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19 ene 2012

'Daño colateral'

(Collateral damage. Andrew Davis. Estados Unidos. 2002. 104 minutos) Por culpa de unos radicales de Oriente Medio cabreados (o de unos occidentales con ganas de invadir países de donde sacar petróleo, dependiendo de su grado de interés por la conspiranoia), Daño colateral pasó a adquirir una notoriedad que iba más allá de lo puramente cinematográfico para convertirse en material polémico desde un punto de vista político y social. Su estreno, previsto en Estados Unidos para el 5 de Octubre de 2001, tuvo que ser pospuesto por la Warner Bros. después de que el 11 de Septiembre de aquel año sucediera el atentado contra las Torres Gemelas de Nueva York. El estudio pensó que una película en la que se mostraba un atentado en Los Angeles perpetrado por terrorista colombiano, pese a las diferencias con lo sucedido en la realidad, podría herir demasiadas susceptibilidades en un país que se sentía herido y, quizá por primera vez, vulnerable frente a los ataques de fuerzas opuestas. No obstante, mientras guardaban la película sin saber cuál iba a ser su destino, se dieron cuenta de que la historia de un bombero que viajaba a Colombia para vengar la muerte de su mujer y su hijo en dicho atentado, harto de que por la vía diplomática nadie consiguiera hallar al responsable de aquello, serviría para alentar los ánimos de una nación que se encontraba buscando lo mismo, revancha, aunque sólo fuera en la pantalla de un cine y tuvieran que hacer un esfuerzo de abstracción cambiando la nacionalidad de sus odiados enemigos. A los que simplemente éramos (¡somos!) fans del cine de acción, no nos gustó que el estreno de la película se congelara y que ésta fuera utilizada como material propagandístico, cuando lo único que queríamos era poder ver de nuevo a Schwarzenegger en una cinta de acción de verdad, tras los pobres resultados de las mediocres El fin de los días (End of days. Peter Hyams, 1999) y El 6º Día (The 6th Day. Roger Spottiswoode, 2000), ninguna de las cuales consiguió revitalizar una carrera que ya daba muestras de estar al borde de la extinción (y que quedaría en puntos suspensivos poco después cuando Schwarzenegger se dedicó de pleno a la política, siendo retomada ahora por un par de títulos nuevos que todavía son una incógnita). Sin embargo, Daño colateral tampoco consiguió reverdecer los laureles de quien antaño fuera uno de los actores más taquilleros de Hollywood. Quizá el hecho de arrastrar esa condición de film propagandístico no fue visto con buenos ojos fuera de los Estados Unidos, donde tampoco funcionó demasiado bien posiblemente debido a que era un título asociado a la polémica y a que el público no estaba tan preparado para ver atentados en la pantalla grande como la Warner podría pensar.  

LO MEJOR: El toque clásico de Andrew Davis.
LO PEOR: Que Schwarzie no dispare un arma de fuego en
toda la película.
Quizá simplemente fracasó porque se corrió el rumor de que Schwarzenegger no disparaba ningún arma de fuego en todo el metraje (algo que confirmo) y a que éste se empeñó, durante la promoción, en hablar sobre la manera distinta en la que había enfocado el papel con respecto a los que llevó a cabo en actioners previos, destacando la humanización del personaje del héroe y espantando, por tanto, a los que sólo querían verle haciendo lo mismo que no hacía desde Eraser (Chuck Russell, 1996).  La cuestión es que, por un motivo u otro, Daño colateral quedó marcada con el sello de película fallida y la reacción generalizada, incluso entre los fans del roble austriaco, fue la de olvidarla o incluso ignorarla. Este fue mi caso, ya que hasta ahora nunca me había planteado seriamente visionarla hasta que ha caído en mis manos casi regalada y he decidido darle una oportunidad. Dicho esto, debo decir que la sensación que me ha provocado Daño colateral ha sido extraña y placentera. Extraña porque se trataba para mí de un Schwarzenegger inédito, algo inaudito si tenemos en cuenta que algunas de sus cintas me las sé de memoria y que, hasta que descubrí a Van Damme y aprendí a apreciar a Stallone, era mi actor favorito. Y placentera porque esa sensación de extrañeza se convertía en satisfacción mientras me daba cuenta del gusto que suponía descubrir a estas alturas una película de hace diez años que, para colmo, estaba filmada como lo habría sido otra década atrás en el tiempo. Es decir, Daño colateral es una película de 2001 (aunque fuera estrenada finalmente en 2002) que parece filmada a principios de los 90, cuando el cine de acción era más físico, menos aparatoso y se basaba más en la fuerza bruta de sus protagonistas que en la eficiencia de unos efectos visuales que no siempre resultan idóneos (y aquí hay que reconocer que en algunos fragmentos, como en la primera explosión,  la cinta se deja contaminar, siquiera mínimamente, por la comodidad y la artificiosidad del ordenador). El trabajo de Andrew Davis, viejo zorro del género al que le debemos piezas como Código de silencio (Code of silence. 1985), Por encima de la ley (Above the law. 1988), Alerta máxima (Under siege. 1992) y las más mainstream El fugitivo (The fugitive. 1993) y Reacción en cadena (Chain reaction. 1996), resulta tan eficaz como cabría esperar, demostrando una sencillez en las formas y una claridad narrativa ancladas en el pasado, dicho esto como elogio más que como defecto. La historia es la de siempre, la del tipo desolado que se toma la justicia por su mano cuando descubre que el sistema no se la va a proporcionar, pero tiene la peculiaridad que apuntaba antes: en contra de aquello a lo que nos tenía acostumbrados (entrar en una habitación llena de malos rompiendo la puerta y acribillar a todo bicho viviente antes de soltar un chiste lacónico), Schwarzenegger es aquí alguien que no utiliza armas y que sobrevive y gesta su venganza gracias a su astucia y a los conocimientos adquiridos en su carrera como bombero. Quizá fuera la edad, quizá fuera el ansia de evolución artística, pero el caso es que este Arnold diferente es lo que termina siendo el punto débil de la película, si bien nos hace un guiño a los fieles con una de esas réplicas geniales marca de la casa justo después de matar al malo principal. Por lo demás, Daño colateral es una cinta de acción apreciable, con un argumento lleno de tópicos, colombianos con muy mala leche, un giro de guión bastante loco en los últimos quince minutos, elementos que sin duda sabrán apreciar los que sean viejos zorros en esto.

2 comentarios:

srdani dijo...

Esta peli me parece de lo más simpaticota. Es la que más me gusta del triplete que protagonizó mi adorado Schwarzenegger antes de "Terminator 3". Y eso que incluso con la descafeinada "El sexto día", y la fallida "El fin de los días" también pasé buenos ratos.
Quizá soy algo condescendiente con ellas ya que todo el mundo las destrozó en su día y muchos fans del actor empezaron a renegar de él. Pero aun teniendo en cuenta estos factores, a los que se suma el hecho de que, desde luego, son obras a años luz de los mayores logros de su carrera, las reivindico orgulloso.
Espero que triunfe con su regreso a las pantallas y cierre algunas bocas.
Para acabar quisiera hacer una pregunta: ¿A nadie le enerva que ahora, de repente, a todo el mundo
le dé por reivindicar a Van Damme o a Stallone? ¿Qué no supieron ver en su momento que ahora les parece tan cool? Me refiero especialmente a determinados medios supuestamente especializados.
Dígame, Don Pedro, que usted nunca dudó de sus ídolos. Ni siquiera en los años de bajona.
Un abrazo.

Pedro José Tena dijo...

Sí que es simpática, sí. Con las otras dos del triplete crepuscular de Schwarzenegger, por llamarlo así, debo confesar que no me lo pasé nada bien. Puede que me pillara en un momento tonto, que influyó la mala suerte, la desgana o yo qué sé. Y es cierto que tanto el trabajo de Peter Hyams como el de Roger Spottiswoode me suelen parece de lo más disfrutables. Pero en esos dos casos concretos encontré más aburrimiento y desgana que otra cosa. Aunque, repito, quizá fuera culpa mía.

Sobre la pregunta que lanzas, estoy muy de acuerdo. A mí también me enerva que ahora resulte que Sly y Van Damme son guays para casi todo el mundo y que antes fueran la risa. La pregunta que planteas creo que tiene una respuesta más o menos fácil: al contrario que estos dos, Schwarzie no ha hecho nada que se apartara demasiado del género de palomitas, mientras que Van Damme y Stallone sí que lo han hecho (el primero con JCVD y el segundo con Copland, por ejemplo). Además, en el caso de Stallone, el hecho de que revitalizara con éxito las sagas de Rambo y Rocky le ha otorgado cierto prestigio basado en la nostalgia y en la superación de adversidades (porque nadie confiaba en que pudiera lograr el éxito con estas nuevas entregas de sus antiguas sagas). Lo que molesta es que no se den cuenta de que Rambo y Rocky ya molaban desde que se crearon y que seguían molando con sus secuelas. Y ahora, después de que "la crítica seria" dijera que JCVD era una película digna, que Jean-Claude hacía una interpretación magistral y blablabla, resulta que Contacto Sangriento también es cool, como si no lo fuera ya en 1988. Son todos unos mierdas. No hay que hacerles ni caso.

Y sobre lo de dudar de mis ídolos... no, nunca. Con Van Damme he estado siempre a tope (no en vano, creé VanDammeForum y VanDammeForum-OnLine para promocionarle todo lo que pudiese) y con Stallone y Schwarzenegger sí que sufrí cierto desinterés por sus últimas películas, quizá porque intuía (equivocadamente) que no eran buenas (como en el caso de Daño colateral). Por ese motivo también tengo algunos Stallones pendientes, como el remake de Get Carter o Driven. Pero eso no significa que les diera del todo la espalda, ni mucho menos.

Gracias por sus comentarios, srdani. Un abrazo.