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7 mar 2011

El Pollo Negro


En mi más reciente artículo para Crónicas de un Pueblo, relato cómo a veces ir al cine a ver una película se convierte en una experiencia física...
Acudimos a ver EL CISNE NEGRO a la sesión de las ocho. Una cola interminable, como hace tiempo que no se ve en este cine. Pienso que deben venir a ver otra peli, quizá ENREDADOS, quizá SAW VII, pero no creo que la gente acuda en masa a ver una de Aronofsky. ¿Dónde estaban cuando vi completamente solo EL LUCHADOR? Y eso que era su cinta más comercial… Llegamos a la taquilla. “Dos entradas para Cisne Negro, por favor”. “Sólo quedan en la fila dos”. “Bueno, pues para el siguiente pase”. “Fila nueve, asientos cinco y seis”. “Perfecto”. La gente se apelotona alrededor de la puerta. Algunos incluso se hacen los despistados y se cuelan. “¡Que las butacas están numeradas, por Dios!”. Descorren la cinta roja que nos prohibía la entrada, la marabunta irrumpe y buscamos nuestros asientos. Las luces están encendidas, pero los tráilers ya han empezado. Mal.

Comienza la película. Esto está abarrotado. Los anuncios en los que se han resaltado los premios y nominaciones que lleva acumulados han dado resultado: las señoras mayores sólo vienen al cine cuando hay olor a Oscar. Inquietud en la sala. La gente no sabe muy bien qué está viendo, pero está callada. “Dicen que la película es buena, así que tiene que serlo, aunque no me esté enterando de nada”, es lo que se lee en las caras de algunos compañeros de pase. Silencio sepulcral, sólo roto por algunas risas puntuales en momentos en los que otros se sienten incómodos y no saben hacia dónde mirar. Me pregunto qué estará pensando esa abuela cuando ve a Natalie Portman masturbándose. ¿Y esa niña de doce años? Los rollos van pasando y la gente se empieza a poner realmente nerviosa. El tipo que está sentado a mi izquierda se remueve incómodo en el asiento. Resopla. Su novia le pregunta qué le pasa y él dice que nada. Ella le dice que se puede dormir si quiere y él dice que no, pero no deja de bufar durante toda la sesión. Bea está colorada y me pide la botella de agua. Luego la pruebo yo y está casi en ebullición. Observo al público y empiezo a detectar movimientos de incomodidad. Me remango el jersey. “Pásame palomitas de chocolate. Échamelas aquí, que no me cabe la mano en la bolsa y no quiero hacer ruido”. Noto cómo se derriten de inmediato en mi palma. La película sigue y yo estoy sufriendo cada vez más. Natalie Portman se viste para interpretar al cisne negro… ¡Yo estoy sudando como un pollo! ¡El pollo negro! Termina la sesión, salimos a la calle y doy gracias al universo por regalarme un poco de aire fresco después de lo que he pasado. La peli está bien, tampoco es para tirar cohetes, pero no es eso lo que nos ha hecho sudar, sino el agobiante, asfixiante e infernal calor que hacía dentro de la sala. Voy a crear un grupo de Facebook: “Supervivientes del horno crematorio del Cine Conquistadores de Badajoz”.

4 comentarios:

Periko dijo...

Es bastante patetico ver como hay gente que va al cine arrastrada por la television. Patetico y paradojico. Pienso yo que deben salir bastante escalfados (no solo por la calefaccion), pero una y otra vez pican el anzuelo.
Cinefilos, que vayan a ver una pelicula EN SILENCIO y sabiendo mas o menos lo que van a ver, van quedando pocos. Ir al cine se esta convirtiendo en una dolorosa experiencia. Una prueba de resistencia, tanto en soportar la mala calidad de las salas y su pesima organizacion, como en aguantar al "ganado" que se aburre por estar callado mas de diez minutos con la atencion puesta en algo concreto.
Me pregunto como responderia Harry Callahan a una de estas multitudinarias sesiones de fin de semana...

BORJA dijo...

Jo, yo esperando una semana para leer su análisis de la película y me la resume en un "está bien pero no es para tirar cohetes"!!! El gallifante negro se merece una crítica!!
Sobre el tema del texto en cuestión, realmente hay algo peor que estar en un horno crematorio, y es tener que compartirlo. Pero tengo que decir que viendo "Valor de Ley" no nos asfixiaron demasiado.
Bueno, lo dicho, que espero crítica del film!

Ayrael dijo...

Que sepas que me has arrancado una carcajada al leer el final. Si lo creas, mándamelo por facebook, que me uno fijo.
Besos!

http://ayrael.blogspot.com

Pedro José Tena dijo...

Periko, es verdad que ir al cine se convierte a veces en un verdadero suplicio. Por no hablar de lo cada vez más molesto que me resulta pagar para ver las películas dobladas. Pero en Badajoz no hay opción de ver estas películas, digamos, para todos los públicos en versión original y antes que perdérmelas o verlas directamente en internet o esperarme a que salga en formato doméstico, hay muchas que prefiero verlas en el cine. Además, como acto social es mi favorito y todavía disfruto con toda la parafernalia de hacer cola para comprar las entradas, buscar las butacas, ver los trailers, el olor a palomitas, etc. Pero es cierto que a veces entran ganas de llamar al amigo Harry para que se cargue a unos cuantos.

Borja, si te soy sincero, me da una pereza ENORME ponerme a escribir una reseña formal de Cisne Negro, y más ahora que ando más liado revisando ya-sabes-qué... También me pasa que la película no me provocó ningún entusiasmo. De hecho, y siento que esto te pueda doler, creo que tardaré mucho tiempo en volver a verla, ya que no ha generado en mí esa ansiedad que me causan otras pelis por revisarlas lo antes posible nada más salir del cine. Pero es algo que me suele pasar con Aronofsky. Creo que sólo 'La fuente de la vida' la he visto más de una vez, pero el resto sólo las he visto en una única ocasión y eso no significa que no me gustaran, sino que es tan sencillo como que no me entran ganas de verlas de nuevo. Cisne Negro tiene momentos cojonudos, como el climax final, que es un portento de narración, y Natalie Portman está genial, también tiene detalles visuales sutiles que me gustaron (la piel de Portman mutando por momentos, por ejemplo), pero también todo el tema de la madre posesiva, la doble identidad, etc. me provocó una sensación de déjà vu total e hizo que no disfrutara a tope con la peli. También me molestó un poco el personaje de Vincent Cassel, que se pasa toda la película con el mismo discurso una y otra vez, en cada secuencia en que aparece. Y eso de que la peli empiece a dar vueltas sobre sí misma está bien porque potencia la sensación de espiral de locura en la que se ve inmersa la protagonista, pero también me agota como espectador. Lamento no darte una crítica mejor que ésta, amigo mío.

Carolina, no sabía que tenías blog. Veo que ya has visto que el grupo de facebook existe de verdad y que ya te has unido. Ayer casi nos incineran otra vez viendo Torrente 4...