(Vantage Point. Pete Travis. EEUU, 2008. 85 minutos) Según he ido leyendo por por ahí he encontrado tres reacciones generalizadas entre los que ven esta película, a los que podemos separar en tres grupos de personas bien definidos:
1) Los Coolturetas. Su opinión es la siguiente: "Vaya mierda, esto no se parece a 'Rashomon' y la estaban comparando con la OBRAMAESTRA de Kurosawa". Nota: ellos dicen "Curosaba", no "Curosagua" como todo el mundo.
2) Los Nacionalistas. Su valoración de la película se resume en "¡Vaya puta mierdaaaaaaa, esto es México, no es Salamaaancaaaaaa!". Nota: son los mismos que decían que Misión Imposible 2 era mala PORQUE mezclaba las Fallas con la Semana Santa.
3) Los Nipatinipamís. Más complejos y acomplejados. Se les distingue porque se lo han pasado de puta madre con la película, pero como han leído por ahí que es regulera no se atreven a reconocerlo. Son de los que se intentan poner serios y sueltan frases como "Es entretenida, pero no es más que una americanada sin pies ni cabeza" mientras en realidad todavía están flipando con la persecución final de la película y preguntándose "quién coño era el malo". Nota: esta gente suele frecuentar blogs colectivos que lee mucha otra gente y dejan comentarios laudatorios a sus críticos favoritos, cuya opinión es la única que les vale y la que desean tener como propia.
Mi consejo, muy poco humilde si lo quieren entender así, es que no se fíen demasiado de ninguno de ellos. Porque En el punto de mira es una peliculita de acción que cumple totalmente sus objetivos de diversión, espectacularidad y cachondeo, tomándose a broma un tema muy serio (el magnicidio) y mareando la perdiz de forma innecesaria pero bonita, hasta llegar a completar ochenta minutos con lo que en tiempo real no ocuparía más de quince. Esto ya depende de lo que cada uno espere y entienda como válido, pero aquí lo que hay son muchos actores conocidos metidos en una trama enmarañada y tramposa, que juega vilmente con el público a ocultarle información que se irá revelando en dosis pequeñas, mucho movimiento de cámara y mucho estilo televisivo que, sorprendentemente, no choca contra la majestuosidad del formato panorámico (que era lo que fallaba en Misión Imposible 3, por mucho J.J. Abrams que estuviera de por medio). Es decir, hay elementos suficientes en Vantage Point como para irritar a muchos. Y a mí, sin embargo, me lo ha hecho pasar notablemente bien, con todas sus reiteraciones, sus giros caprichosos y esa fascinación por el voyeurismo a través de los aparatos de vídeo tan de Brian de Palma que me vuelve loco. A mí me ha convencido.
Si la ven, hagan el favor de no convertirse a la causa de ninguno de los tres grupos con los que comenzaba esta fugaz reseña, o incluso de un cuarto que no he citado: los que se lo pasan pipa riéndose de Eduardo Noriega. No les pido nada, no les obligo a que le guste la película. Pero, por favor, no me sean tan perezosos como esa gente. No me digan que "es mala porque el escenario se nota que no es la verdadera Salamanca". No me jodan.
1) Los Coolturetas. Su opinión es la siguiente: "Vaya mierda, esto no se parece a 'Rashomon' y la estaban comparando con la OBRAMAESTRA de Kurosawa". Nota: ellos dicen "Curosaba", no "Curosagua" como todo el mundo.
2) Los Nacionalistas. Su valoración de la película se resume en "¡Vaya puta mierdaaaaaaa, esto es México, no es Salamaaancaaaaaa!". Nota: son los mismos que decían que Misión Imposible 2 era mala PORQUE mezclaba las Fallas con la Semana Santa.
3) Los Nipatinipamís. Más complejos y acomplejados. Se les distingue porque se lo han pasado de puta madre con la película, pero como han leído por ahí que es regulera no se atreven a reconocerlo. Son de los que se intentan poner serios y sueltan frases como "Es entretenida, pero no es más que una americanada sin pies ni cabeza" mientras en realidad todavía están flipando con la persecución final de la película y preguntándose "quién coño era el malo". Nota: esta gente suele frecuentar blogs colectivos que lee mucha otra gente y dejan comentarios laudatorios a sus críticos favoritos, cuya opinión es la única que les vale y la que desean tener como propia.
Mi consejo, muy poco humilde si lo quieren entender así, es que no se fíen demasiado de ninguno de ellos. Porque En el punto de mira es una peliculita de acción que cumple totalmente sus objetivos de diversión, espectacularidad y cachondeo, tomándose a broma un tema muy serio (el magnicidio) y mareando la perdiz de forma innecesaria pero bonita, hasta llegar a completar ochenta minutos con lo que en tiempo real no ocuparía más de quince. Esto ya depende de lo que cada uno espere y entienda como válido, pero aquí lo que hay son muchos actores conocidos metidos en una trama enmarañada y tramposa, que juega vilmente con el público a ocultarle información que se irá revelando en dosis pequeñas, mucho movimiento de cámara y mucho estilo televisivo que, sorprendentemente, no choca contra la majestuosidad del formato panorámico (que era lo que fallaba en Misión Imposible 3, por mucho J.J. Abrams que estuviera de por medio). Es decir, hay elementos suficientes en Vantage Point como para irritar a muchos. Y a mí, sin embargo, me lo ha hecho pasar notablemente bien, con todas sus reiteraciones, sus giros caprichosos y esa fascinación por el voyeurismo a través de los aparatos de vídeo tan de Brian de Palma que me vuelve loco. A mí me ha convencido.
Si la ven, hagan el favor de no convertirse a la causa de ninguno de los tres grupos con los que comenzaba esta fugaz reseña, o incluso de un cuarto que no he citado: los que se lo pasan pipa riéndose de Eduardo Noriega. No les pido nada, no les obligo a que le guste la película. Pero, por favor, no me sean tan perezosos como esa gente. No me digan que "es mala porque el escenario se nota que no es la verdadera Salamanca". No me jodan.