(Knowing. Alex Proyas. Estados Unidos / Reino Unido / Australia. 2009. 117 minutos) Con una filmografía todavía breve que incluye tanto títulos de culto como El Cuervo (The Crow. 1994) o Dark City (1998) como aquella superproducción más inteligente de lo habitual que fue Yo, Robot (I, Robot. 2004), Alex Proyas se está convirtiendo en uno de los nombres más interesantes del panorama del cine fantástico actual, tanto por su insistencia en el género (sólo rota por la comedia Garage days en 2002) como por su capacidad para combinar con acierto espectáculo con tramas oscuras, a veces rayanas en el terror, que huyen de lo fácil para plantear duros enfrentamientos entre la fantasía o la ciencia y la cotidianeidad de héroes heridos y poco amables para el público (incluso el Will Smith de Yo, Robot resultaba menos simpático que de costumbre, y era un héroe con costuras... tanto físicas como psicológicas). En Señales del futuro Nicolas Cage interpreta a John Koestler, un profesor de ciencias que ha dejado de creer en todo desde que falleció su esposa un año atrás. Su vida sufre un nuevo vuelco cuando aparece en ella por casualidad un documento que parece pronosticar una serie de catástrofes con muertes masivas, además de reflejar con exactitud todas las que han ocurrido en el pasado reciente (incluyendo aquella en la que falleció la mujer de Koestler). Al mismo tiempo, unos tipos de apariencia extraña parecen perseguir a su hijo con la intención de llevárselo con ellos. Según los números, el protagonista apenas tiene unos días para desvelar qué misterio se esconde detrás del documento y, sobre todo, averiguar si hay alguna manera en la que pueda evitar nuevos desastres.
LO MEJOR: La secuencia del accidente aéreo. LO PEOR: El rollo "Adán y Eva". |
Con esta base y con algo más de presupuesto, Michael Bay o Roland Emmerich hubieran construido una película hiperbólica llena de escenas de destrucción y efectos especiales, un espectáculo destinado a contentar a todo el mundo y a llenar las salas. Eso no tendría nada de malo y de hecho es una combinación que puede ser bastante apetecible. Pero, como hemos dicho antes, Alex Proyas está hecho de otra pasta: en Señales del futuro plantea las set-pieces desde el punto de vista de los personajes, mostrando la acción sin artificios narrativos e incluso en plano-secuencia (como en el brillante momento del accidente de avión, escalofriante y de gran impacto al estar mostrado sin cortes), lo cual aporta sin que nos demos cuenta un valor extra de credibilidad a una historia de raíces eminentemente fantásticas como ésta, por cuanto nos sitúa de inmediato en el mismo punto de vista del personaje de Nicolas Cage. Ese, junto a la habilidad con la que Proyas introduce elementos de cine de terror, sería el mayor valor de la película, por lo demás algo previsible pero ciertamente entretenida. En los puntos flacos tendríamos que destacar dos que nos llaman la atención y que quizá a algunos de ustedes no les molesten, ya que se tratan de manías muy particulares: por un lado, partiendo de la base de que creo que la mayoría de las historias se podrían contar en noventa minutos (y reconociendo que me gustan todavía más las que no pasan de la hora y veinte), la duración de Señales del futuro se me antoja algo desproporcionada e innecesaria, ya que pretende alargar el misterio de algo que resulta bastante evidente mucho antes de acabar la película (y que no desvelaré, por si acaso, ya que tiene que ver con la intención de los hombres que susurran); por otro, me chirría todo el rollo de reminiscencias religiosas y postalitas new age que se adueña de la segunda mitad de la película, quizá buscando deliberadamente contrarrestar el impacto de un final que se adivina poco alegre desde casi el principio de la historia, lo cual no deja de ser una de las grandes trabas del cine comercial. Pese a estos defectos (que, repito, pueden ser meras manías personales de alguien a quien le molesta mucho mirar el reloj mientras ve una peli, casi tanto como que le metan con calzador escenas de buenrrollismo esteticista), Señales del futuro queda como un título disfrutable, con secuencias de acción por encima de la media y algunos momentos de terror ciertamente efectivos.