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16 ago 2008

Kris Kross 2008

Uno de los posts más leídos y comentados de mi blog adolescente, Natural High, fue el que dediqué a Kris Kross... y aún hoy sigue generándome más visitas en un día de las que consigue este nuevo blog en dos jornadas. Eso, que en principio podría parecer una putada, me hace sentir bien: demuestra que no estoy sólo en esta obsesión vital por ver (y escuchar) el regreso de aquellos dos críos que tuvieron el mundo en sus manos y acabaron en el semi-olvido, siendo pasto de rumores y con la industria del entretenimiento practicando esa ignorancia hacia las glorias de un día que tanto le gusta ejercer. Lanzados en 1992 por el productor Jermaine Dupri, Chris Kelly y Chris Smith se mueven ahora por separado en la escena underground mientras que su antiguo mecenas sigue saboreando las mieles del éxito que consiguió con ellos, disfrutando de una fama que consolidó descubriendo a nuevos artistas de hip-hop y r&b y convirtiéndose en un personaje público (al menos en Estados Unidos) al compartir lecho con Janet Jackson. Se habla, se sueña, con un regreso a lo grande del dúo auspiciado por el propio Dupri pero, mientras tanto, tenemos que conformarnos con los modestos avances de los que un día fueron Kris Kross y hoy solamente son dos tipos rondando la treintena que luchan por volver a ganarse la vida con su música, por convertir en paréntesis lo que parecía un adiós definitivo. Perra vida.

CHRIS KELLY
Dado por muerto a causa de una teórica Leucemia que se lo habría llevado al otro barrio antes de acabar los 90, el mayor del dúo (nacido el 11 de Agosto de 1978) utilizaba el apodo de Mac Daddy y ya en los primeros años de Kris Kross demostró cierta capacidad de iniciativa y creatividad al aparecer en solitario en el álbum de Da Brat Funkdafied (1993) y escribir alguna de sus letras, antes de que su compañero se animara a hacer lo mismo más tarde. Recordemos que todos los temas de Kris Kross eran compuestos por Jermaine Dupri, salvo un par de excepciones presentadas en el tercer y último disco del dúo, Young, Rich & Dangerous (1996), en el que tanto Smith como Kelly se atrevieron con la autoproducción y las letras propias en un par de cortes. Otro hecho que demuestra que era el más aventajado es que en el improvisado álbum de despedida del grupo, Best of Kris Kross Remixed '92 '94 '96 (también del 96), el único tema inédito, Raide, estaba interpretado por Kelly a solas. En la actualidad tiene su propia discográfica independiente, C.Co.Records, pero la cosa no debe ir demasiado bien cuando al pinchar sobre su página web oficial aparece esto. Su intención era publicar un álbum bajo el nombre artístico de The M.A.C., pero ahora mismo parece más centrado en promocionar a la cantante de r&b Li-Li, a la cual produce y tiene bajo su protección. Al menos en estos temas podemos escucharle de nuevo y apreciar por dónde puede tirar su nuevo sonido en el caso de llegar a lanzar ese disco en solitario prometido. Hay que reconocer que lo que ofrece no es nada novedoso, pero no está nada mal para un muerto. De todos modos, en una entrevista exclusiva que los dos ex-Kris Kross concedieron recientemente a la revista norteamericana Jet, Kelly se muestra realista al reconocer lo difícil que lo tiene para volver a los primeros puestos y guarda un recuerdo algo amargo de su pasado como estrella infantil: "Si pudiera volver atrás habría prestado más atención a la parte de los negocios para comprender mejor lo que ocurre en la industria de la música. Se trata de tener conexiones. Si no construyes buenas relaciones, será duro tener éxito en el futuro."




CHRIS SMITH
Nacido el 10 de Enero de 1979, Smith usaba como alias Daddy Mac y solía estar en un segundo plano, no por ser menor, sino por mostrarse menos creativo que su compañero. Al contrario de lo que ocurría con Kelly, a Smith no se le volvió a ver en ningún evento, ni colaborando con nadie ni promoviendo a otros artistas, con lo cual el mundo de la música y el entertainment parecían quedarle ya muy lejos y le imaginaba dedicado a otros asuntos más modestos y personales. Sólo me equivocaba en parte: si bien es cierto que Smith retomó sus estudios y se alejó de la vida pública, no menos verdad es que ha sabido aprovechar estos años en la inopia, aprendiendo a componer y a tocar instrumentos reales además de a desenvolverse entre loops y samplers. Pensando en su pasado, resulta mosqueante verle en la primera foto de este post con un bajo y una indumentaria que le acerca más a Lenny Kravitz que a 50 Cent, pero ahí está la gracia: prepara el lanzamiento de un álbum titulado Urbane Expressions para la discográfica indie One Life Entertainment, responsable también de los dos singles que pueden escuchar en unas líneas (Lady y Life Love Liberation) y que sorprenden por lo atípico de su planteamiento, hip-rock positivista y, al mismo tiempo, crítico con las posturas imperantes en el superficial y machista mundo del hip-hop (que son los parámetros en los que, al fin y al cabo, también se está moviendo su ex-compañero Chris Kelly). Por si este cambio de registro fuera poca cosa, también prepara un libro con poemas, relatos y dibujos. De secundón a multifacético artista concienciado, Smith refuerza ese sentimiento de cambio, de evolución, recordando cuáles eran sus prioridades durante los días de gloria: "Me preocupaba más por las zapatillas nuevas que iban a salir que por mis canciones o el hecho de que pusieran nuestra música."





Como ven, después de saber los derroteros por los que transita cada uno de los Kris Kross se hace más difícil pensar en un álbum de reunión y reconquista: Kelly sigue cantándole al dinero y a la fiesta mientras que Smith intenta devolver a la mujer la dignidad perdida en el hip-hop o critica la apatía y el borreguismo juvenil. Quizá el lazo se haya roto definitivamente, pero es que después de 12 años sin que trabajen juntos, ¿qué otra cosa podíamos esperar? Les pregunto y les respondo: nos queda la sorpresa. Y la esperanza. Aunque sé que a la mayoría de los que leen este blog el regreso de los Kris Kross le importa tanto como el de los Bom Bom Chip...

12 ago 2008

Shyamalan, a tortas con el público



Que M. Night Shyamalan es un cineasta a contracorriente es algo que salta a la vista desde que, tras el merecido fenómeno causado por EL SEXTO SENTIDO (1999), decide salirse por la tangente y darle gato por liebre al público que espera una repetición de esquemas con EL PROTEGIDO (2000), una valiente (por atípica y arriesgada) aproximación al cine de superhéroes que debe servir como capítulo inicial de una trilogía cuya continuidad se ve truncada por la frialdad con la que es acogida. Con dos películas estrenadas en pocos cines, PRAYING WITH ANGER (1992) y LOS PRIMEROS AMIGOS (1996), el hindú Shyamalan ve cómo de repente se convierte en epítome y abanderado del cine de terror con la cinta sobre el niño que ve fantasmas y el muerto que no sabe que lo está. Pero él quiere hablar sobre otros temas que, más allá de esa superficie en la que se encuentran los sustos y la fantasía, son los que realmente vertebran su obra: su obsesión por la muerte y lo sobrenatural no tiene tanto que ver con el horror y la intriga como con la desesperación vital de sus protagonistas, héroes a su pesar que se ven inmersos en acontecimientos que les superan cuando lo extraordinario entra en sus vidas destrozando su cotidianidad, aunque irónicamente el público le ensalza de manera algo precipitada como nuevo maestro del suspense, cuando en realidad las miras de Shyamalan van más allá de las (benditas) limitaciones genéricas en las que parece sentirse a disgusto mientras las utiliza para tener contento al público. Y con eso en mente filma SEÑALES (2002), probablemente su película con más concesiones a la galería y la más accesible , lo cual para nada significa que sea declinable. Con ella, su primer acercamiento al fin de los tiempos visto a través una familia desestructurada, vuelve a ganarse la confianza de los que pagan entradas y acentúa ese pulso que ha marcado su carrera desde entonces y que se mantiene entre sus intereses como narrador y lo que sus seguidores le demandan. Es precisamente a partir de este brillante ejercicio de comercialidad cuando la carrera del director hindú se radicaliza y comienza a jugar con las expectativas de los espectadores. EL BOSQUE (2004) es considerada por muchos en el momento de su estreno como una estafa, pero en ella reside la esencia del cine de Shyamalan: la confrontación entre la película de horror fantástico que el público quiere ver y la voluntad del director por hablar sobre la desintegración de una sociedad manipulada y sobre los oscuros secretos de quienes están en el poder. El hecho de que al final se descubra que no hay nada de paranormal en la trama indigna a más de uno. Pero si con aquella levanta ampollas, con su siguiente film casi pone en peligro su carrera, convirtiéndose LA JOVEN DEL AGUA (2006) en su primer (e injusto, aunque comprensible debido a su atrevimiento) fracaso comercial y crítico, cuando irónicamente se entrega a la fantasía con todas sus consecuencias por mucho que la sitúe en un espacio reducido y casi íntimo. Y ahora, de su cinta más optimista salta de nuevo a la desconfianza en la humanidad con su thriller ecológico EL INCIDENTE (2008), desoladora visión de un apocalipsis provocado (presuntamente) por unas toxinas que sueltan las plantas como medio para deshacerse de su mayor amenaza: el hombre. La tibia recepción de esta aceptable película ha hecho que Shyamalan tire por otros derroteros: su próximo proyecto es el inicio de una trilogía basada en la serie de animación AVATAR: THE LAST AIRBENDER, en la que en principio se mezclan elementos como la fantasía, las artes marciales y, otra vez, el ecologismo. Y es que Shyamalan puede ser todo lo arriesgado que quiera pero, tal y como ha ido progresando su carrera, o se marca un nuevo éxito que concilie a público y crítica o lo va a pasar realmente mal para seguir levantando proyectos personales. Y que Shyamalan acabara en el ostracismo sería una catástrofe comparable a las que él plasma en sus guiones.


Publicado originalmente en el periódico Crónicas de un Pueblo.

11 ago 2008

10 ago 2008

'El diario de los muertos'


(Diary of the dead. George A. Romero. EEUU. 2007. 95 minutos). De todas las ideas que rondaron por mi cabeza mientras visionaba Diary of the Dead, la que más se repetía de todas era esta: "El viejo ha perdido la puta cabeza". Igual que llega un momento en el que el abuelo empieza a llamar a sus nietos por nombres que no les corresponden, Romero empieza a sufrir el chocheo zombi, convirtiendo lo que otrora fue summun de la reivindicación social fantaterrorífica en una torpe gallina descabezada que aletea sus alas, agónica y descordinada, mientras mancha todo de sangre pero no atina en un sitio concreto. No se sabe si lo de Romero es una crítica al poder revulsivo y congregador de los tutubos o un desesperado intento por demostrar que aún se siente joven, pero el caso es que su pataleta es inofensiva e insípida, además de altamente errática e incoherente.

Si en las anteriores entregas de esta saga que acaba de romper definitivamente (y no sólo cronológicamente) podíamos entresacar cuestiones que iban más allá del splatter y que aludían a Grandes Temas como la segregación racial, el consumismo, el militarismo o la inmigración, en Diary of the Dead apenas tenemos nada en lo que rascar y, lo que es peor, la verdadera catástrofe, ni siquiera los momentos de acción y gore son suficientes como para siquiera poder comparar esta película con Night, Dawn, Day y Land. Diary es poco menos que un truño que no sabe a qué sumidero dirigirse y eso es algo que molesta en alguien que siempre ha tenido las ideas tan claras como Romero. Pero es que hasta el concepto inicial chirría: no es ya el manuscrito encontrado, sino el manuscrito editado, algo que hace que la idea de filmar la película como si se tratara de una grabación doméstica pierda toda su fuerza, ya que al fin y al cabo se acaba jugando con múltiples puntos de vista y con un montaje a veces totalmente típico de plano-contraplano, por no hablar de lo gilipollas que resulta el hecho de que la voz en off de la protagonista (que es la que en la ficción ha montado el, ntch, documental) tenga ese poso de dramatismo pero no tenga reparo en introducir música cómica en algunos instantes (ojo al momento "me voy a Texas y a ti que te den por el ojete", porque es impagable).

Odio lo que ha hecho Romero, porque me ha llevado a un punto en el que nunca quiero estar cuando me dispongo a disfrutar de la ficción: a dudar de mi capacidad para ejercer la suspensión de la credibilidad. Sabemos que otras han sido antes, pero que en algunas secuencias estén en escena dos personajes sujetando sendas cámaras mientras otro, indefenso, esté siendo atacado por un zombi, es algo que roza el límite de lo permisible y entra prácticamente en el campo de lo risible. Pero a lo mejor de eso se trata: es posible que Romero sólo haya querido hacer una parodia de sí mismo y de la tendencia del horror hacia la primera persona, pero eso lo podría haber hecho cualquier fan con un poco de dinero y un par de fines de semanas libres. Al final lo que queda es la sensación amarga de que Diary of the Dead podría haber sido una cinta divertidísima de haber sido filmada de modo convencional (de tal manera que sus efectos de montaje no parecieran metidos con calzador) y haber potenciado sus hallazgos: un delicioso muestrario de muertes creativas aplicadas a los no-muertos (¡ese desfibrilador!) y, sobre todo, el personaje de Samuel, todo un robaescenas que se convierte en la verdadera estrella de la sesión con apenas unos minutos en pantalla.

Romero prepara ya Diary of the Dead 2. Deberían saber que no soy de esos agonías que se ponen nerviosos con las secuelas y los remakes pero... ojala Romero recapacite y se deje de estupideces de este tipo. O, casi mejor, que se le vaya la pelota del todo y haga una comedia zombi de una jodida vez, pero sin coartadas reivindicativas y sin voz en off. Por favor.