(Hereafter. Clint Eastwood. Estados Unidos. 2010. 129 minutos) Con el estreno de esta película, debería quedar claro de una vez por todas que Clint Eastwood no es, independientemente de su justa condición de leyenda viva del cine, ese maestro infalible que muchos se empeñan en ver. Eastwood puede despertar nuestras simpatías por el hecho de haber reconducido su carrera hacia derroteros inesperados cuando sólo (como si eso fuera poca cosa) era considerado un actor taquillero de cintas de acción y westerns. Si esa habilidad ya es digna de elogio, resulta admirable sobre todo porque a pesar de haberse ganado los parabienes de los mismos críticos que le repudiaban como actor, nunca ha renegado de sus orígenes y ocasionalmente ha vuelto, aunque con matices, al tipo de cine que le hizo famoso (piensen en Sin Perdón o en Gran Torino). Pero no podemos dorar la píldora eternamente a un director sólo por seguir rodando en la tercera edad, por muy respetable que eso nos resulte, recibiendo cada una de sus propuestas con un fervor desproporcionado que impida ver lo irregulares que son algunos de sus trabajos detrás de las cámaras (¿alguien se acuerda ya de Ejecución inminente o El intercambio?). Se comenta que uno de los problemas de Clint Eastwood es que no revisa los guiones que le llegan, rodándolos rápidamente y sin cambiar una coma del libreto que ha caído en sus manos. Si este rumor es cierto, explicaría el desaguisado que supone Más allá de la vida.
LO MEJOR: La eficacia de la secuencia inicial. LO PEOR: El guión y la falta de credibilidad de Matt Damon. |
No vamos a poner en evidencia el clasicismo de Eastwood a la hora de narrar, porque eso es algo a lo que uno ya debe sentirse predispuesto cuando se enfrenta a cualquiera de sus títulos. Aquí incluso se desenvuelve bien entre escenas aparatosas como la del tsunami, aunque la mayoría del tiempo acuse una frialdad excesiva que entra en contraste con la pochez de los conceptos que maneja (y que son recalcados por una banda sonora del propio Eastwood que resulta innecesariamente redundante e ineficaz a la hora de provocar la lágrima, que es algo que se pretende en no pocos momentos durante las dos larguísimas horas que dura la película). Pero su correcta labor tras la cámara no puede hacer demasiado por salvar un guión de Peter Morgan tirando a desastroso y que parece un primer borrador, lleno de reiteraciones (por ejemplo, la batería de escenas en las que se pretende denunciar la falsedad de los videntes, como si eso no hubiera quedado bastante claro ya a esas alturas de la película...) y personajes mal definidos y casi inútiles (los interpretados por Bryce Dallas Howard y Jay Mohr especialmente). Matt Damon parece su propia parodia en Team America y Frankie y George McLaren parecen el resultado de pedirle a Fiona Weir, directora de casting, "los gemelos con más carapena que encuentres". Se salva de la quema Cécile De France, pero su presencia no es suficiente para hacernos disfrutar de este mediocre largometraje con apenas un par de momentos realmente emocionantes y que, siendo un poco malévolos, podría entenderse como la forma en la que Clint Eastwood pretende hacer las paces con El Más Allá después de toda una vida matando gente en pantalla, antes de que... ya saben.