
(The Forbidden Kingdom. Rob Minkoff. Estados Unidos / China / Australia / Corea del Sur. 2008. 103 minutos) Cuando los fans del cine de acción de Hong Kong soñábamos con ver a Jackie Chan y Jet Li en una misma película, jamás llegamos a imaginar que ésta vendría dirigida por el responsable de El Rey León y Stuart Little y que se trataría de un largometraje de aventuras y fantasía para toda la familia. Pero, salvando el susto inicial y haciendo frente a todos los prejuicios posibles, no se puede decir que El Reino Prohibido sea el desastre que cabría vaticinar: una vez aceptado que estamos ante un derivado de La Historia Interminable pasado por el filtro del Kung Fu, así como el hecho de que Li y Chan no sean los verdaderos protagonistas de la trama sino comparsas del inane héroe adolescente, lo cierto es que la película discurre con una fluidez encomiable (salvo algún interludio amoroso que habría sido mejor obviar) y no es difícil disfrutar con su épica de chichinabo y su aceptable sentido del espectáculo. Además, no hay mucho de lo que preocuparse cuando, aparte de Minkoff, detrás de las cámaras tenemos a Peter Pau como director de fotografía y a Yuen Woo-Ping como responsable de las escenas de acción, lo que asegura que los momentos más interesantes de la película (es decir, las peleas, en las que Rob Minkoff no tendría mucho que aportar) posean un nivel de calidad suficiente y hagan honor de su denominación de origen.

No se puede decir lo mismo del guión, obra de
John Fusco (
firmante de anomalías tan interesantes como
Crossroads o
Arma joven), que sufre un alarmante efecto batiburrillo que, no obstante, estaría del todo justificado si pensamos que la historia que narra la película sólo sucede en la cabeza del protagonista. Al igual que el personaje interpretado por
Michael Angarano,
Fusco es un apasionado de la cultura oriental que incluso se ha adentrado en la práctica del
Kung Fu y ha publicado artículos en revistas de artes marciales. Conocedor de los mitos de la narrativa asiática y de sus temáticas cinematográficas recurrentes y sus personajes más
representativos,
Fusco se identifica con el protagonista en tanto que
El Reino Prohibido sería la fantasía soñada por el personaje después de haber asimilado todo el conocimiento previo, presentándola de manera superficial y digerible para el público occidental pero manteniendo una ingente cantidad de guiños que pasan desapercibidos al profano: si bien es
relativamente fácil reconocer la figura de
Sun Wukong, el Rey Mono (aunque sólo sea porque inspirara el Son
Goku de
Akira Toriyama) o esa descendiente de
La novia del cabello blanco que hace las veces de enemiga secundaria, no resultan tan familiares otras referencias como las que hacen al director
Chang Cheh al llamar a un personaje
Golden Sparrow, evocando a la
Golden Swallow de la
película homónima, que además pronuncia una frase, "
Come drink with me", que sirvió de título a una
cinta anterior protagonizada por el mismo personaje y dirigida en aquella ocasión por
King Hu. No obstante, molesta el hecho de que a veces se note que estas referencias no son manejadas por
Rob Minkoff con la misma sabiduría y tome prestadas notas de segunda generación: resulta casi ridículo que las apariciones de la bruja del cabello blanco vayan acompañadas por una tonada musical que remite a
Ennio Morricone, que es lo mismo que decir que
Minkoff no evoca a
Ronny Yu, sino que hace un guiño a
Tarantino dejando claro que lo suyo no es un homenaje puro al cine de artes marciales oriental, sino a lo que los
occidentales poco versados en la materia creen que es el cine de artes marciales oriental.
Afortunadamente, ahí están
Jet Li,
Jackie Chan,
Peter Pau y
Yuen Woo-
Ping para aportar un toque genuino sin el cual
El Reino Prohibido podría haberse quedado en un Grandes Relatos televisivo del montón.