Pero si de verdad lo quieren pasar mal con un terror más apegado a la realidad, deberían rescatar otra película que también se hace pasar por verídica y que, además, adapta el formato televisivo de los Crímenes imperfectos y otros programas similares, con dramatizaciones, testimonios y un detalle extra que convierte la experiencia en algo perturbador: The Poughkeepsie Tapes es un falso documental en el que se analiza el caso de un asesino en serie cuyo modus operandi muta a cada asesinando, manteniendo únicamente la constante de ser grabados en vídeo. Al contrario que Paranormal Activity (donde lo que vemos es únicamente, y siempre siendo conscientes de su condición de artificio, lo que los protagonistas filmaron), The Poughkeepsie Tapes posee un esquema bien definido en el que sí hay una progresión dramática y una estructura que va arrojando mayor información sobre el caso a medida que se acerca su conclusión, lo que nos conduce a un tramo final escalofriante en el que asistimos a la entrevista realizada a la que se supone es la única superviviente del psicópata protagonista (en la que queda claro hasta qué punto alguien que ha sufrido traumas similares puede quedar marcado de manera irreversible). Algo interesante de la película es que a pesar de su vocación verista no renuncia al Grand Guignol, con ese serial killer que para cometer sus crímenes se disfraza de manera bizarra y escenifica momentos de sometimiento físico y mental frente a la cámara, con sesiones de bondage extremo, además de ser aficionado a crear esculturas humanas (la cabeza de un hombre hallada sobre el vientre vaciado de una mujer). Pero no hay en ella nada fantástico, nada que, como sí sucede en Paranormal Activity, nos obligue a hacer un esfuerzo extra por asimilar como auténticas las imágenes que nos invita a contemplar, lo cual hace de The Poughkeepsie Tapes una experiencia seca, incómoda y poco apropiada para las multisalas en las que triunfa la primera.
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29 nov 2009
'Paranormal Activity' / 'The Poughkeepsie Tapes'
Pero si de verdad lo quieren pasar mal con un terror más apegado a la realidad, deberían rescatar otra película que también se hace pasar por verídica y que, además, adapta el formato televisivo de los Crímenes imperfectos y otros programas similares, con dramatizaciones, testimonios y un detalle extra que convierte la experiencia en algo perturbador: The Poughkeepsie Tapes es un falso documental en el que se analiza el caso de un asesino en serie cuyo modus operandi muta a cada asesinando, manteniendo únicamente la constante de ser grabados en vídeo. Al contrario que Paranormal Activity (donde lo que vemos es únicamente, y siempre siendo conscientes de su condición de artificio, lo que los protagonistas filmaron), The Poughkeepsie Tapes posee un esquema bien definido en el que sí hay una progresión dramática y una estructura que va arrojando mayor información sobre el caso a medida que se acerca su conclusión, lo que nos conduce a un tramo final escalofriante en el que asistimos a la entrevista realizada a la que se supone es la única superviviente del psicópata protagonista (en la que queda claro hasta qué punto alguien que ha sufrido traumas similares puede quedar marcado de manera irreversible). Algo interesante de la película es que a pesar de su vocación verista no renuncia al Grand Guignol, con ese serial killer que para cometer sus crímenes se disfraza de manera bizarra y escenifica momentos de sometimiento físico y mental frente a la cámara, con sesiones de bondage extremo, además de ser aficionado a crear esculturas humanas (la cabeza de un hombre hallada sobre el vientre vaciado de una mujer). Pero no hay en ella nada fantástico, nada que, como sí sucede en Paranormal Activity, nos obligue a hacer un esfuerzo extra por asimilar como auténticas las imágenes que nos invita a contemplar, lo cual hace de The Poughkeepsie Tapes una experiencia seca, incómoda y poco apropiada para las multisalas en las que triunfa la primera.
22 nov 2009
'Doomsday - El día del juicio'
9 nov 2009
Ministerio de Vergüenza
Es 21 de Octubre de 2009. Enciendo el ordenador, miro el correo, abro el Word para escribir la crónica de este mes, pensando en cuál de los temas de los que quiero hablar me centro. Mientras me decido, abro el Facebook. Un amigo se hace eco de una noticia: “SAW VI PROHIBIDA”. ¿Pero qué…? Decido investigar. Los periódicos no dicen nada. Empiezo a indagar en foros y blogs. Todos dicen lo mismo y parece que va en serio: el Ministerio de Cultura ha calificado la sexta parte de la saga de terror de más éxito de los últimos años como Película X. Como no termino de fiarme, entro en la web del Ministerio de cultura y me encuentro con esto:
Quien ya ha visto la película en pase de prensa dice que no hay mucha diferencia entre ésta y las cinco, CINCO, anteriores, las cuales se estrenaron sin mayor problema con una calificación para mayores de 18 años. Siendo optimista, empiezo a pensar que posiblemente sea una errata de la web del Ministerio, y que no puede ser que una producción comercial, de la que Buena Vista (propiedad de Disney) tiene 300 copias listas para estrenar en otros tantos cines, tenga la misma etiqueta que otras que aparecen debajo en el listado como ‘Las vecinas de mi barrio echan uno a diario’ o ‘Mami, mi novio es negro ¿Quieres conocerlo?’. Entro en la web ‘entradas.com’ a ver si consigo ver la película en la cartelera de alguna sala de España. Nada. Ha desaparecido. Envío a un sms a una amiga que conoce a alguien que trabaja en el cine Conquistadores de Badajoz (la información casi nunca llega de primera mano, oigan) y me confirma el desastre: no podrán proyectar la película, cuyo estreno estaba previsto para el 23 de Octubre, y toda sala que exhiba un mísero póster de la misma será multada con 60.000 euros. Bueno, todas las salas no. Aquí llega lo divertido: con esa calificación ‘Saw VI’ puede ser estrenada únicamente en las menos de diez salas de cine porno que quedan abiertas en España, lo cual resulta bastante difícil porque, según leo (no piensen que…), estos locales no tienen ya proyector de 35 mm y no pueden pasar ninguna película que no esté en formato DVD.
Según lo estipulado en la Ley de Cine de 1982, puede ser considerada X toda aquella película que muestre contenido pornográfico o haga apología de la violencia. Algún iluminado ha decidido que esta sexta parte es aún más extrema que las anteriores y le ha colocado una X que será, posiblemente lo esté siendo ya en el momento en el que escribo estas líneas, objeto de debate. O debería serlo, ya que esto puede sentar un peligroso precedente que nos haría retroceder a tiempos pasados en los que todavía existía una censura férrea que velaba, o eso querían hacer creer, por la salud mental y moral de personas que, y esto es lo que me mata, tienen capacidad de decisión y capacidad intelectual para interpretar lo que están viendo, diferenciando perfectamente la realidad de la ficción. Por otro lado, los conspiranoicos apuntan la posibilidad de que esto sea una estrategia del Ministerio para comenzar a atacar al cine norteamericano y potenciar el europeo (en la reciente ‘Anticristo’, europea, de Lars Von Trier, aparecían eyaculaciones sangrientas y amputaciones de órganos sexuales en primer plano, sin que por ello dejara de estrenarse en salas comerciales). En Buena Vista están dispuestos a apelar a la justicia, así que cuando tengan este artículo en sus manos posiblemente ya se sabrá qué ha pasado con todo este bochornoso asunto. De momento sólo puedo terminar con una palabra: vergüenza.
Publicado originalmente en la edición en papel de Crónicas de un Pueblo.
3 nov 2009
'¿Estamos muertos o... qué?'
En Dead Heat tenemos estas características bien reflejadas: por un lado una adscripción a las buddy-movies ochenteras, con dos policías de distinto carácter (aunque aquí Treat Williams y Joe Piscopo son amigos desde antes que comience la historia) intentando resolver una trama de atracos y asesinatos a golpe de tiroteos imparables, persecuciones y chistes malos; por otro, una querencia por fórmulas más antiguas que van desde el nombre de uno de los protagonistas, Doug Bigelow, que hace referencia explícita al Frank Bigelow de D.O.A. (de la que, no en vano, muestra un fragmento en determinada secuencia), hasta la elección de Vincent Price como secundario de lujo o el guiño final a Casablanca. Pero es el nombre del otro protagonista, Roger Mortis, el que nos pone en la pista sobre las intenciones del guión de Terry Black (hermano de Shane Black, quien hace un cameo como policía): un sentido del humor negro con chascarrillos alrededor de la muerte, el más allá, la resurrección y la inmortalidad. Dead Heat es una película de acción protagonizada por un muerto viviente y un compañero a punto de serlo, enfrentados a una sociedad de viejos millonarios que utilizan a su vez a otros revividos para hacerles el trabajo sucio (hasta patos y cerdos agridulces si hace falta) y que, dentro de la hilaridad, propone una idea interesante y no falta de mala baba: cuando Mortis ha fenecido, ha resucitado y sabe que apenas le quedan unas horas extra como zombi hasta descomponerse por completo, es cuando más vivo se siente, cuando puede romper las reglas de su hasta entonces cuadriculada vida, saltarse la ley de la que era representante y entregarse a una excitante aventura con los minutos contados en la que puede permitirse imitar a Terminator. Vista de nuevo la película veinte años después de su estreno, sigue siendo una comedia de acción divertida, rápida y agradable, además de un festín para los fans del látex como efecto especial favorito. Valga esta reseña, sobre todo, para descubrir la película a esos cuantos jóvenes que me leen y que no tuvieron el placer de poder conocerla en su momento.
2 nov 2009
'Infestation'
Hay sin embargo algo agradable en la película y tiene que ver con su remota eficacia a la hora de evocar la ciencia-ficción con monstruos más clásica y básica, además de un sentido del humor no demasiado fino que va desde unas situaciones afortunadamente simpáticas (los supervivientes recorriendo las calles en bicicleta para no atraer a los insectos, ya que es el único vehículo que no emite ruido) hasta unos actores que no parecen jamás creerse lo que se supone que tienen que estar recreando.
Si la pillan cualquier tarde de domingo en Cuatro o en SyFi Channel sin nada mejor que hacer, igual le sacan algún provecho. Pero no hagan ningún otro tipo de esfuerzo por verla. Aunque no aburra, no merece tanto la pena, ni siquiera por Ray Wise o el perro-araña.