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5 abr 2012

Especial 'REC' Cap. 4: 'REC', la esencia del miedo.

(REC. Jaume Balagueró, Paco Plaza. España. 2007. 75 minutos) 

Siguiendo este especial sobre la saga REC, nos detenemos, por fin, a desgranar qué supuso la primera película y por qué consiguió convertirse en un fenómeno sin precedentes.

Algo sorprendente es cómo se origina el proyecto: Según cuentan Paco Plaza y Jaume Balagueró, todo empezó mientras tomaban un refresco en una terraza y en al televisión emitían Aquí hay tomate, concretamente unas imágenes de Raquel Mosquera que ellos tildaron de "demoledoras". Esto coincidió con una conversación en torno a cómo crear una película de terror fresca, diferente y que supusiera un reto para el público, algo que nunca hubieran experimentado. Entonces saltó la chispa: la obsesión de los canales de televisión y los espectadores por la telerrealidad, el morbo y la agresividad audiovisual serían el vehículo perfecto para guiar al público por un túnel del terror en mitad de una sala de cine.




La película nos presenta a Ángela Vidal (Manuela Velasco), reportera del programa de televisión Mientras usted duerme, trabajando para mostrar a los espectadores cómo es el turno de noche en un parque de bomberos. Cuando suena la alarma y se desplaza junto a ellos para cubrir la emergencia, poco puede sospechar que se va a encontrar aislada en un bloque de pisos donde se ha desatado un virus que convierte a los infectados en imparables devoradores de carne humana. Sorteando el miedo y demostrando una profesionalidad inquebrantable, Ángela pide a su cámara que no deje de grabar, que no pierda detalle de lo que está ocurriendo, porque la gente tiene que saber qué está pasando allí dentro.

Miedo, angustia y pánico son tres elementos que definen al mejor cine de terror y que estaban presentes en casi la totalidad del escueto metraje de esta primera entrega de REC. Uno se podría preguntar si realmente era para tanto, si el éxito que consiguió la película estaba justificado y si los premios que le llovieron en diversos festivales tenían razón de ser. Vista la película cinco años después de su estreno, la respuesta es que sí, rotundamente sí. Para empezar porque es su intención de hacer pasar un mal rato al espectador está plenamente logrado, con todo lo que eso lleva de triunfal y, paradójicamente, de poco habitual  en un gran porcentaje del cine de terror actual (y siempre asumiendo que hay otra vertiente del género que no se puede valorar según el mayor o menor grado de miedo que provoque... como sucederá, de hecho, en parte de REC 2 y en la práctica totalidad de REC 3). Como el tiempo se ha encargado de demostrar, uno sufre más angustia cuando está contemplando algo que le podría pasar a él mismo que con historias de fantasmas, por muy adornadas que éstas estén y por mucha pátina de realismo que se le quiera dar. En REC no hace falta añadir artificiosamente esa capa porque ya viene impresa en su misma concepción, en su estructura no ya de documental, como se suele decir, sino de los propios brutos de cámara de lo que después podría ser un reportaje editado. Como ocurría en esas dos obras fundamentales, pese a quien pese, del engaño terrorífico que fueron Holocausto Caníbal (Cannibal holocaust. Ruggero Deodato, 1980) y El proyecto de la Bruja de Blair (The Blair witch project. Daniel Myrick, Eduardo Sánchez, 1999), lo que vemos en esta película es, exclusivamente, lo que ven sus protagonistas. La diferencia es que, en la cinta que nos ocupa, esa intención de verismo está depurada hasta el extremo, de tal modo que su filmación se limita a una sola cámara y principalmente a planos secuencia en los que no hay demasiado lugar para los encuadres elaborados ni para los adornos extradiegéticos (apenas algún efecto sonoro soterrado que sirve para incrementar la tensión en momentos muy determinados).

Así que, a un nivel puramente visual, nos creemos la historia porque tiene apariencia de grabación real, y porque no exagera los elementos fantásticos de su leve trama hasta un clímax final (deudor de la imaginería de Chris Cunningham) en el que estamos ya entregados a cualquier cosa que nos quieran mostrar. En su día se dijo que REC era una experiencia hueca, un simple experimento formal, acusándola de falta de profundidad argumental. Sandeces. Es cierto que el mayor interés de la película reside en su forma y que su contenido no es más que una repetición de esquemas de probada eficacia, pero... ¿y qué? Como ejercicio de estilo sigue resultando gratificante y poderosamente eficaz, especialmente si la comparamos con la cantidad de películas que se han estrenado después amparándose en el found-footage... Los problemas de la cinta, de cualquier modo, no residen en esa falta de enjundia dramática, sino en algunos cabos sueltos de guión que al fin y al cabo casi benefician a la sensación global de caos y, sobre todo, en la elección errónea de algunos actores que resultan cuanto menos familiares y que malogran en parte la pretendida naturaleza verista de la propuesta, ya sea porque sus rostros nos suenan (ahí está por ejemplo Carlos Lasarte, cuyo papel en Los sin nombre es difícil de olvidar) o porque acusan demasiado su condición de intérpretes sobreactuando en determinados pasajes. Nada que ver con el gran trabajo de Manuela Velasco, acierto brutal de casting que sabe resultar creíble tanto en los momentos rutinarios como en las situaciones límite, aprovechando de manera muy inteligente su experiencia como presentadora televisiva, aunque a veces bordee ligeramente la exageración.



De cualquier manera, Paco Plaza y Jaume Balagueró tuvieron la habilidad para rellenar esos huecos que quedaron vaciós en el guión de REC gracias al modo en el que continuaron la saga con REC 2, dando respuestas a algunas de las incógnitas que, premeditadamente o no, dejaron sin solución en esta primera parte.





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ESPECIAL REC. ÍNDICE:
4) 'REC', la esencia del miedo.
5) Próximamente.
6) Próximamente.
7) Próximamente

3 comentarios:

BORJA dijo...

Su defecto se encuentra en algunos actores y momentos reguleros que te sacan de la situación. Un casting completamente desconocido hubiera sido mejor.
No se me ocurre otra cosa que decir de ella, me parece redonda, rápida y eficaz. Quien fuera al cine buscando argumento es directamente gilipollas, ya que precisamente lo mejor de Rec es, que sin ser nada del otro mundo, cumple con todo lo que promete. tensión, terror e infectados a chorrón.
Y el final a lo Cunningham fue un regalo de despedida, un último bofetón antes de salir de la sala. Para que te duela y para que te acuerdes.

Pedro José Tena dijo...

Ese es el problema, el de los actores que nos resultan familiares. De hecho, yo habría ido incluso más lejos y habría hecho que Manuela Velasco interpretara a Manuela Velasco y no a Ángela Vidal, y habría hecho un casting de actores que no hubieran trabajado nunca delante de una pantalla de cine o televisión, entre grupos de teatro, principalmente, y que supieran improvisar.

Aún así, es por ponerle algún punto negativo, porque aparte de eso la película cumple todos sus objetivos.

Anónimo dijo...

METAMFETAMIN