(The New Daughter. Luis Berdejo. Estados Unidos. 2009. 108 minutos) Luis Berdejo como guionista es un tipo capaz de lo mejor (Películas para no dormir: Cuento de Navidad) y lo peor (Imago Mortis). El Berdejo director se ha construido una carrera sólida con una serie de cortometrajes como La guerra o For(r)est in the des(s)ert en los que demostraba una pericia técnica y narrativa muy a tener en cuenta. Su debut en el largometraje, financiado y rodado en Estados Unidos, posee rasgos de esta eficacia para contar historias de manera elegante y sobria, pero también un ritmo somnífero que arruina algunos de los logros de la película. Es encomiable que Berdejo haya decidido hacer una película de terror centrada en los personajes y que se toma su tiempo para explicar la historia, centrándose no tanto en los sustos y el gore como en el suspense contenido y creciente, pero esa falta de intensidad es al mismo tiempo su peor enemigo, ya que puede adormecer al espectador (especialmente al de los festivales, que exige algo de brío cuando lleva viendo películas desde las 8 de la mañana y tiene que enfrentarse a títulos como este pasada la medianoche). Suerte que cuenta con la baza de las buenas interpretaciones de Kevin Costner e Ivana Baquero, con una digna banda sonora de Javier Navarrete y con interesantes ideas que utilizan el horror telúrico para hablar, en realidad, de los cambios hormonales de una adolescente y los problemas de su padre para encajar la transformación. Porque al fin y al cabo eso es La otra hija, aunque con un final menos agradable que cualquier pesadilla que tuvieran durante su pubertad.
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31 oct 2010
Especial Sitges 2010: 'Insidious'
(Insidious. James Wan. Estados Unidos. 2010. 93 minutos) Conocer en persona a James Wan resulta chocante: parece mentira que ese joven con aspecto de veinteañero resacoso de risa floja y maneras nerviosas sea el responsable de Saw, Death Silence (quizá su mejor película) y Death Sentence. Sin embargo, a pesar de las apariencias, Wan sigue consolidándose como una de las mentes más interesantes del fantástico moderno gracias a Insidious, película que quizá se adhiera con mayor apego al subgénero al que pertenece que las anteriores de su filmografía, en cuanto a que es más respetuosa con los códigos genéricos a los que se adscribe, pero que no por ello deja de resultar un modélico ejercicio de terror clásico que, tirando de referencias, sitúa a los personajes de Poltergeist o La leyenda de la mansión del infierno en la casa de Paranormal Activity para adentrarlos en el más allá lleno de luces y niebla de El secreto de Joey. La presencia en la producción de Oren Peli, director del primer Paranormal Activity, nos hace pensar en Insidious como si fuera una versión mejorada de aquella, narrando con estilo clásico, terrorífico y artesanal más o menos lo mismo, es decir, las tribulaciones de una familia contra una fuerza maligna que no está anclada en un edificio, sino que va siguiendo a una persona en concreto vaya donde vaya. ¿Cómo escapar del Mal cuando uno lo lleva dentro? Con la ayuda de unos cazafantasmas que, gracias a sus herramientas y a su actitud (uno de ellos interpretado por el guionista, Leigh Whannell), aportan ciertas dosis de distanciamiento irónico dentro de un clima general de respeto hacia las haunted-house-movies. A pesar de rendirse finalmente a las convenciones del subgénero y a que pierde el norte por momentos (especialmente durante el clímax final, más fantástico que terrorífico y con un diseño de producción discutible), Insidious contentará a los que gusten de pasar miedo en el cine y que empiecen a estar cansados del terror subjetivo. Bravo por James Wan.
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Especial Sitges 2010: 'Besouro'
(Besouro. João Daniel Tikhomiroff. Brasil. 2009. 93 minutos) Hasta ahora, el mejor exponente que la Capoeira tenía en el cine era la modesta y apreciable Sólo el más fuerte (Only the strong, 1993), dirigida por Sheldon Lettich y protagonizada por Mark Dacascos, película que sobresalía por su exotismo entre el exceso de producción de cine de artes marciales que se produjo en Estados Unidos a principios de los 90 gracias, principalmente, a lo bien que funcionaban en los circuitos domésticos los títulos de Jean-Claude Van Damme y Steven Seagal. Besouro viene a aportar algo más de legitimidad al asunto narrando la historia de Manoel Henrique Pereira (1895-1924), figura mítica entre los capoeiristas que adquirió el apodo de Besouro ("Escarabajo" en portugués) debido a su flexibilidad y a su capacidad para esconderse y huir de los problemas. La cinta transcurre en el último año de su vida y narra, en clave mística y ligeramente fantástica, los enfrentamientos de Besouro contra los caciques que esclavizaban a los negros en el estado brasileño de Bahía y penalizaban la práctica de la Capoeira. Se trata de una hagiografía, entonces, en la cual tiene mucho peso la religión Yoruba y sus Orixás, y en la que la figura de Besouro aparece retratada como la de un santo con poderes que desafían las leyes físicas y que aportan a la película, de manera inesperada y agradecida, ocasionales toques de espectacularidad en mitad de un contexto realista e histórico. Quizá, si han visto el tráiler, hayan pensado en un Ong-Bak brasileiro, pero Besouro posee una calidez humana de la que carece cualquier título protagonizado por Tony Jaa, preocupándose por desarrollar los personajes y las relaciones que se establecen entre ellos, de tal modo que por momentos (y esto puede resultar un lastre para algunos espectadores) olvidamos por completo que estamos viendo una película teóricamente de artes marciales, adentrándonos en un drama sobre la explotación social y racial en la que los protagonistas, además de saber patear culos, sienten y padecen. Besouro no es, desde luego, el film espectáculo que podría haber sido y, en ese sentido, no se puede decir que supere a las exhibiciones vistas en Sólo el más fuerte; tampoco es estrictamente una cinta de aventuras o de acción, ni un drama intimista, ni una fantasía llena de magia y escenas de lucha con cables, pero al mismo tiempo es todo eso y consigue conjugar tantos aspectos de manera correcta aunque, a veces, adoleciendo una falta de ritmo y de intensidad que repercuten negativamente en el, por otra parte apreciable, resultado final.
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30 oct 2010
Especial Sitges 2010: 'Legend of the Fist: The Return of Chen Zhen'
(Jing mo fung wan: Chen Zhen. Andrew Lau. Hong Kong / China. 2010. 105 minutos) Si una de las máximas del cine es que toda buena película tiene que empezar con una explosión y después ir subiendo, Legend of the Fist es uno de los mejores ejemplos de que, a veces, es imposible seguir esa regla cuando la magnitud de la explosión inicial es demasiado grande: los primeros minutos de la película suponen los mejores que se han visto en el cine de acción en bastante tiempo, un chute de adrenalina y pura emoción cinética que dejaría en pañales a cualquier rival que intentara ponerse a su altura, pero resultan tan apabullantes que lo que viene después no puede hacer otra cosa que palidecer ante tan lustroso prólogo. Esto no sería un problema tan grave si no fuera porque el resto del largometraje está terriblemente descompensado. Las secuencias de artes marciales que aparecen a lo largo del metraje son tan apreciables y vistosas como cabe exigirle a Donnie Yen, incluyendo un clímax final que redondea el homenaje a la Furia Oriental de Bruce Lee y, de paso, sirve como continuación para la versión televisiva que Yen protagonizó de la misma en los noventa. Pero todo lo que rodea a las escenas de lucha padece de un acartonamiento desesperante, con una trama que se pierde entre el exceso de melodrama vergonzante y las reivindicaciones políticas de autoafirmación cultural china. En este caso, ni Shu Qi puede hacer nada por distraernos cuando lo que hay en medio de la acción es tan pobre e innecesariamente solemne.
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29 oct 2010
Especial Sitges 2010: 'Super'
(Super. James Gunn. Estados Unidos. 2010. 92 minutos) Super, la nueva película del director de la estupenda Slither, supuso la gran sorpresa del Festival de Sitges: una cinta que había salido aparentemente de la nada, sin poster oficial ni tráiler, con una web en pañales (www.thecrimsonbolt.com) y una premisa que recordaba demasiado a las de Kick-Ass o Defendor (también vista en Sitges y que aparece este mes directamente en DVD en nuestro país): la historia de un perdedor nato que, tras una revelación personal, decide hacer justicia y convertirse en superhéroe, a pesar de carecer de poderes o tecnología con la que enfrentarse al Mal, así en mayúsculas. Sin embargo, Super no sólo tiene personalidad propia, sino calidad suficiente como para convertirse en un clásico de culto instantáneo: la visión que da del vigilantismo no tiene nada de complaciente, como sí ocurría en algunos fragmentos de Kick-Ass (tanto en el cómic de Mark Millar como, sobre todo, en la adaptación fílmica de Matthew Vaughn, por otra parte estimables), presentando a un personaje complejo y acomplejado con serios problemas mentales (interpretado soberbiamente por Rainn Wilson) que, en su intento por hacer el Bien, acaba convirtiéndose en poco menos que un psicópata capaz de abrirle la cabeza a cualquiera que se le adelante en la cola del cine. La ultraviolencia y el humor bestia, dos de las grandes cualidades de la cinta, se ven reforzadas por un tono que oscila entre lo artesanal (la pobreza de medios es evidente), lo desenfadado (las onomatopeyas que aparecen en la pantalla al más puro estilo del Batman de los 60), lo patético (todos los personajes alcanzan cotas de un patetismo tan exagerado como enternecedor) y lo fantástico (las visiones del protagonista en las que cree recibir mensajes del mismo Dios). Los secundarios no tienen desperdicio (Kevin Bacon, Liv Tyler, Gregg Henry, Michael Rooker, Nathan Fillion y una sorprendentemente encantadora Ellen Page) y hay cameos que no deben dejar escapar (por ahí vi a Lloyd Kauffman y William Katt, aunque podría haber más). Y lo mejor es que, en este caso, el todo es mayor que la suma de sus partes. Lamentablemente, el espíritu independiente y destroyer de Super se lo pondrá muy difícil para encontrar una distribución convencional, de lo cual es buena prueba el hecho de que no tenga fecha de estreno ni siquiera en Estados Unidos. Y esto es lo que da realmente sentido a festivales como el de Sitges, donde tenemos la oportunidad de disfrutar en pantalla grande de títulos que de otro modo resulta casi imposible ver... de manera legal.
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28 oct 2010
Especial Sitges 2010: 'After.Life'
(After.Life. Agnieszka Wojtowicz-Vosloo. Estados Unidos. 2009. 104 minutos) Más allá del posible atractivo que pueda tener ver a Christina Ricci desnuda a estas alturas (y con esto me refiero a que físicamente la muchacha ha estado mucho más apetecible en otras etapas de su vida en las que era algo más que una cabeza gigante pegada a un cuerpo minúsculo y escuálido), disfrutar del como mínimo siempre correcto Liam Neeson o de las simpatías que nos pueda despertar Justin Long, After.Life es uno de esos largometrajes que resulta imposible ver sin que, en algún momento del metraje, comencemos a pensar en la cena o en qué haremos al día siguiente, mientras asistimos con desgana a una concatenación de escenas reiterativas filmadas con frialdad y aburrida eficacia artesanal. Si bien el punto de partida es interesante (las andanzas del encargado de una funeraria que posee la capacidad para hablar con los muertos que todavía no han asumido su condición de seres extintos), no es difícil dejarse llevar por el sueño y el tedio cuando un argumento así está desarrollado con esta falta de energía. A los fans de la Ricci quizá les entusiasme, eso sí.
25 oct 2010
Especial Sitges 2010: 'Héroes'
(Herois. Pau Freixas. España. 2010. 112 minutos) Aunque su estreno en el Festival de Sitges pasó algo desapercibido, principalmente por tratarse de una película a priori poco apropiada para una programación enfocada en teoría hacia el fantástico y el terror, el nuevo trabajo de Pau Freixas se encuentra entre lo mejor que pudo verse allí y, afortunadamente, ha encontrado en el Premio del Público en el pasado Festival de Málaga un buen salvoconducto para ser estrenada en todos los cines del país. La historia de un publicista de éxito que, debido a lo que parece un accidente, rememora el verano más importante de su vida (que no el mejor, como reza el cartel promocional), nos sumerge en un caudal de emociones primarias que a veces abusa del sentimentalismo pero que no puede dejar indiferente a nadie que haya crecido en la época en la que transcurre la mayor parte de la cinta (un verano de la década de los 80). El problema reside en que a veces esa voluntad por emocionar al espectador a toda costa se vuelve en contra de la película por exceso, haciendo al público demasiado partícipe de las trampas que le ponen para hacerle llorar. Pero es una falta menor en una cinta que tiene un ojo en el cine de la Amblin y otro en cómo los niños de aquella época intentaban revivir, sin conseguirlo del todo, aquellas fantasías hollywoodienses en un entorno aparentemente más pobre (bicicletas BH en lugar de BMX, canciones de Umberto Tozzi mezclándose en la imaginería infantil con las de Donna Summer y Alphaville). No llega a ser tan disfrutable como el Cuento de Navidad que Paco Plaza dirigió para Películas para no dormir puesto que aquí el punto de vista es el de un adulto que recuerda su adolescencia y no el del propio adolescente (y, sin voluntad de spoilear a nadie, aquí reside una de las trampas de la película), también se le podría pedir algo más de ritmo y mayor concisión narrativa, pero sin duda es un título muy a tener en cuenta y de los que le hacen a uno salir de la sala con la misma sensación que provoca ver un viejo álbum de fotos: el sabor agridulce de fragmentos vitales que jamás volverán y de los que sólo queremos recordar lo más bello.
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24 oct 2010
Especial Sitges 2010: 'Hybrid'
(Hybrid. Eric Valette. Estados Unidos / Alemania. 2010. 94 minutos) En cierto modo, Hybrid es un contrasentido: una película que gira en torno a un coche asesino que transcurre en un garaje de tres plantas. Elegir como amenaza un elemento móvil por definición como es un vehículo de motor y acotar su campo de acción a un espacio tan reducido, anulando la posibilidad de representar persecuciones y accidentes automovilísticos como los que abren la cinta (los únicos momentos, por cierto, en los que el 3D se hace notar), resulta algo frustrante y evidencia una falta de medios que la película debe sortear como mejor puede. Sin embargo, esta suerte de Parking 2 con un coche mutante haciendo las veces de psicópata, con su argumento agradecidamente imposible y del que no se explica más que lo necesario, resulta eficaz por su apuesta total por lo fantástico y la acción claustrofóbica, así como simpática por su falta de ambiciones. No es un título a recomendar encarecidamente, pero funciona bien como entretenimiento.
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Especial Sitges 2010: 'Rare Exports: A Christmas Tale'
(Rare Exports: A Christmas Tale. Jalmari Helander. Finlandia / Noruega / Francia / Suecia. 2010. 82 minutos) Con sus cortometrajes Rare Exports Inc. (2003) y Rare Exports Inc. - Safety Instructions (2005), Jalmari Helander construyó la base mitológica en la que se sustenta su primer largo, la versión mejorada y extendida de aquellos trabajos en los que utilizaba el humor y la fantasía para mostrar las hazañas de un grupo de cazadores y adiestradores de una especie singular: el Papá Noel salvaje. La película ganadora en Sitges 2010 amplifica los hallazgos de aquellas piezas, potenciando su espectacularidad, su sentido de la maravilla y del humor, logrando un cuento infantil terrorífico y visualmente arrebatador donde, además, disfrutamos de un giro de guión pre-clímax que nos obliga a replantearnos lo que hasta ese momento creíamos que sabíamos sobre la trama, no sólo de la película sino también de los cortometrajes previos. Se le puede achacar, eso sí, algo de morosidad narrativa, no tanto como para considerarla un corto alargado, pero sí para provocar algo de impaciencia en el espectador por culpa de la incómoda sensación de que la cinta no termina de arrancar y encontrar su camino hasta los últimos veinte minutos. A pesar de eso, Rare Exports: A Christmas Tale es un título estimulante y uno de los pocos pertenecientes al fantástico de los últimos años con la capacidad de convertirse en un clásico de culto en un futuro cercano.
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21 oct 2010
Especial Sitges 2010: 'Amphibious 3D'
(Amphibious 3D. Brian Yuzna. Holanda / Indonesia. 2010. 86 minutos) En la presentación de la película en el Festival de Sitges, el productor San Fu Maltha hablaba de ella con una desgana que hacía evidente lo poco entusiasmado que se mostraba con el material que tenía que presentar antes de que bajara del estrado, se apagaran las luces y comenzara la proyección. Se entiende: Amphibious 3D tiene todos los elementos apropiados para provocar vergüenza ajena, así que imagínense lo que debe ser plantarse ahí delante de todo el mundo y decir "a la siguiente ronda de cachondeo invito yo", dejando claro que uno ha puesto dinero para que todo eso sea posible. Es imposible tomarse en serio una película así, pero lo malo viene cuando detectamos que detrás de sus hilarantes soluciones no hay ni un atisbo de voluntad paródica. Así, frases como "no sabes con quien hablas... ¡soy bióloga marina!" o situaciones como la de Michael Paré observando con unos prismáticos el ataque de un monstruo marino sobre una plataforma pesquera sin decidir hacer algo hasta casi el final de la película, resultan ridículas del modo equivocado, puesto que no hay en ellas intencionalidad cáustica sino pura torpeza o dejadez. A ello hay que añadir unos interludios dramáticos ridículos y unas interpretaciones de espanto, una mala distribución de la acción... pero también, y aquí está la clave, un agradecido tono de serie b intrascendente y apropiadamente chabacano, unos efectos especiales aceptables y buenas raciones de gore. Es decir, justo lo mismo con lo que se contentaban hace un par de décadas cuando buscaban evasión en explotaciones latinas, mediterráneas u orientales de monster-movies y terrores marinos. En glorioso 3D.
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5 oct 2010
Depresión Vacacional
En el último número de Crónicas de un Pueblo escribo sobre los que me han parecido los dos grandes truñacos del verano 2010. ¿Algo más en común, aparte de aburrir a las ovejas? Sí: tienen a los protagonistas más equivocados que recuerdo haber sufrido en años.
Mucho se habla sobre la depresión post-vacacional, pero este verano hemos tenido al menos dos motivos para sufrir la bajona en los cines, dos películas que sólo han servido para manchar la filmografía de dos directores que hasta ahora no me habían fallado nunca y que suponen, al menos entre lo que he visto, los dos fracasos más calamitosos de la temporada estival que estamos despidiendo. Estoy hablando de AIRBENDER: EL ÚLTIMO GUERRERO y PREDATORS.
AIRBENDER, dirigida por M. Night Shyamalan, resulta ser mi primer encontronazo serio con el responsable de EL SEXTO SENTIDO, EL PROTEGIDO o SEÑALES. Basada en una serie de animación de la cadena norteamericana Nickelodeon que intentaba imitar la estética del anime japonés, la cinta de Shyamalan es su intento por demostrar que podría convertirse en un asalariado más de los grandes estudios, un artesano sin voz ni voto que ejecute con pericia los proyectos empaquetados y diseñados de antemano por las productoras, en los que la figura del director-autor brilla por su ausencia. Y a fe que lo consigue: AIRBENDER resulta una película anodina, llena de bellos efectos especiales y con una incuestionable ejecución técnica por parte del director (destacando especialmente por la forma en la que utiliza el plano-secuencia en las escenas de acción), pero carente de cualquier tipo de emoción y personalidad, tanto que podría venir firmada por Mike Newell (responsable de la horrible PRINCE OF PERSIA) o cualquiera de los otros asalariados de Hollywood y no se notaría demasiado la diferencia. Por si eso fuera poco, el protagonista debe ser uno de los peores niños actores de la historia.
También falla con el reparto la otra gran decepción del verano: PREDATORS. Intento de volver a las raíces de la mitología del personaje de DEPREDADOR, la película producida por Robert Rodriguez y dirigida por el interesante Nimród Antal (HABITACIÓN SIN SALIDA, BLINDADO) debe cargar con el lastre de tener a Adrien Brody como héroe de acción, secundado por un grupo de secundarios totalmente falto de carisma encarnando a unos personajes igual de prescindibles. El intento de introducir novedades (una nueva raza de depredadores, sus perros de caza, la ambientación en un planeta extraterrestre) es encomiable, pero no resulta suficiente cuando tenemos que lidiar con un desarrollo narrativo tedioso y previsible, que intenta seguir los pasos de la película original de 1987 pero que acaba resultando un aburrimiento de dimensiones épicas. Y eso a pesar de arrancar con una fuerza abrumadora y hacernos pensar, en sus primeros minutos, que estamos ante un relato de velocidad arrolladora. Pero poco a poco la película se va hundiendo en el fango de lo inane y no consigue salir de ahí ni con su intención de recuperar la fisicidad del cine de acción de los ochenta.
Espero traer mejores noticias en el próximo número, ya que servidor de ustedes volverá a asistir al Festival de Cine de Sitges y piensa volver cargado de buen cine y muchas cosas que contar. O, al menos, esa es la intención.
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