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6 nov 2005

'La Casa de las Dagas Voladoras'

(Shi mian mai fu / House of Flying Daggers. Zhang Yimou. China / Hong Kong. 2004. 119 minutos) ¿Habéis visto Hero, de Zhang Yimou? Pues si os gustó esa maravilla, no podéis perderos esta otra joya del mismo director (que para fortuna de todos, parece haberle cogido el gusto al género de las artes marciales).

Yo soy de los que disfrutan con casi cualquier película de kung-fu. No soy muy exigente. Con ver a dos chinos repartiéndose estopa durante hora y cuarto ya me doy por satisfecho (y digo "chinos" porque ellos, especialmente los de Hong Kong, son los que dominan la materia).

Pero es innegable que a veces, cuando me sale la vena cultureta y el cinéfilo pide paso al cinéfago, echo de menos algo más de chicha, una buena historia, unos personajes con los que identificarme.

Y aquí está la grandeza de La casa de las dagas voladoras: además de unos combates y unas escenas de acción totalmente deslumbrantes (especialmente el mágico clímax en la nieve), nos narra una bella, simple y conmovedora historia de amor a tres bandas.

Si Tigre & Dragón, de Ang Lee, fallaba en algunos aspectos (estaba hecha pensando en el público occidental, era demasiado lenta...) y a Hero se le achacaba una falta de mayor densidad dramática (cosa que, a mi parecer, no necesitaba la película), La casa de las dagas voladoras triunfa en esos aspectos que fallaron en sus referentes más directos (aunque nos podríamos remontar a toda la historia del género wuxia, con King Hu a la cabeza).

Sin desvelar ni una pizca del argumento (aunque hace dos párrafos ya he destripado suficiente), os diré que si queréis pasar dos horas disfrutando de un entretenimiento perfecto, de una película de aventuras, de coreografías espectaculares y preciosistas (el baile de los pañuelos es para quitarse el sombrero), de una fotografía impresionante, de una música hipnotizante, de unas interpretaciones de lujo... La casa de las dagas voladoras os hará vibrar y quizá hasta llorar (¿por qué no?).

Y esta vez no os hablo desde la pura cinefagia enfermiza. La mejor prueba de que lo que digo es cierto es que mi madre se emocionó al verla conmigo. Y no es precisamente fan de las películas de kung fu (aunque, curiosamente, sí de las de Jackie Chan).

Una joya para tod@s.


Publicada originalmente en Natural High. Notas desde el futuro: En 2010, que es el año en el que estoy recuperando esta reseña del pasado, siento una considerable vergüenza al comprobar que dije algo así, hablando sobre el cine de artes marciales: "es innegable que a veces, cuando me sale la vena cultureta y el cinéfilo pide paso al cinéfago, echo de menos algo más de chicha, una buena historia, unos personajes con los que identificarme." Hoy jamás diría eso. Es más, si tuviera una máquina del tiempo le daría una hostia al PJ de 2005 por haber escrito semejante gilipollez. De cualquier modo, el tono general de la reseña es bastante deplorable. 

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