Buscador

10 feb 2006

'Boogeyman: La puerta del miedo'

(Boogeyman. Stephen Kay. Estados Unidos / Nueva Zelanda / Alemania. 2005. 86 min.) Recuerdo que cuando vi el tráiler de esta película pensé que podría estar bien, que tenía buena pinta, que prometía algo decente... No imagináis el chasco que me llevé cuando la padecí en el cine, rodeado de adolescentes aburridos que buscaban la diversión hablando entre ellos. Por una vez, les comprendí. De no ser porque me considero un tipo educado y porque me gusta ver las películas enteras una vez puesto a ello, también me habría entregado a cualquier conversación ante lo poco interesante que estaba viendo en pantalla. Parece mentira que Raimi y Tapert, responsables de Evil Dead y secuelas, hayan producido una cinta tan sosa y poco divertida como esta. No me gusta ser malo con ninguna película, pero me parece imperdonable que me aburran. Puedo tolerar fallos de raccord, de iluminación, actuaciones mediocres, lo que sea... menos que en una película que no llega a la hora y media de duración tengas que mirar el reloj varias veces y preguntarte cuándo va a pasar algo emocionante.

El punto de partida es muy similar (yo diría idéntico) al de Darkness Falls (otra que daba menos de lo que prometía): el protagonista (el televisivo Barry Watson) sufre un trauma en la infancia relacionado con la oscuridad y con la desaparición de su padre. Años después se ve obligado a volver a su pueblo y enfrentarse a sus miedos. Como ya ocurría en Darkness Falls (conocida en España como En la oscuridad) hay una visita a un hospital para niños con problemas psicológicos y hay un ente que viene a ser la personificación de ese miedo a las tinieblas: en aquella era El Hada de los Dientes (una versión terrorífica de nuestro Ratoncito Pérez) y aquí tenemos al Boogeyman (lo que más o menos conocemos como El hombre del saco, aproximadamente). Ambos tardan en aparecer en las dos películas y los dos están creados infográficamente de manera mediocre, por lo que no te los crees en ningún momento. En el caso de Boogeyman el monstruo de marras tiene incluso menos minutos en pantalla, y la mayoría del metraje se basa en la lucha del protagonista contra sus recuerdos y sus paranoias infantiles. Esto hace que casi todo el peso de la cinta caiga sobre los hombros de Barry Watson, quien defiende su papel como mejor puede, pero tiene que hacer frente a un guión que no va hacia ningún lado y que da vueltas sobre sí mismo, mareando al espectador y haciéndole ansiar la llegada de un clímax que cuando se produce es decepcionante.

Hay otro detalle en la cinta que me irrita bastante: la interpretación de la niña Sky McCole. No tengo nada personal contra la muchacha. De hecho, cuando la vi en El Patriota, haciendo de hija de Mel Gibson, me pareció que para ser tan pequeña no actuaba mal. Pero creo que aquí el problema es cómo está dirigida. Da la sensación de que el director le dijo "Como no pudimos pagar a Dakota Fanning vas a tener que imitarla". Así, la pobre chica se ve obligada a aparecer completamente seria en toda la cinta y a soltar frases que pretenden ser epatantes pero que caen en el ridículo. Detalles de guión y dirección que le restan puntos a la película hay varios más: el protagonista tiene miedo a la oscuridad y a las puertas, armarios o cajones cerrados. Así, en su casa todo está a la vista con puertas transparentes en los muebles o directamente sin ellas. Cuando vemos a Barry Watson entrando en su piso nos da la sensación de que es la primera vez que está allí, por sus gestos, por la forma en la que mira los muebles... y eso no creo que sea problema del actor, sino de una torpe dirección de actores: se supone que él vive allí y resulta ridículo que parezca soprenderse al ver su propio hogar, en el que (se supone) que duerme cada noche.

Como dije antes, no me gusta ser malvado cuando hago alguna crítica. De este modo, hay que reconocer los aciertos de Boogeyman porque no todo son despropósitos. La fotografía y el diseño de producción son destacables, adentrándonos en una atmósfera onírica y vaporosa que se convierte en lo mejor de la película. Las escenas de sustos no estarían mal si no fueran tan inconexas y gratuitas. Ahí está por ejemplo el momento en el que un cuervo atraviesa el parabrisas del coche del protagonista. Realmente no aporta nada y se nota a leguas que es una de esas "escenas de impacto" que te ves obligado a introducir si no quieres que el público se duerma. Hablando de sueño, Boogeyman es una de esas cintas somníferas: prueben a verla en horas de sueño y ya me dirán si aguantan a verla entera.

Algunos califican a este largometraje directamente de "malo". Es un término que no me gusta utilizar porque como buen cinéfago pienso que de todo film se puede aprovechar algo y, aunque carezca de valores de producción o tenga fallos narrativos o de cualquier tipo, si la cosa entretiene es que no debe ser tan nociva. El problema de Boogeyman no es que sea mala, sino que es mediocre.


Publicado originalmente en Natural High. Notas desde el futuro: Cuando escribí esto decía que el problema de la película no era que fuera mala, sino que era mediocre. Mi opinión actual ha cambiado algo: ahora pienso que el problema de Boogeyman no es que sea mala, es que es La Hez. 

No hay comentarios: