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22 mar 2011

'El Rito'

(The Rite. Mikael Håfström. Estados Unidos. 2011. 114 minutos) El Maligno, harto de que nadie le tome en serio y de que nos encarguemos de quitarle trabajo entre todos, reclama ocasionalmente un poco de atención para recordarnos que sigue estando ahí y que no hay que subestimarle. La forma más sencilla para conseguirlo es llegar al máximo número de gente posible al mismo tiempo y, para eso, nada mejor que aparecer de vez en cuando por las multisalas, con distintos rostros y diferentes adversarios, pero siempre con el mismo mensaje: el Mal existe y no conviene dejar de respetarle. Alguien que comete esa osadía es un joven seminarista, Michael Kovak (Colin O'Donoghue), que se niega a tomar los votos porque tiene demasiadas dudas de fe. El padre Matthew (Toby Jones) le propone entonces una terapia de choque: viajar a Roma para hacer un curso de Exorcismo en El Vaticano y ver entonces si recupera sus creencias o no. Allí, además de a una periodista llamada Angeline (Alice Braga) con la que hace buenas migas, conoce al padre Lucas Trevant (Anthony Hopkins), exorcista veterano a quien su apretada agenda de posesiones satánicas impide que pierda la confianza en la existencia de poderes divinos y maléficos.

LO MEJOR: La serenidad y elegancia de la narración 
consiguen crear un efecto envolvente.
LO PEOR: A Anthony Hopkins a veces se le va la mano
 con el histrionismo.
Si son creyentes, si todavía tiemblan con El Exorcista (The Exorcist. 1973), si aún sienten escalofríos cuando Íker "por-qué-no-decirlo" Jiménez habla sobre casos supuestamente reales de posesiones diabólicas, si no se han tomado a broma el párrafo anterior y creen a pies juntillas en la existencia del Diablo, quizá esta película les vuelva locos: el modo en el que trata el tema, la forma en la que huye de lo escabroso y espectacular en comparación con otras del mismo subgénero, dota a la historia de una pátina de realismo que, a poco que se sientan vulnerables frente al asunto que trata, seguramente consiga que se lo crean todo y les aterrorice. Los que acudan a verla por el gore, por las papillas de guisantes y por el morbo seguramente saldrán decepcionados, ya que Håfström ha optado por hacer una película poco amiga de la astracanada, aunque finalmente se vea obligado a introducir algunos momentos de explotación satánica con los que contentar, de algún modo, al público ávido de sustos y efectos especiales. Los espectadores que se encuentren a medio camino y que, por tanto, se presten a la experiencia de un modo menos condicionado por las expectativas y los prejuicios (algo que no es fácil), saldrán contentos siempre que acepten que, más que una película de terror, El Rito es un drama con elementos fantásticos sobre las dudas existenciales de alguien que se acerca a la religión como vía de escape y a quien, ante las pruebas que va encontrando por el camino, no le queda más remedio que abrazar la fe para poder enfrentarse a un enemigo que creía solamente producto del folclore y la superchería. 

20 mar 2011

'Rango'

(Rango. Gore Verbinski. Estados Unidos. 2011. 107 minutos) Siendo Un ratoncito duro de roer (MouseHunt. 1997) y The Mexican (2001) las dos únicas películas de Gore Verbinski que me habían gustado hasta el momento, sentía curiosidad por saber qué habría hecho el director al mezclar los elementos que mejor funcionaron en aquellas dos: por un lado la animación, que era el punto fuerte de esa versión ratonil de Sólo en casa (Home alone. 1990) en la que un roedor animado no quería abandonar su hogar y hacía todo lo posible por impedirlo, y por otro lado el homenaje al Western, especialmente en versión Spaghetti, que se dejaba ver en los mejores momentos de aquella road-movie protagonizada por Brad Pitt, Julia Roberts y James Gandolfini. El resultado ha sido satisfactorio: Rango se erige fácilmente, y a falta de ver El hombre del tiempo (The weather man. 2005), como mi película favorita de Verbinski, por lo bien que aúna ambos elementos al ser capaz de conjugar una animación brillante (obra de Industrial Light & Magic) y un cariño por las películas del Oeste que a cualquiera que ame el género (y, advierto, yo no soy especialmente seguidor del mismo) le puede llevar a detectar decenas de referencias a otras películas y, sobre todo, a una estructura que Rango respeta al pie de la letra. Así, y tras un prólogo en el cual se define estupendamente bien al personaje, nos vemos de repente dentro de un Western canónico que sigue las reglas básicas en su argumento (el forastero que llega a un pueblo donde hay un problema que solucionar, su presentación en el Saloon, la presencia de una amenaza en principio invisible, etc.) y también, sorprendentemente, en sus formas (los escenarios, la fotografía, las texturas, la composición de los planos... todo podría pertenecer a un Western real si cambiasemos los personajes animados por humanos).   

LO MEJOR: Sus escenas de acción y su tratamiento adulto.
LO PEOR: Algún bajón de ritmo debido a su larga duración.
Quizá lo más inesperado es que Rango tampoco se aparta de otros rasgos característicos del género, como son la violencia y un humor tendente a lo oscuro. No es que aquí aparezcan masacres sangrientas durante las ocasionales (y algunas de ellas excelentes) escenas de acción, pero, desde luego, algunos padres que lleven a sus retoños a ver la película esperando encontrarse con un inocente divertimento infantil, que es como se ha vendido, se sentirán contrariados ante la naturalidad con la que mueren algunos personajes, con la que se utilizan palabras como "escroto" o con la que se deslizan inocentes, pero evidentes, alusiones sexuales. Mientras tanto, es muy probable que la gran mayoría de críos que miren la cinta no tengan ni pajolera idea de quién es Shakespeare, de quién es ese señor que aparece al final como El Espíritu del Oeste ni de por qué algunos adultos se ríen cuando, en los primeros minutos, el protagonista se estrella contra la luna de un coche conducido por Hunter S. Thompson, que no es otro que el periodista y escritor a quien dio vida el mismo Johnny Depp en Miedo y asco en Las Vegas (Fear and loathing in Las Vegas. 1998). Tampoco se asusten, Rango no es una cinta exclusivamente para adultos, puede resultar entretenida para cualquiera, independientemente de que se conozcan sus referentes o no (aunque resulta obvio que será más satisfactoria para los que tengan conocimientos más precisos sobre la historia y la mecánica del Western), pero sí que es un buen ejemplo de hasta qué punto comienza a resultar desfasada esa vieja asociación de ideas según la cual la animación es cosa de niños. 

18 mar 2011

'Torrente 4: Lethal Crisis (Crisis Letal)'

(Torrente 4: Lethal Crisis (Crisis Letal). Santiago Segura. España. 2011. 93 minutos) En una época de asfixiante corrección política, de catástrofes naturales y de agobios económicos, es evidente que la gente necesita evadirse, necesita reír y, a ser posible, necesita poder hacerlo sin miedo, sin complejos y sin el riesgo de ofender a nadie con sus carcajadas. Santiago Segura sabe bien lo que el público demanda y eso es justo lo que le da: José Luis Torrente, también en las tres películas anteriores, pero ahora con más sentido que nunca, representa todo lo que no queremos ser, pero también aquello que no nos permitimos hacer y que en ocasiones nos gustaría llevar a cabo. Torrente es un ser despreciable, carente de cualquier moral, obsceno, machista, racista, corrupto... es alguien que no conoce la inhibición, que puede hacer chistes sobre cualquier materia en cualquier momento y en presencia de cualquiera, que hace caso omiso a las convenciones sociales y que vive exclusivamente para él. Por tanto, es un personaje que no vive atado a las reglas por las que nos regimos los demás y, queramos o no reconocerlo, nos gusta tener la oportunidad de ver a alguien que no sólo es capaz de hacer cosas que ni a usted ni a mí se nos ocurrirían, sino también aquellas que sí que se nos pasan por la cabeza pero que no ponemos en práctica por educación, respeto o civismo. Por eso la saga Torrente funciona y por eso este capítulo va a ser el más exitoso, porque en un tiempo de prohibiciones e incertidumbre, entrar en un cine y poder reírse con chistes de mal gusto durante hora y media supone toda una liberación

LO MEJOR: Recupera el espíritu cerdo de la primera parte.
LO PEOR: Aunque están mejor integrados, sigue habiendo
abundancia de cameos y no todos hacen gracia.
Pero, aunque viviéramos en un estado utópico en el que un personaje como Torrente no nos sirviera como válvula de escape, no hay que olvidar lo evidente: nos hacen gracia los pedos, nos gustan los desnudos, las peleas y ver a famosos haciendo el ridículo. Y desde ese punto de vista, más elemental pero también ineludible, Torrente 4 también es un triunfo: Santiago Segura utiliza la tecnología más avanzada para adentrarnos en la mugre, para enseñarnos culos en 3D, para situarnos con mayor eficacia en ese mundo de perdedores, de supervivientes y rateros, de prostitutas y delincuentes, pero también para enseñarnos la basura que la jet-set esconde debajo de la alfombra. Y todo eso lo hace de manera espectacular, filmando escenas de acción como nadie más lo ha hecho en España, atreviéndose incluso con las artes marciales sin caer en la gracia fácil o en la parodia formal, y urdiendo una trama básica y funcional, sin más complicaciones de las necesarias, en la que hay tiempo para homenajear al género de fugas carcelarias y para seguir la estela de las anteriores entregas: José Luis Torrente y sus secuaces de mala muerte enfrentándose a villanos trajeados de buena vida y malas intenciones. Y sí, Kiko Rivera lo hace bien, tiene carisma, es gracioso y resulta un buen acompañante de Torrente, aunque salga menos de lo esperado. Y el 3D merece la pena, por si también tenían alguna duda al respecto.

12 mar 2011

'En tiempo de brujas'

(Season of the Witch. Dominic Sena. Estados Unidos. 2011. 95 minutos) A la espera de que nos llegue el mes que viene esa apetitosa Furia Ciega (Drive Angry) rodada en 3D, en la que Nicolas Cage se enfrenta a las fuerzas del mal junto a Amber Heard, de momento pueden ahora verle hacer lo mismo con algunas diferencias: es en 2D, transcurre en la Edad Media y el acompañante de Cage es bien distinto a Heard, ya que se trata de Ron Perlman. Sigue resultando entrañable la falta de escrúpulos del bueno de Nic a la hora de aceptar casi cualquier proyecto que le pongan sobre la mesa, sin importarle que medio mundo (y esto no lo digo yo, sino los números) se muestre ya cansado de verle el peluquín tan a menudo, asomándose por nuestras pantallas cada pocos meses y provocando la sensación de que ejecuta sus papeles como aquel que va a la oficina de nueve a cinco cada día, sin ningún entusiasmo y sin ninguna intención de descubrir la rueda. No tengo nada que objetar a ello: Cage es un tipo honesto, un freak de corazón que hace el tipo de películas que seguramente le guste ver, alguien que hace tiempo dejó de preocuparse por ser respetado por la crítica y por ser considerado buen actor según los cánones tradicionales, para entregarse a la industria y recibir cheques millonarios por jugar a ser soldado, motorista del más allá, cazarrecompensas o mago. Y no me digan que eso no les provoca envidia, porque no les podría creer. 

LO MEJOR: La escena del puente.
LO PEOR: Su indefinición.
El problema es que En tiempo de brujas es uno de esos casos en los que Cage parece no estar disfrutando del todo y su presencia resulta demasiado apática como para generarnos cualquier complicidad. Sólo su química con Ron Perlman hace que esbocemos alguna sonrisa fugaz, pero no es de extrañar que transmitan esa falta de interés por un material como este con el que tienen que lidiar: una historia en la que unos Cruzados renegados deben trasladar a una joven acusada de bruja y de traer la peste hacia un lugar donde será juzgada. El máximo problema está en la indefinición de tono que padece la película, con un guión que no sabe si decantarse por una vertiente aventurera, otra más realista o una decididamente fantástica, facetas que se mezclan sin ton ni son en la cinta y que acaban por descolocar al espectador, ya que uno nunca sabe a ciencia cierta cuáles son las cartas que quiere jugar el guionista y parece que hay tres o cuatro películas en una luchando por sobrevivir en el ajustado metraje. Dominic Sena, quien ya dirigió a Cage en la también mediocre 60 segundos (Gone in 60 seconds. 2000), consigue construir algunas secuencias adecuadamente tensas como la del puente, pero cuando llega el momento de hacer despliegues de efectos especiales se ve limitado por un presupuesto que se intuye no demasiado alto, algo que, unido a esa falta de cohesión del guión, hace que, en conjunto, En tiempo de brujas no funcione más que durante tramos aislados y que nos deje con la sensación de que, de haber intentado hacer sólo una película de terror, de aventuras o de acción, y no todas ellas al mismo tiempo, la experiencia final podría haber sido mucho más satisfactoria y no haberse quedado en un experimento con aciertos parciales pero de resultados fallidos en general. 

7 mar 2011

El Pollo Negro


En mi más reciente artículo para Crónicas de un Pueblo, relato cómo a veces ir al cine a ver una película se convierte en una experiencia física...
Acudimos a ver EL CISNE NEGRO a la sesión de las ocho. Una cola interminable, como hace tiempo que no se ve en este cine. Pienso que deben venir a ver otra peli, quizá ENREDADOS, quizá SAW VII, pero no creo que la gente acuda en masa a ver una de Aronofsky. ¿Dónde estaban cuando vi completamente solo EL LUCHADOR? Y eso que era su cinta más comercial… Llegamos a la taquilla. “Dos entradas para Cisne Negro, por favor”. “Sólo quedan en la fila dos”. “Bueno, pues para el siguiente pase”. “Fila nueve, asientos cinco y seis”. “Perfecto”. La gente se apelotona alrededor de la puerta. Algunos incluso se hacen los despistados y se cuelan. “¡Que las butacas están numeradas, por Dios!”. Descorren la cinta roja que nos prohibía la entrada, la marabunta irrumpe y buscamos nuestros asientos. Las luces están encendidas, pero los tráilers ya han empezado. Mal.

Comienza la película. Esto está abarrotado. Los anuncios en los que se han resaltado los premios y nominaciones que lleva acumulados han dado resultado: las señoras mayores sólo vienen al cine cuando hay olor a Oscar. Inquietud en la sala. La gente no sabe muy bien qué está viendo, pero está callada. “Dicen que la película es buena, así que tiene que serlo, aunque no me esté enterando de nada”, es lo que se lee en las caras de algunos compañeros de pase. Silencio sepulcral, sólo roto por algunas risas puntuales en momentos en los que otros se sienten incómodos y no saben hacia dónde mirar. Me pregunto qué estará pensando esa abuela cuando ve a Natalie Portman masturbándose. ¿Y esa niña de doce años? Los rollos van pasando y la gente se empieza a poner realmente nerviosa. El tipo que está sentado a mi izquierda se remueve incómodo en el asiento. Resopla. Su novia le pregunta qué le pasa y él dice que nada. Ella le dice que se puede dormir si quiere y él dice que no, pero no deja de bufar durante toda la sesión. Bea está colorada y me pide la botella de agua. Luego la pruebo yo y está casi en ebullición. Observo al público y empiezo a detectar movimientos de incomodidad. Me remango el jersey. “Pásame palomitas de chocolate. Échamelas aquí, que no me cabe la mano en la bolsa y no quiero hacer ruido”. Noto cómo se derriten de inmediato en mi palma. La película sigue y yo estoy sufriendo cada vez más. Natalie Portman se viste para interpretar al cisne negro… ¡Yo estoy sudando como un pollo! ¡El pollo negro! Termina la sesión, salimos a la calle y doy gracias al universo por regalarme un poco de aire fresco después de lo que he pasado. La peli está bien, tampoco es para tirar cohetes, pero no es eso lo que nos ha hecho sudar, sino el agobiante, asfixiante e infernal calor que hacía dentro de la sala. Voy a crear un grupo de Facebook: “Supervivientes del horno crematorio del Cine Conquistadores de Badajoz”.