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27 nov 2005

'Boys don't cry'

(Boys don't cry. Kimberly Peirce. Estados Unidos. 1999. 118 minutos) En un sábado noche de frío y dolor de cabeza, nada mejor que un maratón de cine. La pasada noche, en Antena 3, se pudieron ver de una tacada tres películas interesantes: la divertidísima y alocada Spy Kids de Robert Rodriguez, la socarrona Equipo Mortal de Kirk Wong, y la que nos ocupa, Boys don't cry.

Como las dos primeras ya las había visto en un par de ocasiones, me centré sobretodo en Boys don't cry, una de esas cintas que tenia ganas de ver desde hace tiempo pero que nunca había caído en mis manos.

Para empezar, destacar que en un principio no tenía intención de quedarme a verla, pero tras ver sus primeros minutos quedé enganchado a su historia y ya no pude dormir hasta conocer el final. A pesar de tener que soportar intermedios con spots de politonos para móviles de la maldita rana loca y fotos eróticas de Sonia Monroy, las más de dos horas que pasé delante de la tele aguantando la jaqueca merecieron bien la pena.

Boys don't cry narra la historia real de Teena Brandon, joven de Nebraska que se sentía un hombre y que, bajo la identidad de Brandon Teena, intentó vivir como tal hasta que su futuro se vio truncado con apenas 21 años.

Hilary Swank interpreta a esta alma torturada con total convicción, en uno de esos escasos papeles que están justamente premiados (ganó su primer Oscar a la Mejor Actriz con este filme) y que logran, por sí solos, captar la atención del espectador y centrar todo un largometraje de 2 horas en torno suyo.

Ésta es una película difícil de resumir, ya que en realidad no cuenta con una trama convencional o un argumento que se desarrolle con las leyes estrictas de la narrativa cinematográfica. Es decir, Boys don't cry no es de ese tipo de cine que se desarrolla a través de acciones, de desafíos que requieren que los personajes se muevan de un lado para otro para evitar que algo suceda. Ésta es una de esas películas en las que te puedes permitir el lujo de "conocer" a unos personajes, sus vidas, sus emociones, y acompañarlos en su día a día, ver cómo se relacionan con los demás, qué piensan, qué sienten...

Así, Boys don't cry no es una cinta hecha para provocar entusiasmos a través de estímulos audiovisuales: todos los elementos que habitualmente se usan para enfatizar la narración (música, fotografía, montaje, efectos sonoros, etc.) quedan aquí relegados a un plano casi invisible, en el sentido de que no entorpecen a la historia ni intentan destacar por encima de la misma, sino que contribuyen a contarla sin que casi nos demos cuenta, haciendo que todo parezca natural y verídico (aquí la excepción serían algunos insertos de imágenes aceleradas que no aportan demasiado, pero que se perdonan dentro del conjunto).

Tampoco es una película agradable, una feel-good-movie basada en un caso real y edulcorada de esas que tanto gustan a Hollywood. Lo personajes, como sucedió en la vida real, lo pasan mal. Y la directora no se corta demasiado a la hora de mostrárnoslo: hay violencia física, pero también (y sobre todo) violencia emocional, de esa que a nosotros, como espectadores, nos hace sentir incómodos ante la imposibilidad de poder darle consuelo y ayuda a unos personajes a los que acabamos cogiendo cariño.

Pero dejemos de hablar de lo que no es Boys don't cry y centrémonos en lo que es verdaderamente: una conmovedora historia de amor entre dos personas encerradas que quieren escapar de su realidad. Si Teena quiere ser Brandon para sentirse a gusto con su verdadera personalidad, Lana (papel interpretado por una de las musas del cine indie norteamericano, Chloë Sevigny) desea huir de un entorno hostil y asfixiante. Ambas desean emprender un viaje hacia un lugar lejano que significa la libertad, donde no importa tu pasado y en el que la sexualidad de cada uno no es más que una X en la casilla de un cuestionario. Lamentablemente, parece que ese lugar no existe...

Por último, un apunte personal: cuando, hace años, veía con desgana El nuevo Karate Kid, interpretado por Hilary Swank (y el recientemente fallecido Pat Morita), jamás se me ocurriría pensar que esa joven actriz tendría diez años después dos Oscar en su estantería.


Publicado originalmente en Natural High. Notas desde el futuro: Este es un ejemplo de cómo llenaba de paja mis posts con datos intrascendentes que pretendían servir de contexto pero no hacían más que rellenar líneas.  Parece que esto le gustaba a los lectores, a tenor de los comentarios que me dejaban y del número de visitas que tenía en aquel blog. Pero ahora mismo me parece un modo aburrido e inútil de comenzar una crítica, habiendo aprendido a diferenciar las reviews de las crónicas. 

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