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17 may 2011

'Fudoh: The New Generation'

(Gokudô sengokushi: Fudô. Takashi Miike. Japón. 1996. 99 minutos) ¿Recuerdan la fiebre por Takashi Miike que se produjo hace unos años? Hubo un momento en el que si no conocías a Miike no eras nadie, estabas fuera de onda, eras un mierda. Si uno no había visto Dead or Alive (Dead or Alive: Hanzaisha. 1999), Audition (Ôdishon. 2000) o Ichi the Killer (Koroshiya 1. 2001) perdía el carnet de cinéfago y bajaba puestos en el ranking de personas cool. Decenas de blogueros y culturetas around the world perdían el culo por ver la nueva película grabada en vídeo por Miike, generándose una ansiedad galopante al comprobar que la filmografía del japonés crecía a un ritmo imparable. Entonces ocurrió lo peor: las cintas de Takashi Miike se convirtieron tanto en carne de cine-forum como en pasto de pajilleros adictos a la Red, los gafapastas glosaban las virtudes de The bird people in China (Chûgoku no chôjin. 1998) al mismo tiempo que los quinceañeros ávidos de emociones fuertes se la pelaban con la asquerosa Visitor Q (Bijitâ Q. 2001). Pero poco a poco la fiebre se pasó, principalmente porque tanto unos como otros tuvieron que reconocer que no todo en la obra de Miike merecía la pena y que, entre tantos títulos (84 películas en 20 años de carrera), era complicado separar el grano de la paja y el proceso terminaba resultando agotador. Fudoh: The New Generation, por si alguno no la vio en su momento (como yo), es de las recuperables.

LO MEJOR: Lleva con habilidad el vigor de la animación
japonesa al campo de la imagen real.
LO PEOR: Riki Takeuchi sale poco. Le falta intensidad
dramática, pero tampoco la echamos mucho de menos.
Basada en el manga de Hitoshi Tanimura, la película supone el inicio de una trilogía que seguiría después con dos entregas ajenas a Miike, dirigidas por Yoshiho Fukuoka en 1997 y 1998 y que confieso desconocer por completo. La historia de esta primera parte sigue a Riki Fudoh (Shôsuke Tanihara), última extirpe de un clan Yakuza que tuvo que ver cómo su hermano mayor moría a manos de su padre, quien veía como un impedimento a su vástago para poder aliarse con otro clan mafioso. Siendo todavía un adolescente y habiendo crecido con el deseo de venganza en su interior, Riki organiza su propia banda para derrotar desde dentro al imperio de su progenitor, desatando una oleada de violencia descontrolada que Takashi Miike nos muestra en todo su sangriento esplendor. Fudoh pertenece a ese grupo de películas de Miike donde la hipérbole y la falta de vergüenza son las protagonistas, alejándose de la sobriedad del yakuza-eiga (género que narra historias criminales sobre la Yakuza) y acercándose conscientemente a la estética y la narrativa del anime convertido en imagen real. Puede que el trasfondo sea dramático y shakespeariano, con ese conflicto paterno-filial llevado a sus últimas consecuencias, pero las formas, con su desatada explicitud, se acercan al dibujo animado en el que todo es posible: cabezas humanas que sirven de balón de fútbol, chicas que disparan cerbatanas con su vagina, sexo hermafrodita, explosiones de sangre... Fudoh tiene todo eso y lo luce con alegría, convirtiéndose en un festín para el gourmet de la exageración cinematográfica. Sólo se echa en falta que la historia estuviera contada con algo más de intensidad dramática, pero como festival de acción y gore no tiene precio. 

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