Buscador

23 ene 2012

'La chispa de la vida'

(La chispa de la vida. Álex de la Iglesia. España. 2012. 106 minutos) Resultaba tan chocante como prometedor el hecho de que Álex de la Iglesia fuera a dirigir una película sobre un guión de Randy Feldman, responsable de tres títulos tan majos como Tango & Cash (Andrey Konchalovskiy, 1989), Sin escape: Ganar o morir (Nowhere to run. Robert Harmon, 1993) y El negociador (Metro. Thomas Carter, 1997). Que uno de los directores que más (y mejores) secuencias de acción ha dirigido en España se aliara con un guionista de Hollywood especializado en el género podría hacer suponer que el experimento iría por esos derroteros y, sin embargo, una vez conocido el argumento de lo que sería La chispa de la vida, quedó claro que, irónicamente, estaríamos ante la película menos dinámica y más dramática del director. Pero no es la única de las contradicciones que nos encontramos en este proyecto. También está el hecho de que sea el primer trabajo importante en el cine del cómico español más popular (que no el mejor) que existe en la actualidad, y que le toque lidiar con un personaje dramático. O que Salma Hayek, despampanante incluso cuando aparece desaliñada por exigencias del guión, haya venido a España desde Hollywood para filmar la cinta más minimalista del director vasco. Aunque la peor contradicción de todas es la que se produce entre lo que el público espera y lo que se encuentra: apuesto lo que quieran a que un porcentaje bastante alto de los que se han acercado al cine esperaban ver a José Mota en plan gracioso y, a tenor de lo que comprobé en la sala, ni siquiera con la película delante algunos son capaces de entender que están ante un drama, si tengo que hacer caso a las risas que proferían algunos vecinos de butaca en los momentos más insospechados. Cierto es que Álex de la Iglesia introduce algún guiño hilarante en instantes muy concretos, a veces incluso inapropiados, pero estamos ante su película más pesimista, deprimente y cruel.

LO MEJOR: El papel y la interpretación de Salma Hayek.
LO PEOR: Los subrayados de Álex de la Iglesia.
Aunque, ojo, eso no significa que La chispa de la vida no merezca la pena, que sea un bodrio o que conduzca al aburrimiento. Ni siquiera se puede hablar de película fallida porque, aunque de manera algo torpe, triunfa en su intento de convertirse en una mezcla entre cine social y entretenimiento, entre una historia coral de depredadores sin un ápice de moralidad y el cuento íntimo de un amor tocado por la tragedia y la crisis económica. Además, al estar narrada casi en tiempo real a partir de que sucede el accidente, la película posee un ritmo de lo más ajustado y jamás cae en el tedio, por mucho que la historia obligue a que la acción se centre en un único escenario y a que la movilidad de los personajes esté muy limitada. Pero igual que Álex de la Iglesia triunfa en estos aspectos, fracasa estrepitósamente en otros, y además de manera bastante burda, siendo quizá este el título en el que más evidente se hace uno de los defectos más notorios de su filmografía: esa tendencia, a veces irrelevante y otras veces molesta, de caer en los subrayados innecesarios. Hay uno que duele de manera especial y que no conviene desvelar, pero que sabrán identificar si han visto la película: tiene que ver con un maletín y una patada. Duele porque se produce en un momento en el que ya ha quedado clara la postura de los personajes que intervienen en dicha escena, y da pena pensar que el director crea que necesitamos esa anotación extra para entender el mensaje. Pero no es el único instante en el que de la Iglesia se pasa de la raya y está a punto de bordear el ridículo, como por ejemplo en el ensañamiento que se produce en los primeros minutos con el personaje de José Mota (¿de verdad era necesario lo del café o que lleve en el curriculum una foto tan desfavorecedora y tan gigantesca? ¿No es el personaje un experto en marketing?). Esto, junto con la irregular interpretación del protagonista (que, digan lo que digan, no está del todo creíble, por mucho que sea apreciable el esfuerzo que lleva a cabo), a la maniquea representación de algunos personajes (el dedo acusador sobre Fernando Tejero resulta casi risible, así como el director de la cadena de televisión rodeado de putas) y a cierto tonillo panfletista en sus últimos minutos, hace que La chispa de la vida resulte uno de los títulos menos inspirados de Álex de la Iglesia, quizá el más flojo que ha firmado desde... Acción mutante (1992).

No hay comentarios: