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26 dic 2010

'Los Bárbaros'

(The Barbarians. Ruggero Deodato. Estados Unidos / Italia. 1987. 82 minutos) Los ochenta fueron años de músculos y pelazos, como se encargaban de demostrarnos las carátulas de nuestras películas y nuestros videojuegos favoritos, una época en la que un par de mastodontes como David y Peter Paul, dos gemelos con más músculos que talento, podían hacer carrera en el mundo del espectáculo. Así pensaron ellos y así debió pensar alguien en la Cannon cuando la productora decidió apostar cuatro millones de dólares (según IMDb.com) para mandarlos a Italia a rodar una explotación tardía de Conan el bárbaro (Conan the barbarian. John Milius, 1982) a manos de nada menos que Ruggero Deodato (famoso sobre todo por Holocausto caníbal). De la música se encargaría el popular Pino Donaggio y en el reparto encontraríamos a bellezas como Virginia Bryant y Eva La Rue junto a dos de los villanos más feos y caristmáticos de la historia del cine de Serie B: Michael Berryman y Richard Lynch (incluso había un pequeño papel para uno de los iconos del fantástico italiano: George Eastman). Todo parecía dispuesto para que la película fuera un éxito y los hermanos Paul, conocidos como The Barbarian Brothers, se convirtieran en estrellas del cine de bajo presupuesto. Sin embargo, la cinta fue un fracaso comercial que relegó a los gemelos al mercado del vídeo con varios títulos que explotaban tanto su fuerza bruta como su dudosa vis cómica, siendo su papel más conocido por el gran público, y muy irónicamente, ya que sólo lo conocen los que revisaran el DVD o hayan curioseado en internet al respecto, el que desarrollaron como The Hun Brothers en una de las escenas eliminadas de Asesinos natos (Natural Born Killers. Oliver Stone, 1994).

LO MEJOR: Sus momentos de humor cazurro.
LO PEOR: Es menos divertida de lo que podría parecer.
Los Bárbaros cuenta la historia de Kutchek y Gore, dos huérfanos que son acogidos por una tribu de nómadas artistas. La reina de la tribu, Canary, posee un rubí que le otorga fuerza sobrehumana y que es codiciado por el malvado Kadar, quien también desea poseer a Canary. Cuando este consigue secuestrar a la reina, descubre que el rubí ha sido escondido en el lago donde habita un dragón. Se adueña de Canary como esclava y envía a los gemelos al Foso, un lugar donde les castigan y son separados, convirtiéndoles en bárbaros con una fuerza descomunal y muy poca luces: una combinación letal con la que Kadar acabará probando su propia medicina años más tarde... Con una violencia en ocasiones abundante que se contrapone por momentos a la inocencia de su guión, Los Bárbaros transcurre a medio camino entre la comedia cazurra con personajes antagónicos (los gemelos tienen caracteres similares, pero aún así se suelen enfrentar por detalles absurdos igual que lo harían dos críos pequeños) y la aventura clásica de Espada y Brujería, especialmente durante la última media hora, en la que los elementos fantásticos se acentúan y comienzan a aparecer criaturas monstruosas: seres lupinos escondidos en una cueva, anfibios que custodian el lago donde está el rubí y finalmente un dragón de chichinabo que más bien parece una serpiente con cabeza mecánica retráctil. Como relato de aventuras la película no transcurre con la fluidez que debería (sobre todo en los minutos que preceden al clímax final, en los que aparece de repente una nueva subtrama en la que la tribu de los nómadas tiene que encontrar a su nueva reina), pero como apología del músculo y la fuerza bruta no tiene desperdicio: ahí tienen a los gemelos rebuznando cada vez que se ríen o se excitan al ver a mujeres desnudas, o huyendo de un ahorcamiento mediante la sutil técnica de hinchar el cuello hasta que la soga que le rodea estalle al no aguantar la presión. Si todavía tienen la capacidad de emular a ese crío de doce años que babeaba cuando pasaban esta película los domingos por la tarde en Tele 5, quizá pasen un buen rato. Eso sí, les advierto algo: es menos divertida de lo que probablemente recuerdan, también más digerible (pero con menos encanto, quizá) que Ator y similares, pero como reformulación paródica del subgénero no le llega a la suela de los zapatos a esa joya que es Deathstalker II (Jim Wynorski, 1987). 


  

2 comentarios:

Borja dijo...

Yo lo que recuerdo mejor de esta basura, es lo terriblemente lerdos y payasos que parecían los dos gemelos. Y el rubí en el ombligo de la chica...pensaba que era absurdo¿no se le cae?
En fin, da lo mismo....dame Deathstalker2 y llámame tonto.

Pedro José Tena dijo...

Sí, la inteligencia no es una de las grandes bazas ni de la película ni de los Barbarian Brothers. Pero ahí está la gracia. No es una película que se ría conscientemente del subgénero, como Deathstalker II, sino una película más del subgénero bastante inconsciente de la que uno se puede reír.