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3 ene 2006

'Azumi'

(Azumi. Ryuhei Kitamura. Japón. 2003. 123 minutos) Si bien siempre he sido un entusiasta del cine de Hong Kong, llegando a interesarme por otras cinematografías orientales, también es cierto que nunca he consumido demasiado cine japonés. Ahora es un buen momento para hacerlo, ya que se está editando en DVD un gran número de cintas de esa nacionalidad, especialmente sus clásicos más destacados. Así, mi conocimiento de tal cine se limita a algunos títulos de Kurosawa (Los siete samuráis, Rashomon, Yojimbo, …), alguno de Kenji Mizoguchi (Cuentos de la luna pálida, que me enamoró de inmediato) y Seijun Suzuki (La juventud de la bestia o El vagabundo Kanto), sin contar el anime, el cine de terror más reciente o las excelencias de Takashi Miike y Takeshi Kitano. Es por esto que al enfrentarme a una producción como Azumi lo hago sin demasiados referentes, ya que ni conozco el manga en que está basada ni demasiados exponentes del género chambara (películas de samuráis).

¿Va a ser entonces ésta una crítica ignorante? Pues en parte sí, ya que me gustaría conocer mucho más a fondo el género al que Azumi homenajea. Pero, por otro lado, no me es ni mucho menos desconocida la imagen mítica de Toshiro Mifune empuñando una katana en cualquiera de sus películas (seguramente, el icono más representativo del género), y estoy seguro de que hay gente que ve y critica Azumi sin ni siquiera haber visto jamás a este actor en acción, así que supongo que tampoco soy ignorante del todo al respecto.

Si aclaro todo esto es porque pienso que la crítica cinematográfica debería hacerse desde la modestia, aceptando las carencias de cada uno, y no desde el pedestal de pedantería desde el que, a veces, algunos escriben (con lo que lo único que consiguen es constatar su ignorancia sobre algunos temas). Vaya por delante también que no me considero crítico de cine, ya que no me pagan por ello (aunque es algo a lo que me gustaría dedicarme por completo). Simplemente soy alguien que ama el cine y al que le encanta escribir sobre ello. Y, por qué no decirlo, que también disfruta cuando le dicen cosas como “tú eres el crítico de la página web, ¿verdad?” o “no sabía que escribías en esa revista”.

Tras esta declaración de intenciones que no tenía previsto incluir en esta reseña, volvamos a Azumi, segunda película que veo de Ryuhei Kitamura (tras la interesante pero algo lenta Sky High), quien se hizo famoso con un largometraje que mezclaba el chambara con los zombies, Versus. En Azumi, nos cuenta la historia de diez huérfanos que son criados en la montaña y entrenados por un viejo samurai. Cuando el entrenamiento se ha prolongado diez años, el maestro les dice que van a abandonar su retiro y van a comenzar a llevar a la práctica sus conocimientos, encargándoles la misión de asesinar a todos los tiranos que impiden que su nación esté en paz (curiosa lógica: matar a los que matan para que nadie más muera). Pero antes de enfrentarse a tal cometido, los jóvenes deben demostrar que se han convertido en asesinos sin piedad a los que ningún sentimiento les impedirá triunfar en la misión. La prueba de fuego: el maestro les pide que elijan al compañero con el que quieren emprender su aventura y, a continuación (en el primer golpe de efecto de los muchos que oscurecen la trama) les ordena que se maten entre ellos. Es decir, de los diez muchachos sólo pueden quedar cinco. La escena es sobrecogedora y consigue que, a partir de aquí, estemos inquietos ante la posibilidad de que cualquier cosa puede suceder con los protagonistas.

Ya en esta secuencia toma el protagonismo la joven Azumi, la única chica del grupo y también la única que durante unos momentos consigue apartarse de su misión para intentar ser una chica normal. Pero tras problemas internos en el grupo, la aparición de un asesino aún más poderoso que ellos, Bijomaru (puro personaje de cómic, siempre con una rosa en la mano), y un intento de violación por parte de unos bandidos, Azumi no tiene más remedio que retomar las armas y acabar plantándole cara a doscientos hombres sedientos de sangre, en uno de los clímax más espectaculares que se podrían imaginar.

Azumi, la película, tiene una gran virtud de la que pocas pueden hacer gala: sus dos horas de metraje se pasan volando. Contradiciendo lo habitual en casi todas las cintas japonesas que he visto, el ritmo de Azumi es trepidante, casi sin pausa, con escenas de acción magistrales (además del clímax, hay que destacar sin duda el combate entre Bijomaru y uno de los cinco protagonistas en un campo abierto) que no dudan en tomar elementos prestados del cine de acción de Hong Kong (los cables, las coreografías) y el manga del que procede (algunas exageraciones, como el personaje que sale volando hacia la cámara tras una explosión). El director va diseminando peligros por el metraje, pruebas que los protagonistas deben superar (y en las que algunos fracasan de manera dolorosa), que hacen que nunca perdamos interés por lo que está pasando.

Pero algunos detalles de las escenas de acción (el grotesco desenlace del combate entre Azumi y Bijomaru, sobre todo) parecen entrar en conflicto con la seriedad de otras escenas (el dramatismo de la prueba inicial, las historias de amor truncadas por la violencia o el destino del joven envenenado por un ninja), creando una dicotomía que puede desconcertar al espectador menos presto al delirio (los que van al cine con las leyes de la física en la cabeza, no podrán hacer otra cosa que desesperarse en algunos instantes, sobre todo en el - innecesario - momento final en el barco).

Para el que esto escribe, los grandes momentos de Azumi compensan con creces a los menos afortunados y, del mismo modo que uno perdona los defectos de la persona de la que se enamora, quedé rendido ante ella, pudiendo afirmar sin rubor que es uno de los DVD con los que más he disfrutado en los últimos tiempos. Hablando del DVD, mis felicitaciones a Manga Films por seguir trayéndonos cine oriental a nuestras casas. Aunque no siempre con ediciones muy elaboradas, la de Azumi incluye unas dos horas de extras. Y extras interesantes, para variar. Desde las discusiones violentas del director y el productor de la película, hasta el accidente que le causó un buen susto a Aya Ueto el primer día de rodaje.

Ahora tendré que hacerme con la segunda parte. Aunque, por lo que he visto en algún tráiler, mucho me temo que carecerá del dramatismo de ésta. Será cuestión de comprobarlo…


Publicado originalmente en Natural High. Notas desde el futuro: Algo que caracterizaba mi etapa en aquel primerizo blog era que tenía cierta tendencia a llamar la atención sobre algunos asuntos o personas de manera velada pero intencionada. Seguro que mis menciones al hecho de ser crítico profesional o a estar enamorado no estaban ahí porque sí, sino que serían recados para quienes correspondiera en ese momento. Es otro rasgo que intento evitar actualmente. En cuanto a la segunda parte de la película, lo cierto es que intenté verla en dos ocasiones y en ambas tuve que dejarlo por aburrimiento. Dudo que le dé una tercera oportunidad. 

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