenas de acción son limitadas y repetitivas. Ni siquiera el duelo final entre el Volga del protagonista y el Mercedes tuneado como el DeLorean de Regreso al futuro consigue arrancar un mínimo de entusiasmo. No pierdan el tiempo.

LO MEJOR: Algún efecto especial.
LO PEOR: Es una copia hecha sin gracia.

'Skyline'

(Skyline. Colin Strause, Greg Strause. Estados Unidos. 2010. 92 minutos) Independientemente de su discutible calidad como película, Skyline merece ser destacada por lo que supone dentro de la industria de Hollywood: es la prueba fehaciente de que, en tiempos de crisis, cuando los grandes estudios recortan presupuestos y cancelan superproducciones, se puede sacar adelante una cinta sobre invasiones extraterrestres llena de efectos especiales, escenas de destrucción, naves espaciales, combates aéreos y explosiones, filmándola en apenas cuarenta días y con alrededor de diez millones de dólares de presupuesto (que es lo que gastan Michael Bay o Roland Emmerich, aproximadamente, cada vez que estornudan). Todo ello producido de manera independiente, sin el concurso de ninguna compañía externa y utilizando como escenario principal el piso donde vive el propio Greg Strause, uno de los dos directores de la película. Es encomiable que unos tipos que venían de trabajar en los efectos especiales de la mayoría de los blockbusters de los últimos diez años, y que habían debutado en la dirección con la fallida Aliens Vs. Predator 2 (2007), hayan decidido hacer este acto de fuerza e independencia creativa, algo así como lo que intentó Kerry Conran con Sky Captain and the World of Tomorrow (2004) aunque con unos resultados estéticos menos radicales y que se aproximan (salvo planos puntuales donde el fuego o el humo resultan demasiado artificiales) a los de cualquier cinta de gran presupuesto tipo Independence Day (Roland Emmerich, 1996) o Ultimátum a la Tierra (The day the Earth stood still. Scott Derrickson, 2008). 

LO MEJOR: La eficacia de los efectos especiales y de su
tramo final.
LO PEOR: Todos los momentos que transcurren dentro
del apartamento. 
Ahora bien, aparte de lo romántico e idealista del asunto, ¿merece la pena Skyline como película? La respuesta no es fácil, aunque la mayoría le dirá que no. De haberse estrenado directamente en DVD, sin toda la publicidad viral que ha arrastrado durante los últimos meses, sin la esperanza de encontrar en ella ese título revolucionario que algunos preconizaban, Skyline habría sido recibida con alegría por esos fans de la serie B intrascendente y peleona que están bregados en mil batallas y que han visto con sus ojos cosas que otros jamás creerían. El problema es que Skyline es más apropiada para ese mercado o para los festivales de cine fantástico que para las multisalas, donde será juzgada bajo el mismo rasero que cualquier superproducción, ya que el público no tiene por qué saber que está ante una cinta independiente que se ha rodado con cuatro duros. Y si nosotros, los freaks, pasamos la tarde feliz viendo bichos y naves espaciales en pantalla grande y no pedimos mucho más que eso, el espectador medio que paga su entrada con la esperanza de que todas, TODAS, las películas que ve sean el mayor espectáculo del mundo y, para colmo, tengan guiones decentes, encontrará serios problemas para disfrutar de Skyline en su justa medida. No hay que culparles. Los personajes de Skyline son odiosos y/o gilipollas, los diálogos son bochornosos, la acción es  repetitiva y además se nota el truco: los protagonistas se pasan tres cuartas partes de la película mirando por la ventana (o por un telescopio) lo que ocurre en el exterior, donde se libran trepidantes batallas recreadas con infografía, mientras que en el interior del apartamento tenemos un cutrerío importante en el que unos actores mediocres y mal dirigidos (¡incluyendo a una de Las Gemelas de Sweet Valley!) deben lidiar con unos conflictos dramáticos de chichinabo. La cuestión está en si ustedes son de los espectadores que quieren ver siempre una buena película o si, como el que esto escribe, perdonan (casi) todo cuando ven escenas de aliens gigantes aplastando coches por las calles, otros más pequeños cuyas cabezas parecen vaginas dentadas y secuencias enteras donde no hay ningún diálogo y sólo aparecen marines siendo arrojados por los aires, disparos y explosiones por todas partes y bichos persiguiendo a humanos heridos. Si son del primer grupo, huyan. Si pertenecen al segundo, estoy seguro de que han visto cosas muchísimo más aborrecibles que Skyline. Ustedes deciden. Yo digo sí, pero meh.

27 nov 2010

Especial Sitges 2010: 'Isolation'

(Isolation. Stephen Kay. Estados Unidos. 2011. 89 minutos) No, no es un despiste. Ni he viajado al futuro. El motivo por el que he puesto que Isolation es de 2011 es porque, en realidad, la película no está finalizada ni tiene fecha de estreno . Lo que vimos en Sitges fue un montaje no definitivo de la nueva cinta de terror del firmante de aquel truño que fue Boogeyman, como los propios productores nos advirtieron antes de comenzar la sesión. Lo curioso es que, a pesar de ser una versión provisional, Isolation resulta bastante más estimulante que aquella bobada amparada por Sam Raimi. Filmada con un presupuesto que se intuye paupérrimo, el guión de Chris Billett se las ingenia para reducir al máximo escenarios y personajes y ajustarlos a esa economía de medios tan evidente. La historia de una joven (Eva Amurri, con un parecido notable con su madre, Susan Sarandon) que se despierta en una cochambrosa habitación de hospital sin que recuerde cómo ha ido a parar allí, su relación con los dos médicos que se encargan de su estado de salud (no para bien, se entiende) y la aparición de algunos personajes de apoyo (el padre de la protagonista, interpretado por el siempre eficaz Gregg Henry), son recursos suficientes para que mantengamos el interés durante el transcurso de la película. No hay escenas de gran impacto, apenas hay gore y las sorpresas son algo predecibles, pero Isolation funciona medianamente bien como thriller médico en un nivel en el que se podría equiparar, eso sí, con uno de esos telefilms de sobremesa por los que a veces todos nos hemos dejado arrastrar. 

LO MEJOR: El trabajo de los actores, que deben soportar todo el peso de
la película.
LO PEOR: En ocasiones parece un telefilm de sobremesa del montón.

Especial Sitges 2010: 'Detective Dee and the Mystery of Phantom Flame'

(Di Renjie. Tsui Hark. China / Hong Kong. 2010. 122 minutos) Después de la caótica Siete espadas (Qi jian, 2005) y de varios experimentos que no llegaron a nuestro país, Tsui Hark vuelve al género con el que nos dio tantas alegrías a principios de los noventa: el swordsplay desbocado, ese cine de héroes, espadas, escenas de lucha acrobáticas y ocasionales momentos fantásticos que revitalizó la industria del cine de Hong Kong en aquella época, después del empacho de heroic bloodshed que se vivió en años previos. Pero los tiempos han cambiado y no precisamente para bien: como ya ocurría en Zu Warriors (Shu shan zheng zhuan, 2001), el virtuosismo escénico de Tsui Hark está muy por encima de su capacidad para narrar una historia de manera coherente o que resulte fácil de seguir con interés, y si esto le sentaba de maravilla a aquellas joyas que fueron Double Team (1997) y En el ojo del huracán (Knock Off, 1998), donde la locura visual formaba parte del contexto en el que se movían los personajes, no se puede decir lo mismo de Detective Dee, donde se acusa un exceso de personajes y acciones secundarias que pueden marear al espectador expulsándole de la película. Aún así, sólo nos cabe celebrar esta vuelta de Tsui Hark al puro espectáculo (a pesar del exceso de infografía regulera) y soñar con todo lo que podría hacer si volviera a encontrar un guión digerible con el que trabajar. 

LO MEJOR: El virtuosismo de Tsui Hark para la acción sigue intacto.
LO PEOR: Abusa de los efectos digitales y de la acumulación de personajes.

Especial Sitges 2010: 'Déjame entrar'

(Let me in. Matt Reeves. Estados Unidos / Reino Unido. 2010. 116 minutos) No deja de resultar algo decepcionante que el regreso de Hammer Films haya servido para amparar este innecesario remake de la película homónima de 2008 dirigida en Suecia por Tomas Alfredson. También cuesta encajar que el siguiente paso de Matt Reeves como director, tras la vibrante Monstruoso, haya sido el de encargarse de este proyecto. Y es que no hay demasiados motivos para volver a adaptar la novela de John Ajvide Lindqvist más allá de la imposibilidad del público estadounidense para ver películas en versión original. Se entiende así fácilmente la estrategia: resulta cómodo volver a filmar una película europea casi plano por plano pero cambiando el idioma por el inglés y, a ser posible, cambiando el contexto en el que acontece la historia (aquí, la era Reagan) para hacerla más digerible para el espectador norteamericano (y, por extensión, el mundial). Y, aunque este remake no deje de resultar aceptable y hayamos ganado en ritmo y en medios, hemos perdido información sobre ciertos detalles escabrosos (especialmente en lo concerniente al sexo de la niña), en sugerencia (por culpa de unos efectos digitales mediocres y demasiado exhibicionistas) e incluso en espectacularidad (la secuencia final en la piscina está mucho peor resuelta que en la versión de Alfredson). Déjame entrar, remake, es lo que pueden esperar: una película de terror efectista, entretenida y fácilmente digerible para cualquier espectador de multisalas, aunque mucho menos sugerente que la que ya pasó por Sitges en 2008. 

LO MEJOR: La escena del accidente de tráfico, casi su única novedad.
LO PEOR: Que no hacía falta hacerla.

Especial Sitges 2010: 'Monsters'

(Monsters. Gareth Edwards. Reino Unido. 2010. 93 minutos) Durante la presentación de la película y en presencia de Joe Dante, Gareth Edwards tuvo los cojonacos de decir que su Monsters era un homenaje al cine de ciencia ficción de Serie B y que se sentía muy honrado de tener a Dante como espectador de su trabajo. Me gusta imaginarme al responsable de Gremlins (Gremlins, 1984) y Aullidos (The Howling, 1981) abandonando la sala indignado o buscando a Edwards por los pasillos del Hotel Meliá para escupirle en la cara. Si se puede decir algo bueno de Monsters es que rompe con esas expectativas. Lo malo es que lo hace para mal. El director no entendió que la ciencia-ficción norteamericana de los años cincuenta a la que dice homenajear no se limitaba a plantear evidentes metáforas políticas (con el miedo al comunismo como estandarte), sino que además abundaba en la diversión y en el humor (a veces involuntario, vale). Monsters resulta ser una película política camuflada muy torpemente como ciencia-ficción, en la que los monstruos del título apenas hacen acto de presencia y podrían ser sustituidos por inmigrantes ilegales (coloquen aquí su nacionalidad preferida) sin que cambiase prácticamente nada en la historia. La peripecia del fotógrafo y la niña pija enamorándose mientras escapan de una zona sitiada donde los extraterrestres campan a sus anchas (aunque... no se vean) está totalmente carente de tensión, puesto que no hay una amenaza real que pueda inquietar al espectador, y cuando llegan las secuencias con bichos resultan ser de una pochez insultante. Monsters es una estafa, una película que obtendrá buena reputación por los motivos equivocados y que parece una consecuencia de lo peor de Distrito 9 (District 9. Neill Blomkamp, 2009): esa voluntad por querer hablar de temas más importantes que una simple invasión extraterrestre, por querer ser ciencia-ficción con mensaje. La diferencia es que en la cinta de Blomkamp había acción, bichos y hasta un robot. Y aquí no hay nada. 

LO MEJOR: Que a la hora y media se acaba.
LO PEOR: Que nos tomen el pelo.

Especial Sitges 2010: 'Atrocious'

(Atrocious. Fernando Barreda Luna. México / España. 2010. 82 minutos) Era inevitable que la moda del terror subjetivo implantada con [Rec] (Jaume Balaguero & Paco Plaza, 2007) o Monstruoso (Cloverfield. Matt Reeves, 2008) acabara generando daños colaterales, si bien es cierto que incluso algunos de sus títulos abanderados ya son bastante aborrecibles, tal es el caso del díptico (y futura trilogía, si nada lo impide) Paranormal Activity. Si ya cuesta algo de trabajo disfrutar hoy con El proyecto de la Bruja de Blair (The Blair Witch Project. Daniel Myrick & Eduardo Sanchez, 1999), que al fin y al cabo tiene el valor de lo fundacional, más difícil aún resulta tomarse en serio esta Atrocious que, haciendo honor a su título, resultó ser una de las películas más feas y risibles del festival. Aunque cuenta con un final aceptable que sí logra generar algunos instantes de genuina inquietud, la cinta cuenta con cualidades como unas interpretaciones horribles, unos personajes simplemente gilipollas y odiosos, una mala justificación de la grabación continua y una capacidad irritante para llenar minutos y minutos de la nadería más absoluta. Que la historia tenga lugar en Sitges está muy bien como chiste, pero Atrocious es lo más inútil desde el papel higiénico con dibujitos. 

LO MEJOR: El montaje final.
LO PEOR: Todo lo demás.

Especial Sitges 2010: 'Red Hill'

(Red Hill. Patrick Hughes. Australia. 2010. 97 minutos) De entre los títulos contemplados en Sitges 2010 que pasarán a engrosar mi filmoteca, Red Hill ocupa un lugar preferente. Aparecido de la nada, con apenas un prometedor trailer como anticipo, la opera prima de Patrick Hughes se convirtió en uno de los platos más jugosos que pude disfrutar en el apretado menú del festival. Se trata de un Western contemporáneo con un guión efectivo que sabe utilizar los lugares comunes del género y llevarlos a un nuevo terreno, en el cual progresivamente la luminosidad y la placidez de los primeros minutos va desembocando en un torrente de suspense, acción y tensión asfixiante del que resulta imposible escapar. Con la presencia de Ryan Kwanten como guía (cuyo parecido con un joven Patrick Swayze, por cierto, llega a resultar inquietante por momentos) y el apoyo de unos secundarios sin mácula, Hughes nos introduce en una historia de iniciación y venganza apoyándose en un espectacular formato panorámico que justifica, y mucho, su visionado en pantalla grande. Consigue, además, que no perdamos el interés en ningún momento de la película, gracias a su buena dosificación de la acción, a su capacidad para crear atmósferas cercanas al cine de terror y a un villano implacable pero, en el fondo, mucho más humano de lo que aparenta. Habrá que seguir de cerca los futuros proyectos de Patrick Hughes, mientras lamentamos que nadie se digne a distribuir Red Hill en cines españoles. Aunque, siendo egoísta, eso hace que recuerde el pase en El Retiro a primera hora de la mañana del 15 de Octubre de 2010 como algo aún más especial. Muéranse de envidia. 

LO MEJOR: Su atmósfera de pesadilla.
LO PEOR: Que no todo el mundo pueda verla en pantalla grande.

25 nov 2010

Especial Sitges 2010: 'Snabba Cash (Easy Money)'

(Snabba cash. Daniel Espinosa. Suecia. 2010. 124 minutos) A pesar de su exceso de duración y de lo discutible que podría resultar su inclusión en un festival de cine principalmente fantástico, Snabba Cash permanecerá en el recuerdo como uno de los largometrajes más disfrutables que se pudieron ver en Sitges 2010. No es fácil resultar innovador en el género en el que se mueve la película, menos aún con una premisa tan sobada (el joven sin recursos que, mediante un arrojo encomiable y una falta de escrúpulos importante, pretende alcanzar la gloria económica y social por el camino de la delincuencia), pero el guión de Maria Karlsson basado en la novela de Jens Lapidus encuentra un refuerzo perfecto en las imágenes de manos del director Daniel Espinosa y un reparto que, especialmente en los casos de Matias Padin y Dragomir Mrsic, consigue dotar de credibilidad total a unos personajes que ya se intuyen bien definidos y poliédricos sobre el papel. No esperen un carrusel de acción, aunque la que hay es suficiente y el ritmo no decae prácticamente nunca, gracias a lo dicho anteriormente y a la capacidad de la cinta para situar al espectador ante dilemas morales de difícil solución: ¿con quién sentirse identificado en una historia en la que cualquiera de sus protagonistas sería capaz de matar a un amigo para lograr salir adelante? Si tienen la oportunidad, reserven dos horas de su tiempo en Snabba Cash y no esperen a que llegue el remake norteamericano (protagonizado, según dicen, por Zac Efron...). 

LO MEJOR: La eficiencia del guión y de los actores.
LO PEOR: Le sobran algunos minutos.

23 nov 2010

Especial Sitges 2010: 'Les nuits rouges du bourreau de jade'

(Les nuits rouges du bourreau de jade. Julien Carbon, Laurent Courtiaud. Hong Kong, Francia. 2010. 97 minutos) Sobre el papel, Red Nights (abreviaremos utilizando su título en inglés) se presentaba como una de las películas más apetecibles de Sitges 2010: el debut en la dirección de los guionistas de Running out of time (Johnnie To, 1999), Black Mask 2 (Tsui Hark, 2002) o El secreto del talismán (Peter Pau, 2002), vendido como un homenaje al Giallo italiano y a la Categoría III de Hong Kong (ahí está Carrie Ng para dar fuerza a esa idea), prometía ser uno de los platos fuertes del certamen en términos de diversión y homenajes cinéfagos. Sin embargo, el resultado no podría ser más desalentador. Después de un prólogo estupendo que nos predispone a disfrutar a lo loco, Red Nights entra en un estadio de pedantería y aburrimiento del que sólo podemos escapar en momentos aislados (la secuencia con el rifle de francotirador) y en el, este sí, apreciable clímax final. No basta con plagiar uno de los momentos más dolorosos de Rojo Oscuro (Dario Argento, 1975) o jugar con la paleta cromática para evocar al cine de terror italiano, del mismo modo que tener a Carrie Ng en el reparto protagonizando algunas escenas de sadismo, amén de un par de tiroteos, no es suficiente para llevarnos al cine comercial más extremo que se filmaba en Hong Kong durante la década de 1990. Sus puntuales momentos de lucidez no resultan suficientes para salvar de la quema este título fallido que sólo podría perdurar por la fuerza de algunas de sus imágenes. 

LO MEJOR: Su estética.
LO PEOR: Su languidez y su pedantería.

22 nov 2010

Especial Sitges 2010: 'A Serbian Film'

(Srpski film. Srdjan Spasojevic. Serbia. 2010. 104 minutos) Si quieren ver a cinco gilipollas hablando sobre algo de lo que no tienen ni idea, pinchen AQUÍ. Si, después de ver el vídeo, están de acuerdo con Concha García Campoy y adláteres, deberían dejar de leer. Es más, les invitaría a no volver a visitar este blog y, si me conocen en persona, a retirarme la palabra. Si son de los que, por contrario, consideran que A serbian film es una obra maestra o una película de amplias lecturas sociopolíticas... tampoco encontrarán en mis palabras respaldo o comprensión. La cinta más polémica del Festival de Sitges 2010 posee ideas moralmente despreciables y enfermizas, con algunas de las secuencias más aberrantes que he podido ver jamás (como la violación de un bebé recién nacido), pero que en ningún caso deberían servir para confundir la velocidad con el tocino: A serbian film no es más que una película que hace de la provocación su razón de ser, un thriller con un arranque interesante que va perdiendo fuerza a medida que avanza y que acaba convirtiéndose en el prometido festival gore que, para colmo, tarda en llegar. Tan fútil me parece penalizar un producto de ficción que, además, va de frente y no oculta en ningún momento su voluntad por mostrar frontalmente la violencia y la inmundicia humana, como pretender defenderla como obra artística con trasfondo y generosos valores cinematográficos que, quizá debido a mi miopía, no pude apreciar correctamente. Polémica de chichinabo. Película de chichinabo. 

LO MEJOR: Los primeros minutos son prometedores.
LO PEOR: La absurda polémica que ha generado una película tan mediocre.

Especial Sitges 2010: 'Outrage'

(Autoreiji. Takeshi Kitano. Japón. 2010. 109 minutos) Quizá consciente de que ya había dicho todo lo que tenía que decir, Takeshi Kitano se embarcó en una serie de empresas que llevaron su cine al terreno de la autoparodia, la deconstrucción de su figura pública y la aniquilación de los tópicos que rodeaban su aura de autor de trascendental poética audiovisual. Tras Takeshi's (2005), Glory to the filmmaker! (2007) y Achilles and the tortoise (2008), el japonés ha vuelto a un terreno que no pisaba desde la ya lejana Brother (2000): el thriller ambientado en el mundo de la Yakuza. Y lo ha hecho con la tranquilidad del que sabe que no tiene ya nada que demostrar y que puede permitirse el lujo de trabajar para divertirse. La sensación que provoca Outrage es que ha sido realizada con el piloto automático, sin poner especial interés en resultar innovador o especialmente creativo. Una buena prueba de ello es la dejadez con la que están trazados unos personajes de los que no sabemos prácticamente nada  y que, para colmo, deambulan por una trama escasamente interesante de la que es fácil desconectar. Pero dicen que quien tuvo retuvo, y Takeshi Kitano lo demuestra otorgando a su película un ritmo aceptable (dentro de la acostumbrada lentitud de su cine), golpes de humor resultones y escenas de violencia marca de la casa que satisfarán a los fans menos exigentes, aunque quizá sepa a poco a los que esperen otro Hana-Bi (1997) u otro Sonatine (1993). 

LO MEJOR: Kitano da lo que se espera de él.
LO PEOR: Que no pasa de ahí.

Especial Sitges 2010: 'Les 7 jours du talion''

(Les sept jours du talion. Daniel Grou. Canadá. 2010. 115 minutos) En un festival de cine, la continuidad con la que se visionan las películas afecta sobremanera a nuestra percepción de las mismas, de tal modo que, por contraste, determinados títulos pueden sufrir una devaluación de sus verdaderos valores o, por lo contrario, una ponderación desmesurada de los mismos. Esto no deja de ser injusto, puesto que dificulta una apreciación correcta de las películas vistas en serie, y el caso que nos ocupa es un buen ejemplo: después de disfrutar a rabiar con Gallants, volver a hacer cola y entrar seguidamente en el pase de Les 7 jours du talion no fue seguramente la opción más correcta ya que, por comparación, la película de Daniel Grou me resultó un tostón soporífero que casi me obliga a abandonar la sala en un par de ocasiones por pura desesperación. Es algo inmerecido para la cinta canadiense, como he dicho antes, pero aún aislándola y centrándonos en sus valores intrínsecos, es imposible negar que su ritmo es tedioso y que, después de sus primeros minutos (inquietantes, dramáticos), la historia entra en un bucle sin desarrollo en el que lo más interesante termina siendo ver qué se le ocurre al torturador (en este caso, el héroe de la película, ya que pretende vengar la violación y asesinato de su hija) a medida que avanza la fatídica semana que sirve como base argumental. Es apreciable el intento de ir contracorriente y presentar una historia que hemos visto mil veces con un estilo que se aparta de lo convencional y que, con recursos como la carencia de música incidental o la escasez de diálogos, apuesta por la introspección y pretende profundizar en la psicología de los personajes. Pero eso no impidió que a este espectador le resultara un truñaco. Llámenme superficial si quieren. 

LO MEJOR: Que intenta aportar una mirada distinta al cine de venganzas.
LO PEOR: Que lo consigue, pero para mal.

15 nov 2010

Especial Sitges 2010: 'Gallants'

(Da lui toi. Derek Kwok & Clement Cheng. Hong Kong. 2010. 98 minutos) Cuando preparaba los artículos con los avances de las cintas que podría ver en Sitges este año, me quedó claro que la cinta de Derek Kwok y Clement Cheng tenía grandes posibilidades de convertirse en una de mis favoritas. La intuición no me fallaba: Gallants fue una de las películas que más me hicieron disfrutar en el pasado Festival de Sitges, uno de esos casos poco habituales en los que la sala entera estallaba en carcajadas en los momentos oportunos y se respiraba un ambiente generalizado de buenas vibraciones que hizo que abandonáramos la sala con una amplia sonrisa en los labios y la sensación, creo que muy extendida entre los asistentes, de haber pasado uno de los mejores momentos que nos brindó la edición de este año. Gallants es un largometraje totalmente emocionante y divertido, lleno de gags físicos y detalles brillantes de guión, que sigue el patrón clásico de las comedias de kung-fu de los años 70 a las que homenajea (no sólo por la presencia de unos gigantescos Chen Kuan Tai y Bruce Leung, sino también por el estilo audiovisual que rememora el cine hongkonés de aquella época) con el aderezo de un drama crepuscular que no siempre funciona y que termina imponiéndose en los últimos minutos como protagonista. Quizá esto vaya en contra del tono ligero e hilarante del metraje previo, pero a poco que nos pille con la tarde tonta es capaz de arrancarnos alguna lágrima y eso no siempre está de más, aunque tengamos claros y veamos venir a leguas los resortes que están utilizando para llevarnos a tal estado de ñoñez. Un comentario aparte merece Teddy Robin Kwan, quien en Gallants desarrolla su papel con una capacidad de cachondeo, autoparodia, sentido de la comicidad y aptitudes dramáticas que convierten a su personaje, el Maestro Ben Law, en alguien entrañable. Para redondearlo todo, las escenas de artes marciales son de las buenas de verdad. Una pequeña joya.

LO MEJOR: Su sentido del humor y su épica de barrio.
LO PEOR: Que abuse del dramatismo en los últimos minutos.

9 nov 2010

Especial Sitges 2010: 'Vanishing on 7th Street'

(Vanishing on 7th Street. Brad Anderson. Estados Unidos. 2010. 100 minutos) Vapuleada sin piedad en la mayoría de comentarios que escuchaba sobre ella entre los asistentes al Festival de Sitges, la nueva película de Brad Anderson no se trata del desastre que temía después de tales opiniones. Si bien eso ha podido influir en que mi impresión sobre la misma no haya sido tan negativa, no se le puede negar a Vanishing on 7th Street un objetivo carácter de rara avis dentro del panorama hollywoodiense puesto que, como ya sucedía en la recuperable El Incidente (The Happening. M. Night Shyamalan, 2008), plantea el apocalipsis desde una óptica minimalista e íntima, con otra familia improvisada que debe unir fuerzas para intentar sobrevivir a un terror intangible que en aquella se escondía en el aire y aquí en la oscuridad. El concepto de partida es atractivo: sin ninguna explicación, de repente desaparecen todos los seres humanos que en momento concreto no llevaran encima alguna luz o estuvieran bajo una de ellas; un grupo reducido de supervivientes ha de luchar por mantenerse alejado de las sombras en las que acecha un mal incorpóreo, omnipresente e imposible de vencer. Anderson escoge el camino difícil, optando por centrarse en el escaso número de personajes en lugar de apostar por el terror de susto fácil o la espectacularidad (sólo presente, y muy de soslayo, en los primeros minutos de la cinta), planteando una película que busca (y, en varias ocasiones, consigue) sumir al espectador en un estado de angustia constante ante la que, como los personajes, no puede hacer mucho más que esperar a la tragedia. Si bien le sobran algunos momentos oníricos de relleno y se le puede achacar cierta falta de ritmo, Vanishing on 7th Street termina siendo un producto interesante y moderadamente logrado al que le costará bastante encontrar público cuando llegue el momento de su estreno (programado en Estados Unidos para Febrero de 2011 y sin fecha en el resto del globo).

LO MEJOR: Consigue su propósito de angustiar al espectador.
LO PEOR: Las escenas oníricas.

7 nov 2010

Especial Sitges 2010: 'Machete Maidens Unleashed!'

(Machete Maidens Unleashed! Mark Hartley. Australia. 2010. 85 minutos) El visionado de esta película lo recordaré siempre como uno de los momentos más deliciosamente extraños de mi vida, aunque no tiene tanto que ver con lo que se ve en el documental en sí (que también se las trae), como por las circunstancias que rodearon al pase. Me explico: antes de comenzar la película, tuve el honor de echar una meada al mismo tiempo que Joe Dante en los servicios del Prado. Menos mal que ya nos habíamos presentado horas antes y que ese era nuestro segundo encuentro, porque de haber sido el primero no se trataría del momento más idóneo para presentarle mis respetos y estrecharle la mano. Cinco minutos después, tenía a tres metros de mí al propio Dante, junto a nada menos que Sid Haig y Roger Corman (con quienes ya había tenido la oportunidad de hablar horas antes también), presentando la película. Así, tres leyendas del cine que nos gusta se reunieron para dar un inesperado carácter de acontecimiento a este documental, en el que participan contando sus experiencias en el cine de explotación filipino de los setenta o sus impresiones sobre el mismo. Mark Hartley, que ya desgranó la Ozploitation australiana en su anterior Not Quite Hollywood: The wild, untold story of Ozploitation (2008), se encarga ahora de descubrirnos (o re-descubrir, para los más curiosos) un cine lleno de féminas con más armas que ropa encima, villanos feos como un cáncer de pulmón, monstruos de chichinabo y ese gran héroe de 83 centímetros de altura que fue Weng Weng. Realizado con buen sentido del humor, el documental traza un recorrido histórico por los años de mayor auge de la Filipino-Exploitation, al tiempo que explica su contexto sociopolítico y cómo éste afectaba al tipo de películas que se podían filmar allí. Sólo una pequeña pega: el exceso de admiración que se profesa hacia el Apocalypse Now de Francis Ford Coppola (y me refiero, más que nada, a la cantidad de minutos que se le dedican a la película) hace que, por unos momentos, nos salgamos del documental y creamos estar ante uno bien distinto que se dedique a analizar una película que a estas alturas no necesita ninguna reivindicación. Es un pequeño defecto dentro de un conjunto divertido, didáctico y agradable. 

LO MEJOR: La oportunidad de conocer una cinematografía como esta.
LO PEOR: El momento de 'Apocalypse Now'.

Especial Sitges 2010: 'Jonah Hex'


(Jonah Hex. Jimmy Hayward. Estados Unidos. 2010. 81 minutos) Como ha ocurrido con The Losers (Sylvain White, 2010), Jonah Hex es una adaptación de un cómic que se ha convertido en uno de los grandes fracasos comerciales del verano pasado en Estados Unidos y que, debido a ello y a lo poco que están dispuestas a arriesgar algunas productoras en nuestro mercado, ha visto su lanzamiento en nuestro país relegado al circuito de los videoestrenos. Que películas que en otros tiempos hubieran supuesto una apuesta casi segura en las multisalas como las dos citadas o como Whiteout (Dominic Sena, 2009) se estrenen aquí directamente en DVD dice bastante sobre el estado en el que se encuentra el negocio del cine en España, al mismo tiempo que coloca sobre la reputación de las cintas afectadas una etiqueta de film fallido que no siempre resulta justa (véase el caso de Truco o trato como ejemplo). Jonah Hex se encuentra en tierra de nadie: no es una película a reivindicar, puesto que no encontramos en ella nada realmente destacable o digno de elogio más allá de su corta duración o sus ocasionales destellos de espectacularidad (sobre Megan Fox sólo cabe decir que cada vez me provoca más grima), pero tampoco hay elementos excesivamente molestos con los que penalizarla y condenarla al ostracismo. La mezcla de western con el cine de acción contemporáneo y los elementos místicos funciona relativamente bien, pero se echa en falta algo más de humor y, sobre todo, de ritmo, lo cual demuestra que la velocidad que se le imprime a una película no tiene que ver con la duración de la misma. 

LO MEJOR: Algunas de sus escenas de acción.
LO PEOR: Se hace larga a pesar de durar apenas hora y veinte.