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20 may 2011

'Midnight in Paris'

(Midnight in Paris. Woody Allen. Estados Unidos / España. 2011. 94 minutos) Hacían hincapié, en las noticias de un canal de televisión español, en lo importante que resultaba el hecho de no desvelar absolutamente nada del argumento de Midnight in Paris, destacando que había un elemento sorprendente en la trama que no convenía conocer antes de entrar en la sala y que, de saberse de antemano, podría arruinar gran parte del atractivo potencial de la película. Tonterías. Si han leído las opiniones de los profesionales de la crítica cinematográfica sabrán ya que no hay nada que esconder: Midnight in Paris es una película de viajes en el tiempo. No resulta ningún atentado desvelarlo porque ese detalle no es un recurso que Woody Allen utilice para dejar al espectador con la boca abierta en un hipotético final sorpresa, sino que es la manera que tiene de vertebrar el argumento de este cuento fantástico en el que un escritor de Hollywood hastiado de la vida en Estados Unidos decide instalarse en París, donde por arte de magia se traslada cada noche a los años 20 del siglo pasado y se codea con los artistas más importantes de aquel momento, encontrando de paso su propia voz como escritor y comprendiendo que una fantasía no es el mejor sitio para vivir, por muy bella que parezca. 

LO MEJOR: Marion Cotillard y el cameo de Adrien Brody.
LO PEOR: Que Woody Allen no estrene exclusivamente
películas tan logradas como esta y se empeñe en terminar
una al año, a pesar de la mediocridad de algunas de ellas.
Como ya ocurría en La rosa púrpura de El Cairo (The purple rose of Cairo. Woody Allen, 1985) o en esa pequeña maravilla que es Atrapado en el tiempo (Groundhog day. Harold Ramis, 1993), en Midnight in Paris el elemento fantástico está tratado con tal naturalidad que no hacen falta explicaciones ni justificaciones: el hecho de que Gil (un excelente Owen Wilson que no deja de recordar a Woody Allen, como ocurre casi siempre que otro actor interpreta un guión escrito por el neoyorkino) es tomado con total normalidad por el espectador, a quien no le queda otro remedio que aceptar el juego propuesto por el guión aunque en ningún momento se le indiquen los mecanismos espacio-temporales que permiten al protagonista acabar todas las noches en otra época, ni qué reglas ha de seguir para volver allí o quedarse, más allá del hecho de que tiene que suceder a partir de las 12 de la noche. Realmente no hace falta nada más, ya que la historia está tan bien contada que ni siquiera nos lleva a plantearnos las intríngulis de los saltos en el tiempo. Allen también acierta a la hora de no recrearse demasiado en postales turísticas (que también las hay, y muy bien fotografiadas por Darius Khondji), demostrando que su amor por París va más allá de su arquitectura y sus monumentos, adentrándose en el espíritu romántico y cultural de la ciudad y utilizando a la élite artística como afortunados guías de viaje. Puede que se nos escapen ciertas referencias (especialmente conseguida me pareció la referente a El ángel exterminador de Luis Buñuel), ya que a Woody Allen le gusta siempre regodearse en su erudición (un poco al a manera del tronchante personaje interpretado por Michael Sheen) y ese podría resultar uno de los escollos de la cinta. Pero eso no es óbice para reconocer en Midnight in Paris una película mágica, divertida, vitalista, sensible y melancólica, justo la pasta de la que están hechas las mejores cintas de su director. 

2 comentarios:

barton dijo...

Rinoceronte ;)

Pedro José Tena dijo...

Jajaja. ¡Qué grande está Brody aquí!