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29 mar 2009

'Ong Bak 2'


(Ong Bak 2. Tony Jaa, Panna Rittikrai. Tailandia. 2008. 98 minutos). Los que han seguido con interés la gestación de esta película ya sabrán que no ha sido un camino fácil. Los que no, deben saber que casi le cuesta la salud a Tony Jaa. Y no por algún accidente desgraciado en una de sus secuencias arriesgadas, sino por un peligroso ansia de querer controlarlo todo que ha puesto en evidencia que no está preparado para cargar con el peso de una supeproducción de esta envergadura sobre sus espaldas. Hace unos meses se especuló mucho sobre qué había pasado con Tony Jaa, por qué este título que llevaba en rodaje desde 2006 no se había estrenado aún y cuánto habría de cierto en los rumores que circulaban sobre él: que si Jaa se había escondido en la selva cual coronel Kurtz y tardaron dos meses en encontrarle, que si se había dado a la magia negra y quería abandonar el cine, también que estaba siendo presionado por la mafia y le tenían secuestrado, que se había pirado con el dinero de los productores porque se estaba gastando todo el presupuesto y no iba a poder terminar la película... La realidad parece ser que Tony Jaa se acojonó al ver que no era capaz de cumplir con todas las responsabilidades que había querido asumir (ser el protagonista, el guionista, co-productor, coreógrafo y director) y se tuvo que parar el rodaje hasta que llegó a un acuerdo económico con los productores (que habían invertido ya demasiada pasta como para que el proyecto quedara inconcluso) , acordando que el director Panna Rittikrai terminaría de filmar las escenas que faltaban, según él mismo aproximadamente un veinte por ciento. Afortunadamente todo tuvo un final feliz: en la taquilla tailandesa ha funcionado bien y la película es, por decirlo de un modo muy resumido, brutal.



Ong Bak 2 es el Apocalypto de Tony Jaa: una sucesión incansable de apabullantes escenas de acción poseedoras de una fisicidad y violencia cristalinas unidas por un hilo argumental reducido a la mínima expresión narrativa. Apenas hay diálogos en la película porque los personajes hablan a hostias y sus pulsiones tienen más que ver con la furia, la venganza y la catarsis que con la elocuencia. Pero si estas ya eran características presentes en Ong Bak y Thai Dragon, ¿qué aporta de nuevo esta presunta precuela? Unido íntimamente a su ambientación (la historia nos lleva seiscientos años atrás), el Jaa director sorprende con un estetecismo que se aleja rotundamente de la tosca funcionalidad de Prachya Pinkaew más propia de un documental sobre stunts que del cine y que se encarga de plasmar en pantalla cada uno de los muchos millones de bahts invertidos en la película. Jaa se descubre así como un loco con sentido estético, un joven megalómano que ha pretendido hacer la película de artes marciales más grande de la historia y que casi lo ha conseguido. Le sobra cierta confusión argumental acentuada por largos flashbacks, pero el grueso es una sucesión de bellos combates (hay espacio incluso para homenajear el boxeo borracho y el estilo de la serpiente) , sucias matanzas y hasta comedidos elementos fantásticos que no hacen si no potenciar la sensación de estar ante la obra cumbre, por ahora, y más personal de alguien que, patadas y acrobacias mediante, está empeñado en plasmar a través del cine su filosofía y la de las artes marciales de un modo tan valiente y rudo como soñaba Bruce Lee. Y lo mejor es que, con todo lo que ha sufrido por el proyecto, puede que ni el mismo Tony Jaa sea consciente de la magnitud de lo que ha conseguido finalmente.


4 comentarios:

the man without eyes dijo...

que ganas tengo de ver la peli, me has puesto los dientes muy largos, y eso que ya los tenia con esta peli,jeje. Un saludo tio.

Pedro José Tena dijo...

No te hagas muchas ilusiones, THE MAN, que luego ya sabes lo que pasa. No obstante, conociendo tus gustos, me atrevo a decir que vas a f-l-i-p-a-r con Ong Bak 2.

seth dijo...

Las coreografias son buenas y variadas, con un pajillerismo visual delicioso, pero la contundencia del rodillazo tenia una etica que no debe perderse.

Pedro José Tena dijo...

SETH, no creo que aquí se pierda la ética del rodillazo, simplemente se le ponen adornos que a lo mejor no le hacen falta pero que por lo menos evitan la repetición. Después de la cantidad y la sequedad de las hostias de Thai Dragon sólo podían tirar por este camino del esteticismo.