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29 nov 2011

'Los ojos del bosque'

(The watcher in the woods. John Hough. Estados Unidos. 1980. 80 minutos) A mediados de los 70, la marca Walt Disney no era necesariamente sinónimo de éxito. Sus días de gloria como productora más importante del cine de animación de Estados Unidos estaban en entredicho, ya que si bien no había ninguna otra compañía rival que le hiciera sombra, sí que veía cómo sus últimos títulos estaban lejos de poder compararse a niveles artísticos y comerciales con sus clásicos más conocidos. Buscando refugio en películas de acción real enfocadas al público familiar, Disney halló sendos éxitos en La montaña embrujada (Escape to Witch Mountain. 1975) y su secuela, Los pequeños extraterrestres (Return from Witch Mountain. 1978). El director de ambas no fue otro que John Hough, director inglés que había filmado dos reputadas cintas de terror: Drácula y las mellizas (Twins of evil. 1971) y La leyenda de la mansión del infierno (The legend of hell house. 1973), una de las mejores películas de casas encantadas de todos los tiempos. Si bien el tono general de los dos films que rodó para la Disney era inevitablemente amable, la mezcla de protagonistas adolescentes, aventuras y ciencia-ficción funcionó lo suficientemente bien como para que fuera considerado para encargarse de otro éxito en potencia, en este caso la adaptación de una novela de Florence Engel Randall titulada Los ojos del bosque (1976) que mezclaba elementos similares. Sin embargo, esta vez John Hough se llevó la cinta a su terreno, consiguiendo un producto incómodo para la productora, poco amable para el público infantil y con una atmósfera decididamente terrorífica. En ella, vemos cómo Jan y Ellie, unas jóvenes que se mudan a una casa de campo en Inglaterra con su familia, reciben lo que podrían ser mensajes del Más Allá, aparentemente enviados por una chica desaparecida años atrás, Karen, y cuyo cuerpo nunca apareció. Al mismo tiempo que se suceden fenómenos paranormales, las protagonistas descubren que algunos adultos del lugar esconden un secreto que podría esclarecer qué ocurrió con Karen.

LO MEJOR: Que no haga demasiadas concesiones al público
infantil.
LO PEOR: El final deja en evidencia que hubo problemas de
producción.
El resultado fue demasiado terrorífico para los estándares de la Disney, aun cuando habían elegido deliberadamente un punto de partida que se prestaba a ello. En un intento de salvar la papeleta, eliminaron varias escenas, filmaron hasta tres finales distintos y reestrenaron la película un año después, con el montaje de ochenta minutos que hoy conocemos. Dejando a un lado todo este desaguisado (del cual pueden leer más si pinchan aquí), hay que reconocer que el resultado de Los ojos del bosque es sorprendente. Muy en contra de lo que podríamos pensar nada más ver escrito Walt Disney Productions presents en los títulos iniciales, la cinta nos sumerge de inmediato en un terreno hostil para los protagonistas y para el público, un bosque insondable donde se advierte la presencia de alguien o algo que nunca llegamos a ver pero cuyas acciones (en forma de viento o fenómenos luminosos) se hacen patentes desde el principio. Eso por un lado. Por otro, tenemos otro recurso más inquietante si cabe en la forma de un espectro que pide ayuda a las hermanas Jan y Ellie, apareciéndose en los espejos o hablando a través de la voz de la pequeña. Para redondear la intriga, hay incluso un ritual que se nos muestra en forma de flashbacks a medida que los implicados confiesan su participación en él y las extrañas consecuencias que tuvo. Como ven, parece mucho para condensar en apenas hora y veinte, pero ahí radica una de las grandes virtudes de la película, ya que gracias a ello adquiere un ritmo incesante y logra mantener la atención del espectador en todo momento, sin apenas altibajos narrativos ni secuencias de relleno, lo cual es siempre digno de elogio. Y en cuanto al terror, quizá se sorprendan al comprobar la manera tan hábil con la que la película consigue poner los pelos de punta en varias ocasiones. Es posible que el papel de Bette Davis les sepa a poco (no es a ella a quien hay que temer en esta ocasión), pero si hay algún aspecto que realmente quede cojo en Los ojos del bosque es el final. Sin ánimo de aguarles la fiesta en caso de que no la hayan visto, con lo cual ya quedan avisados de que quizá no tendrían que seguir leyendo (SPOILER!), es evidente que la conclusión que se tomó como final oficial (tras otros dos alternativos que pueden ver aquí y aquí) no casa del todo bien con la pregunta que nos hacemos desde el principio, en cuanto vemos por primera vez los efectos lumínicos que sorprenden a la protagonista: ¿no serán esas luces más propias de un extraterrestre que de un fantasma? Los finales previos dicen que sí, pero el del montaje que se comercializó a partir de 1981 elimina las apariciones del alien (diseñado por Henry Selick, futuro director de Pesadilla antes de Navidad, James y el melocotón gigante y Los mundos de Coraline) y el viaje a su planeta (que, en honor a la verdad, resultan bastante pobres, como habrán podido comprobar si han abierto los vídeos que les acabo de enlazar) y lo sustituye por una conclusión que nos habla de un cruce entre dimensiones pararelas y muestra al Observador (el Watcher del título original) como un ente incorpóreo. Es una pena que este clímax deje a un lado la intención inicial de Hough (quien no filmó estos últimos minutos) y se busque tan desesperadamente un final feliz que rompe, en parte, con el tono terrorífico y oscuro que posee el resto del metraje. Aún así, Los ojos del bosque merece ser recordada como una rareza interesantísima, un cuento de terror para niños grandes y, quizá, uno de los títulos más rescatables de la producción del género de principios de los ochenta.

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