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13 feb 2012

'El Invitado'

(Safe house. Daniel Espinosa. Estados Unidos / Sudáfrica. 2012. 115 minutos) Consciente de su posición de figura respetable en Hollywood y también plenamente consecuente con el hecho de que ya no es un chaval, Denzel Washington viene practicando de un tiempo a esta parte una estrategia que le permite, primero, mantenerse en primera línea de la industria cinematográfica y, segundo, delegar responsabilidades en sus compañeros de reparto de cara a conseguir un mayor grado de credibilidad en los argumentos que maneja. Es decir, Denzel Washington sabe que ya no está para demasiados trotes y que el público le identifica más como un hombre de mediana edad (que se cansa, que tiene achaques, que está de vuelta de todo...) que con el joven dispuesto a comerse el mundo que interpretaba en Ricochet (Russell Mulcahy, 1991). Es por eso que, para seguir paseándose ocasionalmente por el cine de acción, sabe que está en un momento difícil debido a su edad y que, a no ser que se apunte a un revival nostálgico auspiciado por Stallone (donde las arrugas son un valor añadido), tiene que repartirse las tareas de action-hero con un actor más joven, aunque él mismo siga sin renegar del todo de la acción física. Si en El libro de Eli (The book of Eli. Allen Hughes & Albert Hughes, 2010) compartía planos con Mila Kunis y en Imparable (Unstoppable. Tony Scott, 2010) le pasaba el testigo a Chris Pine, aquí hace lo mismo con el emergente y odiado Ryan Reynolds (recuerden que a él iban dedicadas aquellas fotografías de Scarlett Johansson que se filtraron en internet...), alguien que, desde que trabajó con Rodrigo Cortés en Buried (2010) parece estar algo más centrado como actor, dejando un poco atrás los días en los que su sola presencia causaba grima a buena parte de los espectadores (al menos a los impermeables a sus encantos físicos). Ambos, Washington y Reynolds, se compenetran con bastante eficacia en este adrenalínico thriller de acción que supone el debut en Hollywood del interesante Daniel Espinosa, responsable de la recomendable Dinero fácil (Snabba cash. 2010) y quien se lo pasa de lo lindo con el dinero que le han puesto sobre la mesa para gastárselo en destrozar coches y en pegarse unas vacaciones en Sudáfrica. 

LO MEJOR: Denzel Washington, como era de esperar.
LO PEOR: ¿Qué fue de la belleza en el cine de acción?
Decía, a propósito de su anterior película, que Daniel Espinosa se centraba más en desarrollar los personajes que en sobrecargar la pantalla de acción. En el caso de El Invitado nos encontramos justo en el otro extremo, con unos personajes bastante planos y sobreabundancia de momentos trepidantes, todo muy del gusto del público adicto a los thrillers de hoy en día con gente corriendo de un lado para otro, luchando de manera realista y sucia (olvídense de volantines a cámara lenta... y también de una planificación cristalina que permita cierto goce estético en las escenas de peleas) y conduciendo como locos por calles de ciudades exóticas. ¿Como en la saga Bourne? Sí, como en la saga Bourne, pero con la ventaja de no tener al soseras de Matt Damon de protagonista. Aunque, como en aquéllas, nos sobran los momentos de cháchara en la sede central de la CIA y algunas secuencias de relleno más, así como se echan en falta una mayor progresión dramática y una mayor profundización en la relación de los dos protagonistas. No reclamaríamos nada de esto en una cinta de acción convencional, con los buenos y los malos zurrándose, edificios explotando y tiroteos al tuntún. Pero El Invitado tiene el inconveniente de pretender ir algo más allá de esas premisas y la manera en la que lo hace no se puede calificar de triunfante, sino más bien de incómoda. Así, esos retazos de crítica al poder son tan inútiles como el hecho de ambientar la historia en Sudáfrica: distracciones que no consiguen ocultar que estamos ante lo mismo de siempre. La buena noticia es que, al menos, este plato de cine prefabricado está bien servido, puede saciar nuestro apetito de entretenimiento y, aunque no innove, se deglute con facilidad. La misma facilidad con la que, por otro lado, se olvida.

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