Buscador

2 nov 2010

Especial Sitges 2010: 'Los ojos de Julia'


(Los ojos de Julia. Guillem Morales. España. 2010. 117 minutos) Contra todo pronóstico, la película que inauguró el Festival de Sitges 2010 (y que ahora se estrena en nuestras carteleras) se erige como uno de los títulos de terror nacionales más interesantes de los últimos años. Guillem Morales, después de conseguir cierta reputación con El habitante incierto, debe lidiar con los lastres de toda producción destinada al público mayoritario (especialmente las comparaciones, inevitables pero improcedentes, con El Orfanato), pero es su habilidad para sortearlas la que hace que Los ojos de Julia supere cualquier handicap y se convierta en la lograda película que finalmente es. Se trata de un ejercicio de suspense siempre al límite de la credibilidad, lleno de situaciones tramposas e inverosímiles, de reacciones absurdas de los personajes y de secuencias de una gratuidad total, pero es en esa falta de vergüenza donde está su gracia y el motivo por el cual es fácilmente defendible: es un producto para todos los públicos donde aparece una garganta sesgada en primer plano, una bella contradicción que resume bien el espíritu de la película, siempre a medio camino entre el crowd-pleaser y el pastiche desbocado deudor de Hitchcock, Michael Powell, De Palma y el giallo, pero huyendo del esteticismo y el espectáculo grandguiñolesco (que roza, no obstante, en momentos puntuales muy de agradecer, especialmente durante su excelente tramo final). El guión es tan rocambolesco que permite al espectador imaginar cualquier resolución al límite, abriéndole el camino para giros de guión deliciosamente imposibles y confirmando lo muy a guasa, para bien, que Guillem Morales y Oriol Paulo se han tomado la historia (sensación ribeteada por algunos nombres de chiste fácil: la anciana solitaria llamada Soledad, la ciega que va de viaje a Bellavista...). Puede que a veces se le vaya la mano con el sentimentalismo, pero esas declaraciones desaforadas de amor más allá de la infidelidad y de la muerte terminan siendo una delicia. En cuanto a la dirección, Morales sabe jugar con maestría con la iluminación y los encuadres para potenciar la sensación de desconcierto de la protagonista, con recursos tan eficaces como no mostrar el rostro de determinados personajes o bien oscurecer algunas partes del plano. Sólo hay un problema importante: la película habría necesitado una actriz de verdad que aguantara el peso de la historia sin tener que recurrir a vergonzosas muecas o a elocuciones con el nivel de una obra de teatro de parvulario. Y Belén Rueda, hoy por hoy, y por mucho que en esta cinta resulte menos incómoda de ver que en ocasiones previas, no es precisamente una actriz de verdad. 

LO MEJOR: Su condición de pastiche descarado apto para todos
los públicos.
LO PEOR: Hubiera ganado bastante credibilidad con una buena actriz
protagonista.

No hay comentarios: