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6 feb 2006

'Underworld Evolution'

(Underworld: Evolution. Len Wiseman. Estados Unidos. 2003. 106 min.) Cuando se estrenó la primera Underworld no pude verla en el cine, supongo que por algún buen motivo que me lo impidió. Me quedé con las ganas de disfrutar de una de las películas que con más ansias esperaba aquel año, después de haber visto su prometedor tráiler y de haber leído su argumento ("¿vampiros contra hombres lobos? ¡Eso hay que verlo!". Sí, amigos, soy así de simple...). Luego me llegaron comentarios de mis amigos: Underworld decepcionaba. Tuve que esperar al DVD para comprobarlo y, efectivamente, no era lo que deseaba ver. Me encontré con una película con buenas escenas de acción y una idea interesante, pero que se malograba por sus largos diálogos, su ritmo lento, su visualmente agotador monocromatismo y su montaje atropellado (si tenéis la oportunidad de ver el Making Of, comprobaréis que los licántropos lucen muchísimo mejor en el "cómo se hizo" que en el propio largometraje). El mayor acierto de Underworld desde mi punto de vista (aunque sé que muchos no piensan igual) fue el de olvidar los tópicos de vampiros y licántropos e intentar crear una nueva mitología alrededor de ellos, enfrentándolos como dos especies de criaturas salvajes sobrehumanas y no como monstruos arrepentidos de serlo. Con un presupuesto limitado, Underworld se convirtió en un moderado éxito que en teoría daría inicio a una trilogía. Ahora, con mayor abundancia de medios, Underworld Evolution hace honor a su título: significa una evolución con respecto a la anterior en varios aspectos, desde una mejora en cantidad y calidad de las secuencias dinámicas a un guión más ágil y menos pretencioso (aunque los diálogos tengan más bien poco interés). Los efectos especiales están a la altura y esta vez el montaje y una mejor dirección de Len Wiseman nos permiten apreciar en mayor medida los logros del departamento de maquillaje y del equipo de efectos visuales (y de efectos especiales prácticos, ya que también hay aparatosos highlights como el del helicóptero y varias explosiones).

Tras un prólogo que nos explica el origen del enfrentamiento entre vampiros y licántropos, y de un breve montaje que nos recuerda lo que ocurrió en la entrega anterior, Underworld Evolution sigue donde acababa aquella, con la aparición de un híbrido primigenio y la persecución que sufren los personajes de Selene (Beckinsale) y Michael (Speedman) después de haber roto el equilibrio entre ambos bandos.

Podría decir que, si bien Underworld no me pareció en absoluto mala (más bien una obra interesante pero fallida en ocasiones), Underworld Evolution me parece más satisfactoria que su predecesora. Es más rápida, más corta (las casi dos horas de la primera se me hicieron eternas), hay más monstruos, más peleas cuerpo a cuerpo y una escena erótica entre Speedman y Beckinsale donde el director (esposo de la actriz) lleva el desnudo hasta el límite y consigue no enseñar nada pero resultar tremendamente estimulante para la vista. Además, se ahonda algo más en el pasado de Selene y se abren varias líneas argumentales con tragedias paternofiliales y violentos reencuentros familiares.

No obstante, como ya me había pasado con la anterior, hay momentos en esta cinta en los que tuve que lidiar con el sueño. Será el cansancio, será la comodidad de la butaca del cine... pero hubo un par de momentos en los que desconectaba por completo y aparecía el principio de bostezo. Pienso que gran parte de la culpa la tienen las escenas de diálogos flojos (como ya dije antes) y (otra vez) la manía de utilizar un cromatismo idéntico para absolutamente todas las secuencias. A pesar de desarrollarse en diversos escenarios como montañas, castillos y túneles (nada que ver con la ambientación urbana de Underworld), todas las escenas están tratadas con la misma luz, haciendo que prácticamente todo lo que veamos sea una escala de azules. No estamos pues ante una película para ver a la hora de la siesta o de madrugada, por mucha acción que pueda tener, ya que por momentos uno corre el riesgo de caer en esa fase de atontamiento neuronal que nos conduce a contar ovejitas. Esta desgana con la que están contadas las (todavía abundantes) escenas de no-acción repercuten negativamente en la valoración global de la película y hacen que, por efecto arrastre, no consigamos vibrar en las secuencias más vistosas.

En resumen, Underworld Evolution (como la primera) pone las cosas fáciles a los que disfrutan riéndose de un determinado tipo de cine exagerado y fantasioso, pero ofrece un rato distraído a quien no mira el cine de acción fantástico desde el pedestal de la superioridad. No hay que tomarse estas películas más en serio de lo que se toman ellas mismas.


Publicado originalmente en Natural High. Notas desde el futuro: Pereza. Esa es la palabra que mejor define mi actitud actual hacia la saga Underworld. De ahí que todavía no haya visto la tercera parte y  que no haya vuelto a ver ninguna de las dos primeras.

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