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21 dic 2009

'Donde viven los monstruos'

(Where the wild things are. Spike Jonze. EEUU. 2009. 101 minutos). 2009 será recordado por dos motivos bien distintos: por ser el año en el que se concentra la mayor pérdida de celebridades amadas que recuerdo (Michael Jackson, Patrick Swayze, John Hughes, Dan O'Bannon, Paul Naschy, Brittany Murphy...) y por haberse convertido en el recipiente de un cine teóricamente infantil (o simplemente protagonizado por niños) que se salta las reglas de cortesía hacia su público objetivo y sus protagonistas y les sumerge en historias que poco tienen de amables y ligeras. Si Déjame entrar (de 2008, pero estrenada aquí en 2009) planteaba una historia de amor entre un niño y una niña vampiro que no siempre fue niña, Up lanzaba a la cara de los infantes una contundente reflexión sobre la muerte y (la aún por estrenar en España) 9 se mostraba como una ejemplar cinta de acción y aventuras en la que apenas había alivio cómico para la chavalería, Donde viven los monstruos nos presenta un concepto de la infancia poco amable que toma las ideas del bello cuento de Maurice Sendak y las lleva un paso más allá, radicalizando la idea base y ahondando también en la moraleja de la historia: los niños son seres complejos capaces de pasar de la ternura más desarmante al salvajismo inconsciente en cuestión de segundos, fuerzas a las que si se deja fuera de control pueden resultar dañinas para sí mismas, pero también portadores de la imaginación pura, aquella que es condicionada positivamente por los estímulos que reciben del mundo exterior pero todavía no corrompida ni coartada por estos.


Y en esas coordenadas se mueve Spike Jonze en este trabajo, capaz de provocar entusiasmo, risas, desconcierto y lágrimas en una misma secuencia y con la misma contundencia con la que un niño pasa de la carcajada al llanto de un momento a otro. Así, como reflejo de la inestabilidad emocional inherente a esa temprana etapa vital en la que todavía está todo por descubrir, Donde viven los monstruos se convierte en una joya sin pulir, con sus aristas y sus imperfecciones pero también con su brillantez. Como en aquella otra maravilla que fue El verano de Kikujiro, en la mayoría de metraje de Donde viven los monstruos no ocurre nada, pero lejos de ser un demérito esto se convierte en uno de los aspectos más arrebatadores de la película: todo está supeditado a la imaginación y a la voluntad del niño protagonista y, como tal, la mayor parte del tiempo asistimos a una concatenación de juegos que acaban por convertirse en el argumento, al ser estos los que trazan el aprendizaje del protagonista y los que le guían a desechar su mundo imaginario para volver a la calidez (estricta, pero confortable al fin y al cabo) de su madre. En ese sentido, los monstruos de esa isla imaginaria están totalmente subordinados a este proceso didáctico que experimenta el niño Max, y sus problemas internos como microsociedad no son otros que los que este debe afrontar con sus mayores, por lo tanto no es de extrañar que al final (sin desvelar nada) dé la sensación de que no se ha resuelto ninguno de los conflictos que el protagonista ha generado entre los monstruos, ya que estos no son más que reflejos del que Max acaba superando en el tercer acto.

En un plano más técnico, es encomiable el modo en el que Jonze consigue que una producción de 80 millones de dólares parezca una película pequeña e intimista, que huye de la espectacularidad artificial de otras aventuras con niños y monstruos para fijar su ojo en lo humano y conseguir una sensación de placidez en el espectador que, por contraste, refuerza el impacto de aquellos momentos oscuros y casi terroríficos que nacen de las reacciones imprevisibles de las cosas salvajes del título original. Podía existir antes la duda de si Spike Jonze seguiría siendo igual de interesante sin la ayuda de Charlie Kaufman en el guión. Después de Donde viven los monstruos, cualquier suspicacia al respecto debería quedar obsoleta.

4 comentarios:

sergio dijo...

Lo mejor que ha podido pasarle a Jonze es ser una de las cabezas pensantes detrás de Jackass y olvidar al puto Charlie Kaufman. Esta es su mejor película, la única realmente buena.

Miguel dijo...

tan buena que te olvidaste de que habias visto avatar justo antes jeje

Anónimo dijo...

Hola Pedro Jose, soy yo, cinefilo, el del chat de cine de Terra, tambien conocido como Desvalijador en el foro de Van Damme. Han pasado ya más de dos años desde aquellos inolvidables tiempos en los que tan bien nos los pasábamos. Bueno... ¿oómo te va?.

Pedro José Tena dijo...

Sergio, sólo he visto 'Being John Malkovich', una vez, en Newcastle, porque cuando se estreno coincidió que estaba estudiando allí. Y 'Adaptation' no la he visto. Así que también soy más del Jonze de los videoclips y la tele.

Miguel, lo de 'Avatar' no puedo olvidarlo porque la gente se empeña en recordármelo todo el tiempo. "¿Y cómo es que a ti no te gusta Avatar, con lo que te gusta el cine?". Puagh.

Cinefilo, te recuerdo vagamente. A ti te tuvimos que echar del foro de Van Damme, ¿no?