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14 oct 2011

'La Cosa (El enigma de otro mundo)'

(The Thing. John Carpenter. Estados Unidos. 1982. 109 minutos) Hablar a estas alturas sobre La Cosa, cuando todo el mundo sabe (o debería saber) que se trata de una de las más rotundas obras maestras que ha dado el cine de terror en toda su historia, puede  parecer inútil o desfasado, pero nunca está de más recordar sus virtudes, especialmente ahora que se estrena una precuela que, bajo el mismo título, ha dirigido el danés Matthijs van Heijningen Jr. para la Universal, major responsable también de la original. Resulta irónico que sea la misma casa la que produce la nueva película, teniendo en cuenta que la de Carpenter fue en su momento vapuleada por la crítica y el público y que no resultó precisamente un éxito económico. Se ha dicho muchas veces, pero hay que sacarlo a colación: 1982 fue el año de E.T. El Extraterrestre (E.T. Steven Spielberg, 1982), el alien de buenas intenciones que arrasó en las salas y que se ganó toda la atención de los que pagaban entradas, provocando un efecto rebote según el cual no había oportunidades de éxito para la ciencia-ficción de ribetes existencialistas de Blade Runner (Ridley Scott, 1982) o para el terror sin forma de La Cosa, convirtiéndose ambas en sendos fracasos comerciales que no serían justamente valorados hasta que pasaran varios años. En ese momento, nadie parecía estar preparado para la oscura, pesimista y aterradora versión que Carpenter había llevado a la pantalla del texto de John W. Campbell Who goes there? (1948), ya convertido anteriormente en largometraje por Howard Hawks en El enigma... de otro mundo (The Thing from Another World. Christian Nyby, Howard Hawks - sin acreditar -, 1951), aunque de manera mucho más amable y convencional. Ni siquiera la crítica estuvo acertada. Sirva como ejemplo la limitada visión de Roger Ebert al respecto, quien afirmó (como pueden leer aquí) que La Cosa era poco más que un espectáculo truculento de efectos especiales, lo cual no es para nada cierto, ya que los extraordinarios y revolucionarios trucajes de Rob Bottin sólo están presentes en momentos puntuales del metraje, si bien es verdad que el impacto que provocan se hace patente durante toda la sesión, al quedarse grabados en la memoria del espectador y crearle una sensación de inquietud total, ante la posibilidad latente de una nueva transformación que le vuelva a poner los pelos de punta. Pero La Cosa es más, mucho más que eso.

LO MEJOR: Sigue siendo tan terrorífica como el primer día.
Es uno de los mejores ejemplos del dominio de Carpenter
con la narrativa audiovisual y la puesta en escena.
LO PEOR: Que a las nuevas generaciones les pueda parecer
demasiado antigua y sólo se contenten con  ver la precuela.
Para quien lo desconozca, el argumento gira básicamente en torno al descubrimiento de una forma de vida alienígena en una base científica de la Antártida. El ente tiene la capacidad de asimilar las células de otros organismos vivos, convirtiéndose en ellos y anulando los originales, por lo cual, la paranoia se extiende entre los miembros del equipo al darse cuenta de que cualquiera de ellos podría haber sido suplantado y haberse convertido en... la cosa. Como ven, el terror que utiliza John Carpenter en esta ocasión va mucho más allá del susto de postproducción o de la eficacia (de verdad, sobrecogedora) de sus apabullantes efectos especiales. Ver La Cosa y entender que sólo se trata de un festival de látex y de un esquema de "¿quién será el siguiente en morir?" es no haber asimilado nada. Pero nada de nada. La película posee una fuerza conceptual que no debería pasarse por alto. Así, lo que importa no es quién será el siguiente en morir, ni de qué espectacular modo, sino que estamos ante algo mucho más inquietante que eso: en realidad, lo que hace el alienígena de esta cinta no es asesinar, sino robar identidades. Y ni siquiera queda claro que lo haga porque se trate de un ser hostil, sino que bien podría entenderse que su intención única es la de sobrevivir, para lo cual no tiene más remedio que ocultarse y defenderse. Sin embargo, no duda en matar. Puede que su intención tampoco sea la de propagar la desconfianza entre los habitantes de la estación polar, ya que no podemos saber a ciencia cierta si se trata de un ser tan inteligene como para jugar deliberadamente con los miedos y las voluntades de sus adversarios. Y sin embargo, eso es justo lo que consigue, enfrentando a los antiguos compañeros y llevándoles a la locura, haciendo que sea imposible saber si la persona que tienen al lado sigue siendo la misma que conocieron o si, sin que sea posible diferenciarlos físicamente, se trata de alguien... de algo distinto. Quizá la intención del extraterrestre no es la de invadir la Tierra. Quizá su nave yace bajo el hielo porque se estrelló accidentalmente hace miles de años. Puede que si está aquí no sea porque planeara asimilar las células de todos los seres vivos de nuestro planeta. Y sin embargo, podría hacerlo con una facilidad y una eficacia totales si consiguiera llegar a zonas pobladas... La película de Carpenter, incluyendo su áspero final, no se preocupa tanto de dar respuestas como de generar todo tipo de dudas. Y lo hace deliberadamente, potenciando esa sensación de indefensión a la que se ven abocados los espectadores, quienes en un momento dado se ven tan desprotegidos como los propios personajes, desconfiando incluso de quien, en teoría, debería ser el héroe de la función, McReady (Kurt Russell). La manera en la que Carpenter construye el suspense sólo se puede calificar de magistral, con sombras de personajes que quedan fuera de campo, sonidos que pueden pasar desapercibidos pero que arrojan pistas (el ruido de unas llaves al caer al suelo), incluso provocando cierto caos con las identidades de varios de los personajes, quienes aparecen y desaparecen de escena sin que podamos saber en todo momento dónde han estado, qué han estado haciendo y, sobre todo, si siguen siendo ellos. Al fin y al cabo, de eso se trata, de que nos preguntemos constantemente, y parafraseando el título del relato en el que se inspira, "¿quién anda ahí?". Y eso no tiene nada que ver con los trucos visuales.

4 comentarios:

srdani dijo...

No me tiembla el pulso al afirmar que ésta sea con seguridad la película de terror más potente que he visto en mi vida.
Aún hoy me sigue inquietando como el primer día.
Sólo por esta obra, Carpenter se merece el cielo eterno. Pero es que su filmografía está plagada de rotundos peliculones. Es sin duda mi director favorito de todos los tiempos. Ahí, al ladito de Polanski, Scorsese, Lang, Aldrich, Walter Hill, Verhoeven, Cronenberg, Lynch y otros que se me olvidan.
A todo aquel amante del terror que no haya visto esta peli, no sé a qué están esperando.
Y a quien no le guste pues no se me ocurre otra cosa que lamentarlo profundamente por ellos y por su familia.
Un abrazo.

Pedro José Tena dijo...

Pobre del que le tiemble el pulso al escribir algo como eso, srdani. En mi casa no es bienvenido alguien que no sepa ver las bondades de 'La Cosa' en particular o de John Carpenter en general.

Digame, ¿quién es usted? ¿Nos conocemos?

srdani dijo...

No tengo el gusto. Soy uno más de sus fieles lectores. Puedo contar con los dedos de una mano los blogs que sigo religiosamente. El suyo es uno de ellos. Le descubrí, aunque fuera indirectamente, gracias a Van Damme y a John Tones.
Siga así. Disfruto sobremanera leyendo sus posts.
Saludos.

Pedro José Tena dijo...

Ser descubierto gracias a Van Damme y a Tones es un privilegio. Muchas gracias por tenerme en su puñado de blogs de cabecera, es un placer.

Saludos.