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24 dic 2010

'Balada triste de trompeta'

(Balada triste de trompeta. Álex de la Iglesia. España / Francia. 2010. 107 minutos) Cuando se trata del cine de Álex de la Iglesia, se ha convertido en un tópico hablar de una fractura narrativa que separa sus películas en dos mitades de manera un tanto inconexa e incómoda, encontrando en su filmografía cintas con una primera parte lograda seguida de una segunda fallida (Acción mutante, Perdita Durango) o justo lo contrario (800 balas). Balada triste de trompeta acusa también algo de esto desde el momento en el que, a mitad de proyección, observamos cómo la línea argumental (muy sencilla en su base: el enfrentamiento entre dos hombres por el amor de una mujer) se estanca para convertirse en una sucesión de acciones violentas que conducen hacia una escalada de locura y destrucción (que es lo mismo que ocurría en otros títulos del vasco como Muertos de risa o Crimen ferpecto). Sin embargo, esta vez la división entre ambas partes de la película se produce de un modo menos acentuado que de costumbre y no supone un problema demasiado importante para su disfrute. Bien es cierto que los personajes son esquemáticos y que la trama romántica está planteada de manera precipitada, lo cual no hace más que potenciar la sensación de que simplemente es una excusa para hablar de algo que a de la Iglesia le interesa más. Balada triste de trompeta es, más que un relato de amor visceral o una comedia negra, un exorcismo en forma de película con el que el director intenta expulsar los demonios que lleva dentro, la infelicidad que le provoca haber crecido en un país resquebrajado y absurdo que siempre ha estado, como algunas de sus películas, dividido en dos partes antagónicas y contradictorias que nos hemos visto obligados a asumir al mismo tiempo: nacionales y republicanos, Paul Naschy y Torrebruno, Los Chiripitifláuticos y los atentados de ETA mezclados en la programación televisiva, el payaso tonto y el payaso triste, votantes de izquierdas y de derechas, etc,

LO MEJOR: Carlos Areces y el nervio que le da Álex de la
Iglesia a la narración.
LO PEOR: Carolina Bang no está a la altura de su papel.
Balada triste de trompeta es la película política de Álex de la Iglesia, disfrazada de gran guiñol y de esperpento, capaz de plantar a un payaso con machete en mitad de una batalla en plena Guerra Civil española, jugando con el absurdo y la astracanada hasta llegar a un clímax espectacular, bello y cruel al mismo tiempo que homenajea a Con la muerte en los talones (North by Northwest. 1959) y culmina con el incómodo concepto de la risa mezclándose con el llanto. Es una suma de las obsesiones de Álex de la Iglesia y es Hitchcock, Berlanga, John Woo y Tod Browning. Puede que la trama pierda el norte durante algunos pasajes, pero es una película dotada de una fuerza abrumadora que ya deja claras sus intenciones epatantes con su prólogo y los créditos iniciales. Y, aunque a Carolina Bang le falte expresividad y carisma y suponga el punto débil del triángulo protagonista, merece mucho la pena disfrutar de las interpretaciones de Antonio de la Torre y, muy especialmente, Carlos Areces, alguien de quien vengo diciendo desde hace tiempo que podría ser un gran actor dramático y que debería llevarse el premio al mejor actor revelación en los próximos Goya. Al igual que la actuación de Areces, Balada triste de trompeta es cine hecho desde las entrañas, valiente, crudo, exagerado, visualmente poderoso y con un ritmo incesante que hace que los más de cien minutos pasen con una fluidez sorprendente. Es el cine que necesitamos en España y el que me hace vibrar de emoción. Y eso está por encima de cualquiera de sus peros. 

2 comentarios:

Periko dijo...

Se agoto la cantera "Al Salir de Clase" y ahora van a explotar la mina de "Muchachada Nui" hasta que no quede ni un canto rodado...en fin, no me gustaria ser actor en este pais, la verdad.
Con respecto a la pelicula, no la he visto. Decidi no ver mas cine de este señor que tanto se arrima a los politicos. Podra seguir jugando a ser el "niño malo" del cine español y vender esa etiqueta de "transgresor", pero conmigo que no cuente. A mi no me engaña.

Pedro José Tena dijo...

Yo no tengo problemas con que los chicos de Muchachada Nui hagan cine, porque son actores, da igual de dónde vengan. Y en cuanto a Álex de la Iglesia, no creo que esté jugando a nada ni que intente vender ninguna etiqueta: hace un cine distinto al que hace cualquier otro director en nuestro país y en ese sentido no creo que esté engañando a nadie. Y si por arrimarse a los políticos consigue reunir dinero para levantar una película como esta, tan atrevida y enérgica, que se arrime todo lo que quiera. Por mí encantado.