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7 jun 2011

'X-Men: Primera generación'

(X-Men: First class. Matthew Vaughn. Estados Unidos. 2011. 132 minutos) Se está entendiendo esta película como una refundación de la saga o un cambio de rumbo, pero X-Men: Primera generación sigue el camino de afortunada trivialización que comenzó a transitar la serie gracias a las muy potables X-Men: La decisión final (X-Men: The last stand. Brett Ratner, 2006) y X-Men Orígenes: Lobezno (X-Men Origins: Wolverine. Gavin Hood, 2009), alejadas de la trascendencia y pomposidad impuestas por Bryan Singer en los dos primeros capítulos (por otro lado, también muy disfrutables). No es entonces tanto un reboot como una profundización en la gozosa Serie B hecha con presupuesto generoso (aunque en comparación con otros blockbusters resulta moderado), lo cual no puede dejar de ser recibido con alegría. La cinta nos lleva a 1962, aprovechando el contexto de la Crisis de los misiles en Cuba, para construir una trama de espionaje internacional que podría estar sacada de cualquier explotación europea de James Bond. Este marco temporal aporta algo que se convierte en uno de los detalles más destacables de la película: un look muy marcado que se aprecia no sólo en el vestuario, sino también en la ambientación sonora y en el acabado entrañablemente naif de algunos artilugios que en las otras entregas eran alta tecnología, como ese Proto-Cerebro más propio de una de Jesús Franco que de una superproducción de Hollywood (dicho esto para bien, claro). Memorables son también algunas secuencias que están construidas con un sentido del ritmo perfecto, como el primer cara a cara entre un Erik niño y el supervillano Sebastian Shaw (Kevin Bacon), el enfrentamiento entre un Erik adulto (Michael Fassbender) y unos antiguos nazis en una cantina de Argentina o la emotiva secuencia en la que Charles Xavier (James McAvoy) enseña al futuro Magneto a canalizar su poder telequinético.   

LO MEJOR: La secuencia de la cantina en Argentina.
LO PEOR: Unos cuantos tijeretazos en la sala de montaje
le habrían sentado muy bien.
Sin embargo, no todo son alegrías en X-Men: Primera generación. Para empezar, y entrando en conflicto con esa apariencia ligera y pop casi digna de Austin Powers, está (¡otra vez!) la duración, muy desproporcionada y culpable de algunos altibajos de interés a mitad de la película. También está el hecho de que en ocasiones da la sensación de que estamos viendo una película de acción sin acción, lo cual se agrava aún más cuando todo se desboca en los últimos minutos y nos hace recordar que hasta ese momento casi no hemos asistido a secuencias espectaculares. Y, por último, en su debe hay que anotar la aparición súbita de instantes involuntariamente cómicos: una cosa es hacer chistes a propósito del pelo de Charles Xavier o meter cameos simpáticos y otra muy distinta es que casi se nos escape la carcajada de manera imprevista, como cuando Bestia (Nicholas Hoult) hace su primera aparición ya mutado o cuando Angel Salvadore (Zöe Kravitz, la hija de Lenny Kravitz y Lisa Bonet) y Banshee (Caleb Landry Jones) sobrevuelan los navíos de guerra. Además, el factor sexy también fracasa, ya que ni Rose Byrne, ni January Jones ni Jennifer Lawrence como, respectivamente, Moira MacTaggert, Emma Frost y Mística, consiguen su propósito de resultar apetecibles, la primera por seca, la segunda por gélida y la tercera por sosa. Aparte de todas estas cositas, que igual no les parecen motivos de escarnio, la película está bien a secas, resulta divertida, apropiadamente chorra en ciertos tramos y deja con ganas de más, que es justo lo que pretende

4 comentarios:

Unknown dijo...

¿Han cambiado a los actores?

No sabía nada. Al oír tanto hablar de la última película de X-Men pensaba que sería algo parecido a X-M: The Last Stand...

Qué decepción...

Pedro José Tena dijo...

Claro, está ambientada en los 60, han cambiado a los actores por necesidad.

Juanjo dijo...

¡Ay! ¿Donde quedaron las películas de hora y veinte?

Pedro José Tena dijo...

En la cuneta, justo donde quieren poner las pelis en 2D.