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4 sept 2010

'The Karate Kid'

(The Karate Kid. Harald Zwart. Estados Unidos / China. 2010. 140 minutos) Injustamente vilipendiada, principalmente por su condición no tanto de remake como de reutilización comercial de un esquema y título anclados en la memoria colectiva, este nuevo Karate Kid sabe luchar contra las adversidades y plantarse firme ante nuestros ojos como una película mucho mejor de lo que podríamos esperar. Para empezar, el título ya supone un problema de lógica, ya que aquí se habla de Kung Fu. Pero hasta en ese detalle acierta el guión: "karate" es el nombre que utiliza cualquier occidental ignorante sobre el tema (aquí representados por la madre del joven protagonista) cuando se refiere a las artes marciales. Esto supone una de las varias burlas que presenta la cinta hacia los tópicos, empezando por la desmi(s)tificación de la figura del profesor Miyagi de Pat Morita a favor del mucho más humano Sr. Han que compone Jackie Chan (que utiliza un matamoscas en su primera aparición, incapaz de atrapar al insecto con sus palillos). El problema que supone el traslado del protagonista a otra ciudad (aquí, otro país, otro continente, otra cultura) es ahora potenciado por conflictos raciales y sociales que añaden consistencia básica, elemental si quieren, pero sólida, a la historia. Es un alivio que los responsables de este Karate Kid no hayan tomado el camino de la parodia fácil o la reinterpretación descreída. En cambio, nos regalan una excelente muestra de cine popular, una película diseñada para gustar a casi todo el mundo pero al mismo tiempo construida sobre unas bases que van más allá de lo acomodaticio y que, además, presenta algunos momentos que consiguen arrancar una emoción pura mediante hallazgos imprevistos: la secuencia en la que Han se derrumba y, sin ninguna elipsis, es continuada por un gesto inesperado con el que el alumno enseña una lección vital a su maestro es, poca broma, un prodigio de interpretación, dirección, montaje, acompañamiento musical y concisión narrativa, condensando en apenas unos minutos una serie de cualidades que alcanzan una armonía perfecta difícil de hallar en el cine comercial de hoy en día. 

Es fácil cargar las tintas contra lo evidente que resulta The Karate Kid como vehículo de lucimiento para Jaden Smith producido por sus propios padres, pero no deberían dejar que ese detalle les ciegue. Es posible que el joven haga en ocasiones derroche de una chulería algo incómoda y antipática, pero sus esfuerzos por resultar creíble tanto en los momentos de puro dramatismo como en los de artes marciales resultan dignos de admiración. También podemos atacar la duración de la película, especialmente los que, como yo, pensamos que casi todas las historias pueden contarse en noventa minutos o menos. Pero esta es una de esas raras ocasiones en las que dos horas y veinte discurren con fluidez sorprendente, debido a una querencia por el desarrollo de personajes y por explicar con calma su evolución que destroza cualquier prejuicio que pudiéramos sentir ante el concepto "remake de Karate Kid". Por si fuera poco, las escenas de artes marciales no provocan vergüenza ajena (como sí sucedía en la saga protagonizada por Ralph Macchio), sino que están filmadas con una espectacularidad notable, incluso con el viejo uso del zoom-out como punto de arranque de las hostias después de la provocación verbal o gestual. Y, a nivel exclusivamente personal, ver esta película con excelente compañía femenina y en una sala llena de un público que rompía a aplaudir en los momentos cumbre, algo realmente poco habitual, ha sido una de las mejores experiencias cinematográficas de los últimos meses. 

2 comentarios:

Anónimo dijo...

:-) Gracias tambien a ti por acompañarme a mi, espero repetir muchos miercoles más en sesión infantil XD. A ver si consigues culturizarme un poco en esto del cine, aunque sigo resistiendome al género que ya sabes jej ¿La próxima en 3D?

María dijo...

mira que no me gustan mucho las películas de acción, peleas, etc (ya veo que por aquí hay mucho van damme, equipo A, stallone y compañía, que no es tu caso, jejeje..
a lo que voy, que esta película sí me llama la atención, pon que somos una generación que nos hemos criado con karate kid y los gonneys, etc.. así que supongo que eso me tira. pero, además, me da buena pinta, sí. la tengo que ver.

bueno, pedro, pues por aquí me tienes, que tenía pendiente uan visita a tu web, niño.
soy María (donde envías tus crónicas mensuales, ya sabes.. por no escribir aquí mucho más).
te he dado paso a mi blog, está privatizado "gracias" a factores externos que me han obligado, así que te doy paso con tu email a mi mundo secreto.

un beso!