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1 may 2010

The lovely fat, the awful bones


En el último número de Crónicas de un Pueblo, un poquito de cera para Peter Jackson. A mí no me miren... él se lo ha buscado.

Hace mucho, mucho tiempo, Peter Jackson era un niño neozelandés que tras ver KING KONG (1933) sintió una especie de epifanía y decidió consagrar su vida al cine. Así, dedicó su juventud a crear películas locas desde un punto de vista temático y visual (MAL GUSTO, EL DELIRANTE MUNDO DE LOS FEEBLES, BRAINDEAD: TU MADRE SE HA COMIDO A MI PERRO), pero en 1994 consideró que ya no podía ir más lejos en cuanto a hilaridad y se puso serio con CRIATURAS CELESTIALES, un drama sórdido basado en hechos reales que mantenía cierto espíritu fantástico. Y finalmente el Peter Jackson que conocíamos murió un poco dos años después con AGÁRRAME ESOS FANTASMAS, acercándose al mainstream. Tiempo después apareció un nuevo Peter Jackson, alguien más ambicioso que quería jugar a ser mayor y que pretendía marcar su nombre a fuego en la Historia del Cine, así en mayúsculas. Fue el Peter Jackson de la trilogía EL SEÑOR DE LOS ANILLOS. Entonces el ego de aquel simpático gordito de las antípodas fue creciendo a medida que decrecía el tamaño de su barriga. Surgió un nuevo (otro más) Peter Jackson: un tipo delgado, sin gafas, igual de despeinado y ahora con canas en la barba, billetes en la cartera, muchos Oscar en su vitrina y un sueño que cumplir. Entonces hizo su KING KONG y aburrió a casi todos con una película afectada de gigantismo donde los defectos acababan pesando más que sus virtudes, por otro lado, evidentes.
Y ahora, en una jugada que recuerda a la que hizo después de BRAINDEAD, cuando fue consciente de que no podía dar más de sí en cuestiones artificiosas y se sacó de la manga aquel drama con Kate Winslet, ha vuelto con THE LOVELY BONES para emitir un mensaje evidente y aborrecible con el que pretende decir, en mayúsculas y negrita que yo no reproduciré, que ya no es un joven loco por el gore y la diversión sino todo un artista y un cineasta serio. Lo que Jackson ignora es que cuanto más serio se toma uno a sí mismo más ridículo acaba pareciendo, y este se convierte en el mayor pecado de su última película. Adaptando la novela ‘DESDE MI CIELO’ de Alice Sebold, que narra la historia de una niña que observa desde el limbo cómo su familia se descompone después de su asesinato, el otrora vigoroso Jackson se ha puesto pasteloso hasta niveles ridículos, proponiendo una especie de purgatorio que parece un anuncio de compresas e introduciendo golpes de humor bobo en medio de la tragedia y el suspense (que no se sustenta en averiguar quién ha sido el asesino de la niña, ya que el espectador lo conoce desde el principio, sino en cómo consigue la difunta que su familia descubra al culpable desde el más allá). Es una lástima que, a pesar del estupendo trabajo de Saorsie Roman en el papel de Susie Salmon, de la fuerza de algunas de sus imágenes y de unos interesantes primeros treinta minutos, la película acabe perdiendo el norte y rellene muchos minutos de sus dos horas de duración con escenas redundantes, onirismos azucarados y saltos al vacío de la pochez.
Lo próximo de Peter Jackson, a medias con Steven Spielberg (otro que se ha encargado de cargarse su reputación él solito), es una adaptación en 3D y con animación realizada por captura de movimiento de… TINTÍN. Conmigo que no cuenten.

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