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30 ene 2006

'Terror en la niebla'

(The Fog. Rupert Wainwright. Estados Unidos. 2005. 103 min.) Me resulta difícil hacer un análisis de este largometraje sin compararlo con La Niebla de 1980, ya que si sois seguidores de este blog ya sabéis que soy un profundo admirador de Carpenter. Así que, antes de entrar en comparaciones, veamos que ofrece Terror en la Niebla a los que nunca vieron aquella obra maestra. Para empezar, un reparto de caras jóvenes entre los que destacan los televisivos Tom Welling y Maggie Grace, de las series Smallville y Perdidos, respectivamente. Esto nos da una idea muy clara del público al que va destinada la película: menor de 20 años, enganchado a la televisión y, a ser posible, que no conozca la versión primigenia de Carpenter para que pueda sorprenderse como si le estuvieran contando una historia nueva. Y doy fe de que este propósito se consigue, al menos en la abarrotada sala donde vi la película, en la que parte del público gritaba hasta desgañitarse con sustos del montón. Suerte que está también Selma Blair, actriz habituada al cine independiente (hasta cuando hace cine comercial, lo hace con gente como Guillermo del Toro en Hellboy) a la que, desgraciadamente, no dejan mucho protagonismo en esta cinta.

El director Rupert Wainwright sabe cómo coger historias ya contadas y presentarlas en un envoltorio espectacular que las haga digeribles para los más jóvenes (recuerden Stigmata, de la que en su momento escuché decir a alguien en una sala que era "la más gore que había visto en su vida"... cuando era de lo más inocente). La receta no es muy difícil: muchas luces, bastante fuego, actores y actrices con físicos perfectos, música electrónica y una buena ración de efectos visuales y chispas, aunque no siempre vengan a cuento. Una mezcla funcional y entretenida, con imágenes logradas y buen ritmo. Pero, como dije, apreciable sobre todo por los que no vieron La Niebla.

¿Y qué hay de los que sí la vieron? Pues, a no ser que tengan poca memoria, no les costará demasiado reconocer algunos diálogos casi idénticos  y una sucesión de acontecimientos calcados a la original, aunque la parte final difiere bastante y, por cierto, para peor. No voy a ser uno de esos "tipos estirados" que van a renegar ofensivamente contra Terror en la niebla. Mentiría si digo que me aburrí. Pero la cuestión es que los méritos de este film ya estaban en la versión de Carpenter y allí todo estaba mucho mejor narrado, tenía más tensión y una atmósfera que la niebla infográfica de nuestros días no logra recrear. Además del final (muy diferente, como ya dije antes), hay pequeños detalles diseminados a lo largo del metraje que nos demuestran cómo ha cambiado la sociedad o, mejor dicho, el tratamiento que la industria del cine tiene hacia su público. Veamos algunas de ellas:

Advertencia, a partir de aquí hay algunos spoilers.

- En la versión de Carpenter Tom Wilkinson recogía a una autoestopista interpretada por Jamie Lee Curtis y, minutos después, ya estaban en la cama. Después de hacer el amor se dan cuenta de que no saben sus respectivos nombres. En la versión de 2005, Tom Welling recoge a una autoestopista hacia la que tiene descaradamente intenciones sexuales. Cuando la chica sube a la camioneta descubrimos que es Maggie Grace, la antigua novia de Welling (utilizando siempre el nombre de los actores en lugar del de los personajes, para que sea más fácil de explicar). La diferencia es evidente: hoy en día sería políticamente incorrecto que dos desconocidos que acaban de hacer el amor nada más conocerse fueran los héroes de la película.

- Los espectros vengativos de la cinta (de ambas) estaban afectados de lepra y por ello fueron asesinados, para que no contagiaran Antonio Bay y así poder hacerse con su oro. En esta nueva versión se cita explícitamente que la lepra "la trajeron los chinos". Piensen en el contexto socio-político mundial actual y verán que este detalle quizá no sea casual: China es la potencia que según algunos estudios se presenta como la mayor amenaza de la hegemonía mundial de los Estados Unidos. Y ahí dejo ese dato. Ya saben: "a buen entendedor..."

- Además de reducir drásticamente la función del faro como lugar de amenaza de la niebla y sus "habitantes", otro escenario ha desaparecido, pero esta vez por completo: la iglesia del pueblo. Si en La Niebla de Carpenter éste era el edificio en el que transcurría el clímax y bastantes momentos de la trama, en Terror en la niebla tenemos el ayuntamiento como lugar donde se produce (supuestamente) el momento de mayor tensión dramática. ¿A qué se debe este cambio? ¿Acaso los productores no confiaban en que los adolescentes supieran qué es una iglesia? Vale que esto esté un poco cogido por los pelos pero, si uno le da vueltas, siempre puede llegar a conclusiones sobre casi todo, aunque no siempre con fundamento (como me hubiera pasado a mí en este caso si hubiera seguido desbarrando sobre el tema...)

Después de todo lo dicho, no os voy a engañar: a mí también me gusta que las protagonistas no usen pantalones cuando están en su casa, y entiendo que a otr@s les guste que Tom Welling se quite la camiseta a la mínima que le surge la oportunidad, incluso comparto el agradecimiento de parte del público hacia determinados sustos... Pero, como la historia me la sabía entera, mi cabeza empezó a buscar entretenimiento en estas diferencias y sus posibles teorías. No me hagan mucho caso y, si quieren pasar algo más de hora y media entretenidos, vayan a verla. Como dijo aquel, "en peores plazas hemos toreao".


Publicado originalmente en Natural High. Notas desde el futuro: Una crítica de mierda para una película de mierda con la que finalmente fui piadoso (como me pasa en demasiadas ocasiones). Los últimos párrafos, después de la alerta de spoilers, son de una tontuna importante y vuelve a ser una prueba de cómo me gustaba llenar párrafos con la Nada más absoluta. 

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