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1 jul 2011

'Kung Fu Panda 2'

(Kung Fu Panda 2. Jennifer Yuh. Estados Unidos. 2011. 91 min.) Hace tres años, y contra todo pronóstico, DreamWorks Animation se sacó de la manga una película que podía mirar cara a cara a algunos títulos de Pixar a un nivel técnico y, en menor medida, también narrativo. Kung Fu Panda (Mark Osborne, John Stevenson. 2008) demostraba que en DreamWorks no sólo sabían explotar el humor chabacano y coyuntural de la saga Shrek, la cual tuvo algo de gracia en su momento pero ya ha quedado totalmente anticuada, sino que también había espacio para una historia de raigambres más clásicas en la que los chistes no venían de los pedos o la parodia del último éxito de la temporada. Además, la película hacía gala de un inesperado respeto a la cultura oriental y un conocimiento notable de la tradición cinematográfica de Hong Kong, concretamente del cine de artes marciales, que a muchos nos cogió desprevenidos y supuso un aliciente extra para la típica historia de superación personal enfocada al público infantil. Ahora con la sorprendente aparición de Guillermo del Toro en los créditos como consultor creativo y productor ejecutivo, el panda Po vuelve a los cines con una aventura de mayores dimensiones que, sin embargo, sabe mantener la esencia de la primera parte y llevarla hacia nuevas cotas de espectacularidad.

LO MEJOR: El brillante momento en el que todo el equipo
se reúne para enfrentarse al ejército villano en el tremendo
combate final.
LO PEOR: Las peleas son algo más confusas que las de la
primera parte.
Obviamente, se ha perdido algo de frescura con respecto a la original, pero es un mal menor. Kung Fu Panda 2 repite buena parte del esquema dramático de la primera parte, se autocita en varias ocasiones y hasta se permite introducir fragmentos extraídos de aquélla, sin embargo, la reiteración en una fórmula de probada eficacia no es algo que aquí moleste en absoluto, pese a la evidente ausencia de riesgo que ello supone. Si en la primera parte Po buscaba convertirse en el Guerrero del Dragón, aquí se pasa también toda la película persiguiendo algo que le hará evolucionar: por un lado, una paz interior con la que podrá enfrentarse a cualquier enemigo o arma, por otro, rastrea su pasado siguiendo los fragmentos sueltos que se le vienen en forma de sueños y que le ayudarán a entender de dónde viene y cómo llegó hasta donde está. Los momentos cómicos generados por las secuencias de entrenamiento están entonces servidos de nuevo, pero también, y ahora de manera más pronunciada, se hacen más patentes algunos elementos dramáticos que añaden una dosis extra de emoción. Ambas facetas se unen a la puramente pirotécnica en un clímax final colosal en el que queda muy bien plasmado otro cambio sobre lo visto en la primera parte: si Osborne y Stevenson optaron por una planificación de las escenas de acción más clásica y enfocada en el cuerpo a cuerpo, Yuh plantea dichas escenas con un tono más épico, trepidante y apoteósico, con una utilización del encuadre y el montaje algo más dudosa pero también más espectacular, utilizando coreografías llevadas a cabo por varios personajes a la vez que se mueven por escenarios más grandes y donde el peligro llega por varios frentes. Dicho de otro modo, es como si los Cinco Venenos de Chang Cheh tuvieran que pelear en el contexto de alguna cinta del Jackie Chan de los 80. Al fin y al cabo, las dos Kung Fu Panda no son más que eso, películas de artes marciales que respetan las reglas de género y lo homenajean, a lo que no es nada ajeno la presencia de Chan en el reparto de voces y la incorporación para la secuela de Michelle Yeoh y Jean-Claude Van Damme, este último en un papel más pequeño de lo deseable pero que incluye un divertido guiño para los fans. Tal y como está el patio, con un panorama bastante triste en las carteleras, Kung Fu Panda 2 se erige como uno de los títulos más jugosos del momento, superando incluso los valores de la primera parte y generando ganas de ver una tercera. Así que no sean burros y no se la pierdan.

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