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3 abr 2012

Especial 'REC' Cap. 2: Jaume Balagueró y la síntesis del mal.

Jaume Balagueró fotografiado por
Xavier Torres Bacchetta. 

Nacido el 2 de Noviembre de 1968 en Lérida, aunque criado en Barcelona, Jaume Balagueró estuvo desde muy joven expuesto al Mal: las maratones de películas a las que asistía en un cine de Vendrell le descubrieron los peligrosos e hipnóticos encantos de George A. Romero, William Lustig o Lucio Fulci, provocando en el joven Jaume una irrefrenable voluntad de descubrimiento y posterior creación de cine fantástico y de terror que culminaría en una de las filmografías más interesantes y personales del panorama español. Repasemos brevemente su trayectoria. 


Los primeros pasos: horror, fanzines y cintas de vídeo

Portada del Zineshock nº1
Animado por su pasión por el cine y los medios de masas, Jaume Balagueró se licencia en Ciencias de la Comunicación en 1991 por la Universidad Autónoma de Barcelona. Convencido de que lo suyo es hacer películas, decide matricularse en el CECC (Centro de Estudios Cinematográficos de Cataluña) y pronto comienza una carrera paralela como periodista, colaborando en varias revistas donde se explaya sobre su amor por el cine de género. Sus ansias de difusión llegan hasta tal punto que decide dirigir en 1991 su propio fanzine, titulado Zineshock y de grato recuerdo para los que tuvieron el privilegio de disfrutarlo en dicha época. Con las ideas muy claras, no deja de proclamar su defensa del cine de terror y el gore, algo que no abandona en toda su carrera, aunque posteriormente prefiere encaminarse hacia derroteros más psicológicos que sanguinolentos. 

Reuniendo valentía y fuerzas, Balagueró decide que es el momento de pasar a la acción y desfogarse rodando sus propias piezas, aunque por el momento sólo pueda filmarlas en formato vídeo. Así surgen dos rarezas imposibles de localizar, tituladas El niño bubónico (1991) y La invención de la leche (1993). A la espera de poder filmar algo de manera más profesional, Balagueró comienza también un breve periplo radiofónico gracias al programa La espuma de los días, dirigido por él mismo para Radio L'Hospitalet. 


Llega el celuloide: Alicia y Días de luz

1994 es el año en el que consigue rodar al fin un cortometraje en 35mm, de título Alicia. Con un inicio provocador e incómodo, el corto comienza con la imagen de una joven vestida sólo con unas bragas, acariciándose el bajo vientre, cuando sufre su primera menstruación y mancha de sangre el libro que tenía bajo sus pies, de título El drama de Jesús. Entonces aparecen dos tipos vestidos con trajes de látex y máscaras anti-gas (en lo luego será una constante visual en su filmografía) y la fecundan mediante una técnica, digamos, poco ortodoxa... Con efectos especiales de la por entonces casi recién estrenada DDT, Alicia supone un alucinógeno experimento que combina imágenes surrealistas con citas visuales que van desde el David Lynch de Cabeza borradora hasta la imaginería sexualizada y robótica de H. R. Giger, todo en un costroso blanco y negro muy propio de los cortometrajes españoles de la época y la evidente subversión de los símbolos cristianos. Y, además, marca un hito profesional en la carrera de Balagueró, ya que consigue alzarse con el galardón al mejor cortometraje en el Festival de Sitges. 

Estos resultados animan a Balagueró para acometer un proyecto algo más ambicioso, ahora rodado en color y que, ya desde su póster promocional, reincide en la idea de presentar un contexto en el que Dios ha dejado de existir para los protagonistas. Con un acabado más elaborado y profesional, Días sin luz (1995) ya cuenta con apoyo económico del ICAA y la Generalitat de Catalunya, algo que se nota en los valores de producción, pero no en su radicalismo temático, que sigue intacto a pesar de la ayuda de los organismos oficiales. En los créditos nos encontramos también con Nacho Cerdá en labores de producción. Narrada por una voz en off, refleja los momentos que han marcado la vida del niño protagonista, los cuales, como ya ocurría en Alicia, tienen que ver con la dolorosa maternidad, con la orfandad, con el sexo malsano y con la sensación de abandono divino y el desamparo que todo ello conlleva. El miedo a la oscuridad, al peligro bacteriológico y al instrumental quirúrgico hacen también aquí acto de presencia, anticipando otros de los recursos habituales del cine de Balagueró. El resultado es otra pieza conceptual y gore, apartada del tono festivo que se llevaba por entonces y que ya comienza a dar muestras de rasgos autorales que irán unidos al resto de trabajos del director catalán. 


Balagueró y Filmax: la alianza del terror. 

A pesar del éxito en festivales de sus dos cortometrajes profesionales, Balagueró todavía tarda unos años en poder dirigir su primera película. Antes de ello, su nombre aparece como guionista y director de La ciutat de la sort (1997), episodio de la serie de televisión Nova Ficció. Además, podemos verle trabajando como actor en el cortometraje de David Alcalde Doctor Curry (1996), interpretando al Padre Church. 

Tras un par de años esperando su oportunidad, Los sin nombre (1999) marca el debut del director en el campo del largometraje. Se trata de una producción de Filmax con la que Julio Fernández volvía a financiar una película de corte fantástico después del descalabro comercial que supuso Fotos (Elio Quiroga, 1996). Basada en la novela La secta sin nombre de Ramsey Campbell, adaptada por el mismo Balagueró, Los sin nombre narra la historia de Claudia (Emma Vilarasau), una madre cuya hija desapareció y fue hallada muerta cinco años atrás. Ahora recibe la llamada telefónica de una niña que dice ser su hija y que le pide que vaya a buscarla. Con la ayuda del ex-policía que llevó el caso, Massera (Karra Elejalde), y la de un periodista especializado en fenómenos paranormales, Quiroga (Tristán Ulloa), Claudia emprende la búsqueda de su hija y se enfrenta a algo mucho más terrorífico que un fantasma. Esta opera prima nos presenta a un Balagueró plenamente consciente de que debe aprovechar el momento, dando lo mejor de sí mismo para construir una historia de terror psicológico en la que están presentes sus obsesiones, desde las visuales (las mascarillas, la oscuridad) hasta las conceptuales, empezando por la traumática separación materno-filial y culminando con lo que sería el aspecto clave de su cine, la columna vertebral de toda su trayectoria profesional: la búsqueda del mal en estado puro, sintetizado y utilizado como arma para destruir a su reverso. El final de Los sin nombre deja al público en estado de shock y, aunque los resultados económicos son más bien discretos, los premios conseguidos en los festivales de cine fantástico de todo el mundo colocan al director en el punto de mira de los productores, deseosos de explotar el talento de un joven cineasta con ganas de comerse el mundo a bocados.

Balagueró se mantiene fiel a Julio Fernández, hasta tal punto que acepta filmar, junto a su amigo Paco Plaza, el documental OT: La película (2002), experimento que los futuros directores de REC (2007) se toman como un divertimento y una forma de relajarse en mitad de proyectos más serios. Aunque a muchos les extrañe encontrarse con un título así en la filmografía de ambos, es hasta cierto punto comprensible que acepten el encargo: al fin y al cabo, se trata de irse de vacaciones pagadas siguiendo la gira de los triunfitos por toda España y filmándoles en el escenario y en situaciones cotidianas que, en un giro inesperado, aportan algunos momentos de un incómodo dramatismo, reflejando lo poco preparados que algunos de los aspirantes a estrella estaban para la que se les vino encima. Este paréntesis, no obstante, sólo es relevante porque supone el primer trabajo conjunto de dos cineastas que son amigos desde su época de cortometrajistas y que acabarán creando, también bajo la protección de Filmax, la saga que da sentido a esta serie de artículos.

Menos de un mes después del estreno de OT: La película, llega a las salas la verdadera segunda película de Jaume Balagueró: Darkness (2002). Ya no estamos ante una pequeña producción de la que nadie espera nada; ahora las expectativas están por las nubes, gracias al grato recuerdo de Los sin nombre y al hecho de que Darkness se presente como una co-producción con los Estados Unidos en la que los mismísimos hermanos Weinstein y su Miramax han invertido dinero, rodada en inglés, con reparto internacional y un presupuesto de diez millones de dólares. Quizá por todo ello, y a pesar de la buena taquilla, la película supone cierta decepción: reincide en las obsesiones balaguerianas (el miedo a los padres, la amenaza que acecha en la oscuridad, los hospitales) y abunda en el peculiar uso que el director hace de la cámara y el montaje para sacudir al espectador (en lo que se vino a llamar El efecto Balagueró), pero la historia guarda demasiadas similitudes conscientes con clásicos del género como Terror en Amityville (The Amityville horror. Stuart Rosenberg, 1979) y El resplandor (The shining. Stanley Kubrick, 1980) como para resultar sorprendente, degenerando en una película que nos sabemos ya de memoria, que tiene que cargar con el peso de algunas interpretaciones bastante flojas y que sólo presenta momentos aislados de brillantez dentro de un conjunto poco memorable, del que, pese a todo, sale victorioso Balagueró como creador de atmósferas y de imágenes terroríficas.

La mezcla OT + Darkness provoca cierto recelo en el aficionado, quien comienza a desconfiar en el talento de Balagueró para desarrollar historias que aguanten los noventa minutos de rigor más allá de los golpes de efecto. Quizá por ello Frágiles (2005) es recibida con algo de hostilidad, también por lo poco afortunado de colocar a alguien tan inapropiado como Calista Flockhart al frente de una película de terror, recaudando menos que la anterior cinta del director y siendo estrenada en Estados Unidos directamente en DVD, incluso habiendo sido rodada en inglés. Pero lo cierto es que estamos ante una película argumentalmente superior a Darkness y visualmente más poderosa que Los sin nombre, un cuento de horror para adultos protagonizado por niños que se rompen, hacinados en un hospital que se cae a trozos y en el que reside un fantasma al que llaman "la niña mecánica" (encarnada por esa pequeña scream queen española llamada Ivana Baquero). Con personajes bien desarrollados y una buena dosificación de sustos en mitad de un contexto dramático y opresivo, además de una utilización más inteligente de los clichés, Frágiles se erige en su momento como la mejor película de Jaume Balagueró para quien esto subscribe, pese a que la reacción generalizada entre crítica y público oscila entre la ignorancia y el desprecio.

2006 es el año en el que Chicho Ibáñez Serrador, con el apoyo de Filmax y Tele 5, resucita sus Historias para no dormir con la serie de telefilmes Películas para no dormir. Julio Fernández coloca a sus protegidos Paco Plaza y Jaume Balagueró en la lista de directores que se hacen cargo de las cintas, siendo sus capítulos dos de los tres mejores de los seis que se filmaron, junto al de Álex de la Iglesia. Para entrar a vivir (2006) anticipa el terror de rellano y escalera de REC (2007) y Mientras duermes (2011), ambientando la historia en un bloque de pisos abandonado al que una pareja de novios en busca de un nuevo hogar, Clara (Macarena Gómez) y Mario (Adrià Collado), hace una visita siguiendo un anuncio que prometía que el lugar estaba en perfectas condiciones para ser habitable de inmediato. Poco puede sospechar la pareja que la propietaria del inmueble (Nuria González) es una psicópata solitaria empeñada en hacer el mal y en conseguir una familia por métodos poco ortodoxos. Con guión del propio Balagueró en colaboración con Alberto Marini y una duración de menos de setenta minutos, Para entrar a vivir representa un nuevo punto álgido dentro de la filmografía del director catalán, una miniatura asfixiante y adrenalínica en la que Balagueró se permite algo más de relajación que en trabajos anteriores, en tanto que la trama es tan escueta como funcional, y carga las tintas sobre los violentos enfrentamientos entre los personajes protagonistas y esa némesis descocada que acecha entre las sombras. Una joya que reactiva definitivamente la fe puesta en el director en sus comienzos y que se perdió de alguna manera con su segunda película.

En 2007 y 2009 nos encontramos con REC y REC 2, dirigidas junto a Paco Plaza y de las que nos ocuparemos ampliamente en siguientes capítulos de este especial. Apuntar, no obstante y de cara a la continuidad de este artículo, que el primer REC constituye un éxito sorpresa que nace de la voluntad de hacer una película pequeña y se acaba convirtiendo, de manera en principio involuntaria, en el comienzo de la primera franquicia nominal del terror español. Su secuela, pese a que decepciona a algunos fans por el cambio de tercio que se produce en su argumento y, en cierta manera, en su estilo de filmación, sirve para ampliar el universo de la serie y comenzar una saga en la que cada nueva entrega se aparta de la precedente,  dejando al mismo tiempo un inevitable grado de continuidad.

La última película hasta el momento de Balagueró como director es 
Mientras duermes (2011), proyecto paralelo a una novela homónima de Alberto Marini publicada al mismo tiempo y que es plenamente característica del director. Gira en torno a la obsesión de un portero de edificios, César (Luis Tosar), incapaz de encontrar la felicidad y empeñado en arruinar la de sus inquilinos, especialmente de la risueña Clara (Marta Etura). Mientras duermes presenta un ligero cambio de rumbo en la filmografía del director, aunque también reincida en sus constantes, sin ahorrarnos la inevitable mascarilla anti-gas ni esa obsesión que tiene Balagueró por indagar en las raíces del mal, representado aquí por un escalofriante Luis Tosar que consigue dar miedo sin caer en histrionismos ni en demasiadas acciones violentas. Pero, precisamente por este punto, la cinta posee un suspense más elaborado que en anteriores propuestas de Balagueró, ya que toda la trama se construye en torno a este elemento y escatima en escenas expeditivas que, eso sí, cuando aparecen adquieren una capacidad de impacto mayor que cuando se sobrecarga al espectador con efectismos. Con Mientras duermes Balagueró levanta el pie del acelerador, dejando a un lado la trepidación de sus últimos trabajos y volviendo a sus orígenes, a esa síntesis del mal que perseguían sus primeros cortometrajes y su opera prima como cineasta.

Lo próximo será REC 4: Apocalipsis, punto y final a la franquicia después de que Paco Plaza se encargara de la explosiva REC 3: Génesis (2012), aunque todavía es pronto para hablar de ello.


Otros trabajos. 

Ya he mencionado anteriormente la aparición de Jaume Balagueró como actor en el cortometraje Doctor Curry (1996). No es esa la única ocasión en la que el director se pone delante de las cámaras: en 2009 demuestra que tiene sentido del humor cuando se presta a parodiar la saga en Spanish Movie, de Javier Ruiz Caldera. En el papel de bombero, Balagueró se ríe del estilo que popularizó la primera REC, dentro de una amalgama de cameos y chistes de diferente pelaje. 

Su nombre aparece también en la ficha de La monja (2005), primera cinta como director de Luis de la Madrid, anteriormente montador de Los sin nombre y Darkness, entre otras. Aunque la película es un despropósito, el guión de Manu Díez se basa en una historia original de Jaume Balagueró que refleja algo que ya estaba presente en sus cortos: el miedo hacia las figuras religiosas, concretamente hacia las monjas, convirtiendo a una de ellas en epítome del mal. 

Como muchos otros directores, Balagueró tiene en cuenta  las posibilidades expresivas que ofrecen las nuevas tecnologías. Así, terminamos este repaso a su filmografía con aquellos trabajos concebidos para su difusión por internet. El primero de ellos es Sr. Rosso (2007), rodado para el NotodoFilmfest únicamente con dos teléfonos móviles y la agradecida entrega de Macarena Gómez, Carlos Lasarte y Leticia Dolera. Es una pieza de cuatro minutos en la que Balagueró elabora el suspense gracias a la confusión que se produce cuando una chica recoge a un viajero en el aeropuerto que podría no ser quien dice. Un año después, ahora con mejores medios y un acabado visual mucho más deudor de sus largometrajes, Balagueró entrega para Teaserland (Festival de trailers falsos) la promo de una hipotética El exorcista V, casi parodiando lo que el público esperaría de una película suya (una niña poseída, oscuridad, escaleras...). Más ambicioso resulta el proyecto de La Wikipeli, promovido por Mahou, un esfuerzo colaborativo en el que más de 6000 usuarios de internet aportan sus ideas y opiniones para hacer un cortometraje de 25 minutos (casi diez utilizados para plasmar los nombres de los 6000 co-directores) que termina llamándose Miedo y es dirigido por Jaume Balagueró siguiendo las sugerencias de los internautas. Protagonizado por Macarena Gómez, Mario Casas y  María Castro, muestra lo que le sucede a un joven cuando, tras discutir con su novia, comete una infidelidad con una chica a la  que acaba de conocer en un bar. Y lo que sucede es, lo han adivinado, una historia de miedo en la que el muchacho es torturado por unos desconocidos con máscaras de payaso que buscan algo de él: su adrenalina. No faltan los rellanos en penumbra ni las madres raras en este trabajo de buena factura y muy propio de Balagueró, siempre al servicio de lo perverso, de lo extraño y de lo malvado... su territorio habitual.  


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ESPECIAL REC. ÍNDICE:
4) Próximamente.
5) Próximamente.
6) Próximamente.
7) Próximamente

2 comentarios:

BORJA dijo...

Como ya he comentado, Balagueró para mi es del todo apreciable y disfrutable.
Como muchos otros directores de su edad, comenzó dando gritos y pidiendo atención inmediata, pensando que con cada película estaba haciendo algo nuevo y espectacular (TODO está en Los sin nombre, y Alicia no es otra cosa que un intento salvaje, inocente y torpe por meterse en una liga que no podía jugar). De alguna manera, la edad y la experiencia le hicieron ver que su discurso no puede encerrarse en una película, y ahora tenemos a un Balagueró tranquilo, seguro, con menos histeria, que se acerca al espectador de manera fluida y no a golpes de efecto.
Con todo, yo soy fan de Darkness y Los sin nombre, como lo soy de Academia Rushmore, de Reservoir Dogs o de Cómo ser John Malkovich.
Ah! y existe un rumor sobre Alicia, puñetero pero interesante, que asegura que casi todo lo filmado estaba borroso o distorsionado, algo que se solucionó en postproducción y montaje al orientar el corto a ese lugar maléfico y depravado que llaman ¡El Arte y Ensayo!. Al parecer, el cortometraje era algo menos alucinado, pero vete a saber.
PD: Esto empieza a tomar forma y pinta rebien!

Pedro José Tena dijo...

Eso es, Balagueró ha ido aprendiendo con los años a tomarse las cosas con calma y a seguir exponiendo su discurso de manera más tranquila y elegante, sin perder su significado a pesar de que haya refinado notablemente las formas. Tengo ganas de ver hacia dónde lleva la conclusión de 'REC', seguro que por derroteros muy distintos con respecto a la tercera parte (y ya sabes que me gustó mucho la tercera, pero cada cambio de capítulo obliga a un tono diferente).

Muy interesante el rumor sobre 'Alicia', no tenía ni idea.

Gracias, Borja.