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10 mar 2006

'Frágiles'

(Fragile. Jaume Balagueró. España. 2005. 97 min.) Premiada en categoría de Mejores Efectos Especiales en la última edición de los premios Goya, Frágiles es el cuarto largometraje de Jaume Balagueró, después de Los Sin Nombre, Darkness y, ejem, OT: La Película...

Con sus cortometrajes Alicia (1994) y Días sin luz (1995) Balagueró conquistó el corazón del público freak y de los jurados de festivales de cine fantástico, gracias a sus perversas imágenes y a la oscura visión que el director catalán poseía sobre las relaciones materno-filiales. Este rasgo no se ha perdido en toda su filmografía (incluso en OT, con los protagonistas llorando por sus ahora lejanos familiares...) y fue uno de los puntos fuertes de Los Sin Nombre (1999). Hablando de esta ópera prima, su atmósfera malsana, su excelente apartado sonoro, su perturbador punto de partida... formaron un conjunto que me marcó en su momento y que hizo que colocara a Balagueró junto a mis directores españoles contemporáneos favoritos, junto a Amenábar y Álex de la Iglesia (hasta ahora, el único que no me ha decepcionado de los tres ha sido de la Iglesia...).

Así, cuando llegó Dakness tres años después la esperaba con los brazos abiertos, y el batacazo fue importante. El hecho de que el mismo año estrenara la cinta sobre Operación Triunfo no hizo más que acrecentar en mí el sentimiento de que la calidad de Los Sin Nombre fue fruto de la casualidad. Darkness se me hizo aburrida, lenta, absolutamente carente de originalidad y redundante hasta decir basta. De hecho, después de verla en el cine en su momento, jamás he vuelto a visionarla.

Visto lo visto, cuando se estrenó Frágiles no esperaba absolutamente nada de ella. Me había cansado del "estilo Balagueró" con sólo dos películas y media. Para colmo, la protagonista de Frágiles es Calista Flockhart, una actriz que no me dice absolutamente nada y cuya presencia en pantalla me resulta incómoda. Más desgana. ¿El remate?: leer unas declaraciones de Balagueró en las que decía que su nuevo largometraje no era de terror, sino un drama psicológico sobre la superación de los miedos con algunos elementos paranormales pero centrado en el argumento y no en el impacto fácil y bla, bla, bla.

Pero al final, y como me suele pasar en muchísimas ocasiones (a veces más de las que quisiera), decidí verla y saltó la sorpresa: Frágiles no sólo me ha parecido superior a Darkness, sino también a la media de productos de terror actuales que llegan a nuestras pantallas o al videoclub. Posee una historia que, si bien no es el colmo de la originalidad, sí que se sostiene con interés durante todo el metraje. Nos traslada a un desvencijado hospital infantil situado en una isla inglesa, en el cual sus pequeños pacientes aseguran ver las apariciones de lo que ellos llaman "la niña mecánica". Una nueva enfermera, ocupando un puesto suplente después de que su predecesora abandonara el trabajo aterrorizada, se encargará de desentrañar los misterios que se ocultan en el segundo piso del hospital, en el que supuestamente no vive nadie...

La cinta no engaña y ya desde un primer momento desvela sus cartas: si bien la fotografía y la música nos introducen en un clima casi intimista, acentuado por la plasmación de las turbulentas psicologías de los protagonistas, también es fácil reconocer las trampas de relojería que Balagueró disemina por la historia durante los primeros minutos para que luego vayan estallando progresivamente, hasta llegar a una traca final espectacular y tensa, que sólo se estropea por un "happy end" impropio del director catalán. De este modo, y al mismo tiempo que le explican a la protagonista los pormenores de su nuevo trabajo y la situación del hospital y sus pacientes, el espectador va obteniendo toda la información necesaria para entender que, en tales circunstancias, el horror puede saltar de un momento a otro: la situación de aislamiento geográfico del hospital, su estado arquitectónico (con las paredes agrietándose silenciosamente), la falta de personal y de material ante un inminente traslado, los rumores sobre acontecimientos paranormales, etc. Todos estos elementos provocan que casi de inmediato nos sintamos atrapados en la historia, y la sigamos con suficiente interés a pesar de que las emociones fuertes escasean durante la primera mitad de la película.

Desde un punto de vista moral, se puede acusar a Balagueró de utilizar a los niños y sus tragedias como método para provocar desasosiego en el espectador, al contemplar cómo unos seres inocentes sufren de mala manera por exigencias del guión. Pero, no seamos tan serios, y recordemos que todos los cuentos infantiles que nos han contado de pequeños no eran más que historias de terror protagonizadas por infantes con los que nos pudiéramos identificar. En el caso de Frágiles, obtenemos un doble punto de vista: el escepticismo de los adultos y la inocencia de los niños. Como en todo buen cuento de horror, los primeros se niegan a creer lo que dicen los pequeños hasta que no ven el terror con sus propios ojos. A partir de ahí comienza la fiesta: los accidentes, las muertes "misteriosas"... inevitablemente, una creciente angustia se apodera de todos los habitantes del hospital y se destapan secretos del pasado de los que nadie se podría sentir orgulloso.

Dejando atrás esos repetitivos planos de bustos misteriosos que se agitaban nerviosamente de un lado a otro de la pantalla acompañados de chirriantes efectos sonoros, Balagueró ha realizado la que hasta el momento se me antoja como su película más completa y ambiciosa, aunque, como dije antes, Los sin nombre siempre tendrá hueco especial por ser su ópera prima y por descubrirme un nuevo tipo de cine del que no se producen demasiados ejemplos notables en nuestro país


Publicado originalmente en Natural High. Notas desde el futuro: Gracias a Para entrar a vivir y a las posteriores Rec y Rec 2, el respeto hacia Jaume Balagueró que perdí con Darkness y recuperé tímidamente gracias a Frágiles quedó restaurado por completo. Lo que ahora mismo no diría ni en broma es que Alejandro Amenábar es uno de mis directores españoles favoritos, porque el tiempo ha demostrado que de su filmografía sólo puedo rescatar (y con ciertas reservas) sus dos primeros títulos, Tesis y Abre los ojos.  

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