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26 feb 2012

'Slumdog millionaire'

(Slumdog millionaire. Danny Boyle, Loveleen Tandan. Reino Unido. 2008. 120 minutos) Ver Slumdog millionaire supone hacer un esfuerzo para todos los que alguna vez se han interesado por el cine que realmente se hace en la India: estos saben que la película de Danny Boyle no es cine de Bollywood, por mucho que se incluya un número musical en los créditos finales, y que, por tanto, más que una de esas mezclas de géneros que se cocinan allí (en las que incluyen ingredientes del cine de acción, del musical, del drama y mil cosas más), es un producto filmado desde un punto de vista occidental y accesible para el público de todo el planeta, un crowd pleaser en toda regla. No me extrañaría que alguien de Mumbai considerase que Slumdog millionaire es una cinta corta, sin gracia y falta de emociones fuertes. Para nosotros, en cambio, es un producto provisto de exotismo por mostrarnos otra cultura y por tener a protagonistas cuya etnia no suele pasearse por nuestras salas de cine salvo para aportar un toque cómico o villanesco. También supone un esfuerzo para los que somos reticentes a las "películas de la temporada", es decir, esos títulos que, de repente, y siempre por motivos que tienen más que ver con una buena campaña de marketing que con su calidad cinematográfica intrínseca, se convierten en los largometrajes que todo el mundo debe ver y que a todos gustan, sin aplicar un criterio propio y dejándose muchas veces arrastrar por la corriente general de aprobación hacia el film. El hecho de haberse convertido en acaparadora de Oscars tampoco es un reclamo infalible para algunos, sino casi lo contrario, ese dato se acaba convirtiendo en repelente en no pocas ocasiones.

LO MEJOR: La estructura de thriller y el magnetismo de
sus protagonistas.
LO PEOR: Que, a pesar de que juegue a mantener la intriga
del espectador con tres tiempos narrativos, no haya opción
para la sorpresa.
Todo lo anterior viene a hablar de la falta de personalidad de unos pocos y de los prejuicios que tenemos otros tantos, que es lo que al fin y al cabo me ha mantenido alejado de la película durante tanto tiempo. Pero... ¿y si resulta que Slumdog millionaire es buena después de todo? Pues si somos gente de bien, lo aceptaremos y no nos empeñaremos en buscarle defectos que, si nos ajustamos a lo que parecen ser las intenciones de Danny Boyle, no son tales. Y es que uno de los recursos más fáciles para atacar a Slumdog millionaire, aparte de su estigma de película oscarizada, es apelar a ese buenrollismo que se aprecia a simple vista, a esas ganas de convertirse en una "feel good movie" que nos haga salir del cine con una sonrisa dibujada en el rostro, a pesar de que minutos antes hayamos visto a un niño cubierto literalmente de mierda y a otro siendo mutilado. No termino de entender la manía que muchos le tienen a los finales felices y, en el caso de Slumdog millionaire, quejarse de su happy ending es como reclamar que Oliver Twist muriera a manos de Fagin en la novela de Charles Dickens. Porque, superadas todas las reticencias iniciales, uno se da cuenta de que lo que de verdad cuenta Boyle no es la historia de un ratero por obligación que quiere convertirse en millonario, sino de alguien que utiliza un programa de televisión para encontrar a la mujer de la que ha estado enamorado desde que eran niños. Con su alambicada estructura en tres tiempos, Slumdog millionaire no es otra cosa que un simple cuento de hadas, con un héroe, una princesa y unos malos. Quien esperase algo así como cine social o comprometido por el simple hecho de estar ambientado en las calles más pobres de la India, aparte de ser corto de miras y un tanto racista (por asociación de ideas: países extranjeros=tercer mundo=niños pobres=final triste), estará negándose la posibilidad de entender la simpleza de la película, que es donde radican tanto su mayor defecto (por ser excesivamente fácil, agradable y previsible, quedando anulado el factor sorpresa a pesar de que formal y estructuralmente parezca un thriller) y su mayor virtud (su capacidad para llegar a casi cualquier tipo de público). En definitiva, puede que Slumdog millionaire no sea la panacea ni una obra cuyo recuerdo perdurará en las próximas décadas, pero tampoco es tan babosa como algunos se empeñaron en hacernos creer.

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