(Hitman. Xavier Gens. Francia/EEUU, 2007. 100 minutos). Se tiene la fea costumbre de preadmitir que toda película basada en un videojuego va a ser
una puta mierda, suponiendo que cualquier obra sucedánea de otra procedente de un "arte menor" (permítanme las comillas, el paréntesis y una carcajada) no puede ser sino un mero regalito para fans que aún no han crecido y quieren descansar sus dedos y neuronas por un momento para dejar trabajar únicamente a sus retinas durante hora y media. Mal. Pero de prejuicios está el mundo lleno y aquí no vamos a cambiarlo. En el fondo, es casi divertido ver cómo algunos se las dan de listos y de abiertos y a la hora de la verdad no son capaces de encontrar ni una mísera virtud en cosas tan disfrutables como
DOA: Dead or Alive,
Mortal Kombat o incluso la denostadísima
Street Fighter: La Última Batalla. Esto debería ser de cajón, pero ahí va: un largometraje inspirado o basado directamente en un juego
puede ser malo, pero no está
obligado a serlo. Pensar lo contrario es poco menos que un atentado contra el sentido común, por mucho que sea lo habitual.
¿Ha sido esto una manera de sentar las bases para una defensa a rajatabla de la adaptación al cine de
Hitman? No necesariamente, pero quería que mi postura hacia este
subgénero, por llamarlo de algún modo, quedara bien clara desde el principio: considero que
Hitman podría haber sido tan agradable o desagrable como lo pudiera ser una hipotética nueva entrega de las aventuras de Jason Bourne, ni más ni menos. De hecho, mis temores antes de sentarme a ver la cinta no iban por ese sentido de desconfianza general hacia el proyecto en conjunto, sino hacia algo más concreto como es la elección del actor protagonista para interpretar el papel del Agente 47. Un miedo que casi cualquiera que haya jugado a alguna de las entregas de
Hitman habrá experimentado del mismo modo. Las primeras veces que vi imágenes de Timothy Olyphant caracterizado como el famoso asesino llegué a pensar que sólo formaban parte de una broma macabra, aunque he de decir asimismo que ninguna de las otras opciones me agradaban: ni Vin Diesel (a quien colocan de Productor Ejecutivo en los créditos finales como manera de, ejem, contentarle) ni Jason Statham me ofrecen la agresividad física que el personaje de Eidos me ha trasmitido en cualquiera de sus aventuras. Y es que no basta con que sean calvos y hayan hecho pelis de acción, señores. Bien saben los que me siguen que yo pondría a Van Damme encabezando el reparto de casi cualquier cinta del género que se estrene, pero esta vez mi opción ideal era incluso más descabellada e imposible: la imagen perfecta para trasladar
Hitman al celuloide sería la de Nick Cassavetes con el look que lucía en el
Cara a Cara de John Woo. ¿No me creen? Busquen en sus estanterías esa película que deberían tener y hagan la prueba. Y cuando me hayan dado la razón sigan leyendo.
Dicho todo esto ya es hora de empezar a hablar de
Hitman, de la que lo mejor que se puede decir es que tiene el buen gusto de no tratar a su público como a adolescentes imberbes que sólo esperan acción y más acción. En ese sentido, casi podríamos pensar que
Hitman es una versión relativamente seria de
xXx, con la que comparte ciertos recursos argumentales. Pero si en la cinta de Rob Cohen todo pasaba por dejar a la audiencia boquiabierta mediante el más difícil todavía, en
Hitman todo resulta comedido y pretendidamente elegante, apreciándose incluso un cierto deje realista en las escenas de acción que, no obstante, acaba resultando molesto y decepcionante. El mayor problema de
Hitman no es que tenga poca acción como puede parecer en un primer vistazo, sino que la que hay no es memorable. Como yo lo veo, le faltan a las secuencias explosivas de
Hitman algo más de desmadre para poder retenerlas en la memoria, aunque les advierto que siempre he sido más de
Double Team que de
Heat y eso quizá les haga entender qué es lo que espero cuando me entrego a una película de acción como la que nos ocupa. Pero Xavier Gens no es ni Tsui Hark ni Michael Mann y, por querer alejarse del estilo de uno y acercarse al del otro (admitiendo que estos son ejemplos que utilizo sin saber cuáles han sido realmente las intenciones del director galo), su película acaba quedándose en tierra de nadie. Ni es tan atrevida y adrenalítica como para contentar a los fans de la acción pura y dura, ni su guión es tan interesante como para convertirse en un
thriller en el que nos involucremos de buena gana.

Por otro lado, lo que Gens sí sabe hacer bien es apelar a otros instintos primarios para contentarnos: cuando llega el momento dado y las tetas y la sangre tienen que hacer su aparición, el director no mueve la cámara hacia un lado, no nos obliga a contentarnos
en off. Y eso, sabiendo lo mojigato que es el cine comercial, lo podemos considerar como un logro. Y en cuanto a la eficacia de Olyphant como
Hitman, hay que decir que al final cumple con lo que el director quiere sacar de él: humanizar a un hijo de perra que se dedica a matar. Así, una vez vista la película, se entiende la elección de actor con cara inocente, y comprendemos también que el auténtico fallo de la película no es su fichaje como protagonista, sino el enfoque que del personaje han hecho los creadores de la cinta, quizás preocupados de que el público no fuera capaz de sentir empatía por un asesino sin escrúpulos. Algo absurdo, empero, cuando no faltan ejemplos en la historia de la industria del entretenimiento de que eso no es así. En definitiva, se puede decir que
Hitman es un producto fallido por culpa de lo mal que se han medido sus buenas intenciones. Y es que la buena intención no lo es todo, amigos...
No quiero cerrar este post sin destacar lo mucho que me amargó la sesión la presencia de un individuo que paso de adjetivar porque no quiero ponerme violento, y que sentado dos butacas a mi derecha se pasó la hora y media hablando en alto con su acompañante como si estuvieran comentando el
Gran Hermano en el salón de su casa o el partido de fútbol en el bar. Bravo por ti, campeón. La próxima vez te ahorras los 6 euros y te la bajas de internet o se la compras a un chino, que seguro que la disfrutas más y así dejas tranquilos a los que SÍ han ido al cine a ver algo. Nunca hay un
Hitman a mano cuando se necesita.