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3 may 2011

'Game Over: Se acabó el juego'

(3615 code Père Noël. René Manzor. Francia. 1989. 87 minutos)  "Todos los niños creen en la magia y no dejan de hacerlo hasta que crecen. Excepto aquellos que han quedado demasiado decepcionados por la realidad para esperar las recompensas." Con esta cita de Bruno Bettelheim, autor austriaco que se ocupó de estudiar la importancia de los cuentos de hadas durante la infancia, se abre Game Over, cinta hoy bastante olvidada que cosechó varios premios en diversos festivales especializados y que nos llegó después de Sólo en casa (Home alone. Chris Columbus, 1990), con la que se suele comparar a pesar de ser anterior a la protagonizada por Macaulay Culkin. Ambas comparten la misma premisa: un niño se queda encerrado en casa y tiene que protegerse de los intrusos. Pero la película francesa, lejos de ser una comedia amable llena de golpes y caídas, resulta ser una aproximación terrorífica al final de la infancia, además de resultar avanzada a su tiempo por presentar los peligros de internet a la hora de entablar relaciones con desconocidos. Thomas (Alain Musy, hijo del director y hoy en día, con el apellido de Lalanne, creador de efectos visuales por ordenador para superproducciones como El caballero oscuro y Avatar), es un niño que tiene todo lo que alguien de su edad desearía: su  madre (Brigitte Fossey) lidera una cadena de jugueterías, tiene una casa llena de cacharros, con pasadizos secretos, cámaras de vigilancia que controla con un brazalete-vídeo... además sabe de informática, de mecánica, sabe conducir, juega a rol con el abuelo (Louis Ducreux)... Y a pesar de ser superdotado todavía mantiene la ilusión infantil intacta. Cuando su mejor amigo le dice que Papá Noel no existe, se obsesiona con la idea de grabarlo durante su visita navideña y, a ser posible, capturarlo. A través de Minitel (un proto-internet sobre el que pueden leer pinchando aquí y aquí), contacta sin saberlo con un perturbado. Este resulta ser un ex-empleado furioso de la madre de Thomas y, disfrazado con un traje de Papá Noel, se presenta en la mansión para ajustar las cuentas con la familia. Thomas, convertido en una suerte de John McClane en miniatura ataviado a medias entre Rambo y un villano de Mad Max, no tendrá más remedio que defenderse del psicópata echando mano únicamente de sus armas de juguete, su inteligencia y su imaginación, mientras trata de proteger a su abuelo afectado de diabetes y que necesita urgentemente su dosis de insulina.

LO MEJOR: La manera en la que pervierte un icono amable.
LO PEOR: Las inevitables concesiones al público infantil y
la falta de ritmo.
Los primeros minutos de película, con esa versión pirata del Eye of the tiger de Survivor sonando, con esos planos que muestran al niño entrenando sus músculos mientras afila un cuchillo de plástico, nos hacen pensar que estamos ante una cinta de acción dulcificada y apta para menores, pero si bien es cierto que hay momentos en los que existe cierta sobredosis de azúcar (esa sucesión de imágenes lacrimógenas a ritmo de un villancico de Bonnie Tyler...), también hay que destacar que Game Over está más cerca del cine de terror que de la aventura infantil que hacen presagiar sus secuencias iniciales. El instante en el que nos damos cuenta de ello es el mismo en el que Thomas ve cómo su infancia se derrumba ante sus narices: la visión de Papá Noel entrando por la chimenea se le antoja mágica hasta que, atónito, observa cómo el hombre del traje rojo asesina a su perro. A partir de ahí la película se convierte en un juego de persecución, cacería y supervivencia dentro de la mansión de Thomas, donde el niño pondrá a prueba sus habilidades al mismo tiempo que, ocasionalmente, se viene abajo al entender que su sueño infantil se ha convertido en una pesadilla. El problema es que el concepto del que parte el film, a pesar de ser interesante y de tener algo más de fuste de lo esperado, no está del todo bien llevado a la pantalla por René Manzor, quien se entretiene demasiado en crear atmósferas opresivas mediante la fotografía y los encuadres, así como en explorar la arquitectura laberíntica de la casa donde transcurre la acción, pero se olvida de dotar de ritmo al conjunto, provocando en algunas ocasiones la molesta aparición del Señor Aburrimiento. La iluminación tenebrosa y la profusión de escenas a cámara lenta invitan al sueño por momentos, aunque en cierto modo podríamos decir que esa morosidad y esa estética onírica ayudan a potenciar la sensación de estar dentro de un mal sueño interminable. La película no presenta tampoco un festival de sustos o escenas gore, sino más bien lo contrario: se trata de un crescendo de suspense con puntuales estallidos de violencia y, sobre todo, de una incómoda perversión de un personaje querido por los niños y que aquí, con el inquietante rostro de Patrick Floersheim, se convierte en una figura macabra y amenazadora. Game Over se puede considerar una cinta parcialmente fallida en tanto que lastra algunas de sus virtudes con concesiones a la galería infantil, pero también se trata de una rareza estimulante que tiene su lugar privilegiado como una de las pocas muestras de fantástico europeo que consiguieron convertirse en películas de culto, principalmente entre la chavalería, durante la época dorada de los videoclubes.

2 comentarios:

Hell Nuki dijo...

Me la bajo y esta tarde la veo, seguro q me gusta! xD
Dios! Que buen blog tienes, hay cada peliculón!
Me encanta!

Pedro José Tena dijo...

Muchas gracias. Es bueno saber que hay gente que le saca provecho al blog y que descubre películas que no conocía gracias a él.

Un saludo.