La elección de La Cosa de John Carpenter como motivo visual de este blog no es arbitraria, a pesar de que hasta ahora sólo haya hecho mención a ella en un par de posts y a título anecdótico. Si me atreviera o me viese obligado a nombrar una película como mi favorita, cosa a la que normalmente me niego porque siempre me ha parecido poco sensato reducir TODO a un sólo título, existen muchas posibilidades de que al final la elegida fuera esta obra maestra de 1982 que, como otras cintas de las denominadas de culto, fue vapuleada en su momento para acabar siendo reivindicada como una obra fundamental en su género (y eso como mínimo).
Algunos acusaron a Carpenter de hacer pornografía de la violencia (lo que algunos listos de hoy en día han venido a denominar "gorno" aplicándolo a cintas como Hostel y similares) y casi le cuesta la salud, cáncer de piel aparte, cuando vio cómo lo que él consideraba durante el rodaje su mejor trabajo hasta la fecha acababa siendo masacrado por buena parte de la prensa y del público, más preocupado aquel año por ver E.T. que un extaterrestre con mala hostia y sin forma de mojón con ojos. En la ilustre lista de fracasos cinematográficos inmerecidos La Cosa merece figurar con honores en los puestos más avanzados, pero hoy no escribo esto para romper ninguna lanza a su favor porque ya no le hace falta. Si saco a relucir la cinta es para mostraros otra de esas secuencias que llevo grabadas en las entrañas y todavía hoy me siguen impresionando, en este caso una de las exhibiciones de efectos especiales físicos más deslumbrantes y explícitas que soy capaz de recordar. Podría ponerme poético diciendo que cuando se abre el pecho de Norris el espectador cae súbitamente en el pozo del terror al mismo tiempo que los brazos del doctor y que allí quedamos atrapados y cercenados por el festival de truculencia que desfila delante de nuestros ojos... Pero creo que la expresión que mejor define la sensación al ver el vídeo es la que se escucha al final del mismo: "You gotta be fucking kidding". Y es que, efectivamente, esto es tan impresionante que parece una jodida broma. Disfrútenlo. Que Rob Bottin hiciera todo esto con 22 añitos nos hace sentir a todos más mierdas aún... Padézcanlo.
Algunos acusaron a Carpenter de hacer pornografía de la violencia (lo que algunos listos de hoy en día han venido a denominar "gorno" aplicándolo a cintas como Hostel y similares) y casi le cuesta la salud, cáncer de piel aparte, cuando vio cómo lo que él consideraba durante el rodaje su mejor trabajo hasta la fecha acababa siendo masacrado por buena parte de la prensa y del público, más preocupado aquel año por ver E.T. que un extaterrestre con mala hostia y sin forma de mojón con ojos. En la ilustre lista de fracasos cinematográficos inmerecidos La Cosa merece figurar con honores en los puestos más avanzados, pero hoy no escribo esto para romper ninguna lanza a su favor porque ya no le hace falta. Si saco a relucir la cinta es para mostraros otra de esas secuencias que llevo grabadas en las entrañas y todavía hoy me siguen impresionando, en este caso una de las exhibiciones de efectos especiales físicos más deslumbrantes y explícitas que soy capaz de recordar. Podría ponerme poético diciendo que cuando se abre el pecho de Norris el espectador cae súbitamente en el pozo del terror al mismo tiempo que los brazos del doctor y que allí quedamos atrapados y cercenados por el festival de truculencia que desfila delante de nuestros ojos... Pero creo que la expresión que mejor define la sensación al ver el vídeo es la que se escucha al final del mismo: "You gotta be fucking kidding". Y es que, efectivamente, esto es tan impresionante que parece una jodida broma. Disfrútenlo. Que Rob Bottin hiciera todo esto con 22 añitos nos hace sentir a todos más mierdas aún... Padézcanlo.