(Warriors of Heaven and Earth / Tian di ying xiong. He Ping. China / Hong Kong. 2003. 115 minutos) Estrenada de forma limitada en España después de los buenos resultados económicos de Tigre & Dragón y Hero, Guerreros del Cielo y la Tierra poco tiene que ver con aquellos arrebatos esteticistas de Ang Lee y Zhang Yimou. Más bien lo contrario, He Ping apuesta por una película clásica de aventuras narrada sin apenas florituras y que toma prestados algunos rasgos del chanbara japonés, el wuxia hongkonés (especialmente el anterior a la década de los 70) y el western norteamericano, de tal modo que no esperen ver luchas con cables que desafían la gravedad (sólo utilizan el wirework en momentos muy puntuales), estampas preciosistas o cualquier intención de poética en movimiento. Dicho así, y después de ver el tráiler y el póster, uno podría podría pensar en aburrimiento o en prosaísmo, pero lo cierto es que la película va ganando fuerza a medida que avanza y presenta una historia atractiva y dinámica poblada por personajes ciertamente interesantes, en especial el teniente Li (Jiang Wen), acusado de insubordinación junto a sus hombres al negarse a asesinar a unos inocentes, y el emisario japonés Lai Xi (Nakai Kiichi), cuya misión es acabar con el primero para poder luego volver a su país. Sin embargo, ambos deben formar alianza para sobrevivir a un enemigo común y a las inclemencias del desierto del Gobi, mientras intentan hacer llegar a buen puerto el tesoro secreto que guarda un joven monje.
Y en ese último detalle, en el tesoro que deben transportar, es donde reside lo único que chirría en la película: una desviación hacia el misticismo que no sólo puede hacerse indigesta por motivos puramente narrativos sino también visuales, puesto que es la culpable de la aparición de algunos efectos infográficos bastante pobres y que no hacen ningún bien a todo lo conseguido en el resto de metraje. Dejando este escollo a un lado (y lo baboso de su título), Guerreros del Cielo y de la Tierra es un largometraje apreciable y hasta emocionante por momentos, una de esas historias que tanto nos gustan sobre el honor entre guerreros y la amistad perenne, con secuencias bélicas más eficientes que espectaculares y un reparto bien avenido. No hay nada memorable en ella ni se distingue mucho a primera vista de otras cintas de su corte, pero finalmente no es tan anodina como hace pensar su publicidad.
Y en ese último detalle, en el tesoro que deben transportar, es donde reside lo único que chirría en la película: una desviación hacia el misticismo que no sólo puede hacerse indigesta por motivos puramente narrativos sino también visuales, puesto que es la culpable de la aparición de algunos efectos infográficos bastante pobres y que no hacen ningún bien a todo lo conseguido en el resto de metraje. Dejando este escollo a un lado (y lo baboso de su título), Guerreros del Cielo y de la Tierra es un largometraje apreciable y hasta emocionante por momentos, una de esas historias que tanto nos gustan sobre el honor entre guerreros y la amistad perenne, con secuencias bélicas más eficientes que espectaculares y un reparto bien avenido. No hay nada memorable en ella ni se distingue mucho a primera vista de otras cintas de su corte, pero finalmente no es tan anodina como hace pensar su publicidad.