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16 sept 2010

'Centurión'

(Centurion. Neil Marshall. Reino Unido. 2010. 97 minutos) En el cortometraje Combat (1999), Neil Marshall planteaba las relaciones interpersonales que se establecían en un pub inglés como un campo de batalla en el que un corazón roto era, literalmente, eso: uno de los personajes moría con el pecho ensangrentado después de ser abandonado por su chica, mientras que los diálogos del resto de personajes y los sonidos típicos de la vida nocturna eran sustituidos por ráfagas de ametralladoras y explosiones. Si en ese trabajo Marshall ya utilizaba el mismo tipo de fuente que John Carpenter emplea en sus títulos de crédito, también dejaba claro que la sutileza no era lo suyo, sino que prefería atacar a los sentidos mediante la aliteración audiovisual y conceptos tan obvios que resulta absurdo criticarlos por evidentes. Homo homini lupus, que dirían Plauto y Hobbes, es el leit-motiv de la obra de Marshall, con la peculiaridad de que en ella a veces los enemigos son directamente lobos, monstruos o punks postapocalípticos.

Desprovista del elemento fantástico en cuanto a la historia que cuenta, pero no en las formas que emplea para hacerlo, Centurión es una película totalmente coherente con el resto de la filmografía de Marshall y contribuye a afianzar su reputación como uno de los pocos autores del cine de serie b que consiguen estrenar sus trabajos en salas de todo el mundo. Basándose en la misteriosa desaparición de la Novena Legión Romana tras encaminarse hacia la guerra contra los Pictos (quienes dominaban el centro y el norte de Escocia), Marshall olvida pronto las escenas de masas y la épica histórica con la que la distribuidora ha vendido la película (creando la falsa expectativa de estar ante un nuevo Gladiator), para poder centrarse en lo que de verdad le interesa y que viene a ser lo mismo que ya nos había contado en su trabajos previos: la lucha por la supervivencia en un territorio hostil, unido a la amenaza no sólo de los enemigos, sino a las traiciones que se producen dentro del mismo grupo amigo. A medida que va reduciéndose el número de personajes, masacrados de manera gráfica, se va haciendo evidente que Marshall no pretende otra cosa que filmar una cinta de acción y supervivencia, llena de violencia explícita que no se regocija en la espectacularidad de sus momentos expeditivos (como sí sucedía en 300, por ejemplo, otro título con el que Centurión tampoco tiene demasiado que ver a pesar de las apariencias), sino que pretende hallar un realismo sucio y contundente que sólo se ve manchado por el abuso de la sangre infográfica en una cantidad considerable de planos. Por otro lado, se permite el lujo de cuestionar la figura heroica: la villana de la función ha sido violada y mutilada por los antecesores de los héroes, además de haber sufrido la horrible visión de asistir al asesinato de su familia, con lo que un pequeño giro en el punto de vista de la película nos situaría frente a una historia de venganza protagonizada por Olga Kurylenko, algo realmente apetecible y que daría para otra cinta digna de ver. Centurión también tiene sus problemas, como la incómoda aparición del personaje interpretado por Imogen Poots que deriva en episodios románticos del todo prescindibles junto a Michael Fassbender, o la ya habitual confusión en las escenas de acción filmadas por Marshall, pero supone una de las películas más rotundamente disfrutables de la temporada que termina, con momentos tan logrados como la emboscada en mitad del bosque o el enfrentamiento entre Kurylenko y Dominic West. Neil Marshall sigue siendo de los nuestros, aunque se vista de romano. 

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