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6 ene 2006

'Zombies Party'

(Shaun of the dead. Edgar Wright. Reino Unido / Francia. 2004. 96 minutos) En el cine de zombis hay de todo, desde obras maestras (Yo anduve con un zombi, La noche de los muertos vivientes…) a lo más vergonzoso que uno se pueda imaginar (House of the dead, Redneck zombies…), pasando por títulos no redondos pero sí míticos (las cintas de Fulci, los templarios de Ossorio, No profanar el sueño de los muertos de Jorge Grau…) y parodias hechas con inteligencia que acaban convirtiéndose en títulos de culto (la saga Return of the living dead, o la reciente Los no muertos…).

En este último grupo colocaríamos a Shaun of the dead (me niego a seguir utilizando el vergonzante título que le pusieron en España…), toda una sorpresa que nos llegó de Inglaterra para recordarnos que las comedias de terror (o el terror cómico más bien) no tienen que ser necesariamente astracanadas multirreferenciales con dos gags facilones por minuto.

La película de Edgar Wright nos presenta a Shaun, un tipo que roza la treintena y con una vida que no avanza: comparte casa con dos personas diametralmente opuestas (uno es estirado y responsable, el otro se dedica a trapichear y jugar a la PlayStation), la relación de tres años con su novia está a punto de romperse, y no soporta al nuevo marido de su madre, a pesar de que ya hace 17 años que están casados. Su concepto de cita perfecta se reduce a ir a la taberna Winchester a beber cervezas y comer cortezas de cerdo con su novia y su colega Ed. Pero esta tranquilidad y monotonía se rompe el día que comienza a verse rodeado de muertos vivientes… Así, nuestro protagonista se convierte en un improvisado héroe con una difícil misión: hacer las paces con su madre, recuperar a su novia y volver a casa a la hora del té.

Como en La noche de los muertos vivientes, nunca sabemos exactamente el motivo de la resurrección de los muertos y la epidemia de necrosis contagiosa. Ni falta que hace. Lo importante es que, de un momento a otro, los protagonistas se ven acosados por cientos de zombies putrefactos de andares lentos e instintos básicos, como los de toda la vida (sobre todo, después de Romero, claro). En un principio la situación no es demasiado molesta para Shaun y Ed: ante el ataque de la primera zombi, le toman una fotografía antes de matarla y luego se apalancan en el sillón a ver la tele. Y éste es el sentido del humor que sobrevuela por todo el metraje: lejos de convertirse en superhéroes, los protagonistas no son más que personas corrientes que se mueven por un entorno periférico (aunque esté ambientada en Londres, no vemos el Big Ben ni el Piccadilly Circus) y que, ante la amenaza, se arman con vinilos, bates de críquet, palas y lo que puedan. De hecho, cuando Shaun intenta actuar como un héroe, no puede hacer otra cosa que el ridículo: la tentativa de saltar una valla conduce a una caída irrevocable. Pero se las apañan para sobrevivir (no todos, claro, de lo contrario no habría emoción), luchan con todas las fuerzas sin perder nunca el sentido del humor (Ed imitando a Clyde, el gorila que acompañaba a Clint Eastwood en Duro de pelar…) y les vemos triunfar (relativamente, repito). Por eso nos creemos la película, porque sus personajes nos caen simpáticos y porque se mueven en terrenos cotidianos, alejados del ambiente militarista o de alta tecnología tan pegado a buena parte de la filmografía zombie.

Con referencias evidentes a otros títulos clásicos (el restaurante llamado Fulci’s, la frase “Barbara, we’re coming to get you” que recuerda al “Barbara, they’re coming to get you” de La noche de los muertos vivientes, etc.), Shaun of the dead posee un sentido del humor contagioso y burlón: la coreografía de golpes con palos de billar a un zombie, al son de Queen; los protagonistas imitando a los zombies para pasar desapercibidos; el paseo matutino de Shaun a la tienda de la esquina cuando todos a su alrededor son ya cadáveres andantes (¡y él no se entera de nada!), etc.

Sin duda, tanto el director Edgar Wright como el protagonista y guionista Simon Pegg (Shaun) saben de lo que hablan. Pero en lugar de hacer una película de zombis inglesa al estilo americano, han hecho una película de zombis al estilo de la comedia inglesa contemporánea. Casi como si los chicos de Full Monty o La Camioneta se encontraran al despertarse con hordas de muertos vivientes… Realmente, una delicia. Modesta... pero jugosa.


Publicado originalmente en Natural High. Notas desde el futuro: nada que añadir u objetar. Si acaso afirmar que los años han tratado muy bien a la película y que ha ido ganando con cada visionado.

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