(All the boys love Mandy Lane. Jonathan Levine. EEUU. 2006. 87 minutos). De errática distribución, como casi todo lo que tocan los Weinstein, All the boys love Mandy Lane es uno de esos títulos que llegan a nuestros videoclubs de tapadillo, con un nombre anodino (Seducción mortal, en este caso) y que son condenados al ostracismo de manera injusta. Incluso por parte de quienes deberían ser sus defensores: su adscripción al género de terror genera unas expectativas entre el fandom que no se cumplen del todo, debido a un posicionamiento consciente hacia lo artie por encima de lo mainstream que provoca la incomodidad de cierto público, aquellos que se quejan tanto de ver siempre lo mismo como de no encontrarlo en cada uno de los títulos que se echan a los ojos. La película de Jonathan Levine se sitúa en los terrenos del killer on the loose, con un misterioso asesino que acecha a un grupo de jóvenes en una casa en mitad del campo, pero lo hace de un modo ciertamente peculiar. Parte del tópico, con un prólogo en el que hay una muerte violenta, posterior rótulo de "9 meses después" y ulterior fiesta en mitad de ninguna parte regada de alcohol, sexo, drogas y asesinatos. Pero en lugar de jugar al impacto por acumulación, la cinta se toma su tiempo antes de entrar en barrena, desarrollando con acierto la fascinación que Mandy Lane (una extraordinariamente bella Amber Heard) provoca sobre todo aquel que se cruza en su camino, y decide mostrar al asesino a la mitad de metraje, aniquilando de un plumazo el suspense del quién-lo-hizo y conduciendo la historia hacia páramos supervivencialistas, para culminar con un giro sorpresa (aunque en realidad no lo es tanto) que nos sitúa en los parámetros del cine indie y su visión del amor destroyer entre jóvenes desarraigados.
Lo realmente interesante del guión es que, a pesar de jugar con los tópicos, no cae en la trampa del posmodernismo ni de la autoconsciencia, alejándose de la referencia fácil y el guiño cómplice. Lo mismo se puede decir del modo en el que Levine filma la película: a pesar de la truculencia de algunas de sus imágenes, el estilo visual apuesta por la estética diurna y sobreexpuesta, potenciado por un montaje que en ocasiones parece un anuncio de United Colors of Benneton en movimiento, así como un uso inteligente de canciones trilladas como Sister Golden Hair o Sealed with a kiss. Así, All the boys love Mandy Lane se impone con personalidad propia en un mercado a tener en cuenta, el del direct-to-video que hace unos años era caldo de cultivo de material de derribo y hoy es contenedor de rarezas incómodas para las multisalas, pero de una notable capacidad para la sorpresa y el deleite del espectador sagaz.