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19 feb 2012

'The Innkeepers'

(The Innkeepers. Ti West. Estados Unidos. 2011. 100 minutos) Con su anterior The House of the Devil (2009), el joven Ti West consiguió pulsar las teclas correctas para sorprendernos con un producto que lograba ser al mismo tiempo fresco y añejo, demostrando una habilidad más que notable para rememorar estructuras y recursos visuales del pasado cuya eficacia se demostraba más contundente que las modas de sustos fáciles y grabaciones encontradas. Con su nueva película, West intenta lograr algo similar a lo que James Wan acometió con Insidious (2010), es decir, demostrar que una película de fantasmas, contada con estilo clásico y huyendo del exceso de artificios o del impostado realismo tan en boga actualmente, todavía puede dar miedo. The Innkeepers nos presenta a dos empleados de un mugroso hotel en el que hace décadas se produjo una tragedia. Obsesionados con la idea de que entre esas paredes permanece el espíritu de una joven que se suicidó, ambos deciden esforzarse para contactar con el fantasma y convertir así su hotel en un lugar famoso y de obligada visita para los amantes de lo paranormal, evitando su cierre y satisfaciendo de paso sus ansias de experiencias más allá de la lógica.

LO MEJOR: El tremendísimo clímax final.
LO PEOR: Demasiados minutos de relleno.
El mayor problema de The Innkeepers es que con ella se le empieza a ver el plumero a Ti West y que, escudándose en la buena recepción de su anterior trabajo dentro de circuitos especializados, ha pretendido aplicar la misma fórmula que en aquélla confiando demasiado en que volvería a funcionar. Curiosamente, lo más flojo de The House of the Devil (el clímax final) es lo más atinado de The Innkeepers, pero la estructura es idéntica: un primer acto en el que se nos anuncia explícitamente que estamos ante una película de terror (allí mediante un rótulo pre-créditos, aquí mediante un susto visto a través de una pantalla de ordenador), un segundo acto en el que la tensión se dilata sobremanera, hasta tal punto que parece que nunca va a ocurrir nada, y un tercer acto donde toda la tensión acumulada estalla y explota en la cara del espectador (en House manchando todo de hemoglobina, en Innkeepers helando la sangre del público con algunas de las apariciones fantasmales más acongojantes de los últimos años). La mayor diferencia es que en esta nueva película se nota en exceso que la historia se alarga gratuitamente, rellenando minutos y minutos en los que la paciencia del espectador comienza a flaquear por culpa de unos personajes que no caen especialmente bien y por una falta alarmante de suspense. Aún así, el trabajo de West con la cámara y, especialmente, su uso del Scope para cargar de tensión algunos planos, consigue mantener a marchas forzadas el interés hasta que nos brinda la oportunidad  de disfrutar de un clímax absolutamente irresistible y terrorífico. Con un par de secuencias más de ese tipo dosificadas en el metraje, The Innkeepers sería casi una obra maestra. Tal y como ha quedado, sólo podemos calificarla de interesante y parcialmente fallida.

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