Buscador

22 abr 2011

En Serie: La saga 'Scream'


A mediados de los noventa, el cine de terror se hallaba en uno de sus peores momentos: apenas se estrenaban películas del género en los cines y, cuando llegaba alguna, se trataba de algún producto mediocre distribuido para rellenar cartelera o de alguna cinta descafeinada concebida para agradar al mayor número posible de espectadores y no ofender a nadie. Los vítores con los que fue recibida Jóvenes y brujas supusieron un toque de atención para los productores de Hollywood: quizá el público adolescente estaba esperando la oportunidad de descubrir a nuevos psicópatas y de disfrutar de cintas de terror teenager que no fueran secuelas tardías de éxitos lejanos y que, más importante, no les trataran como tontos. Antes de que Jóvenes y brujas llegara a las pantallas ya se estaba gestando la cinta que marcaría un punto y aparte en la industria del cine en cuanto a terror se refiere: un guión escrito por un tal Kevin Williamson y titulado Scary Movie había sido adquirido por los hermanos Weinstein y estaba siendo filmado por una leyenda viva del género que se encontraba de capa caída, Wes Craven. En diciembre de 1996 (en España tuvimos que esperar hasta abril de 1997), la película se estrenaba con el nombre de Scream y revitalizaba un subgénero, el terror adolescente, que ansiaba sangre nueva. Con la cuarta entrega de la serie en las salas, es un buen momento para repasar lo que ha sido esta saga. Aléjense de las máscaras de carnaval, no cojan el teléfono y prepárense para gritar. 

LO MEJOR: El magistral prólogo.
LO PEOR: Los excesos de verborrea made
in Kevin Williamson.
Scream - Vigila quién llama (Scream. Wes Craven. Estados Unidos. 1996. 111 minutos) Una misteriosa voz al otro lado del teléfono pregunta "¿Cuál es tu película de terror favorita?". Sidney Prescott (Neve Campbell) ha vivido una historia de terror real: su madre fue asesinada un año atrás y ahora alguien, coincidiendo con el aniversario de tan trágico acontecimiento, está intentando acabar también con ella... En el momento de su estreno, Scream llegaba con la promesa de ser una revolución en el género, la película que reverdecería el interés por el cine de asesinos en serie en clave juvenil. Y así fue, aunque con un matiz importante: si hasta entonces los éxitos del terror habían seguido una fórmula inalterable, llena de lugares comunes que debían ser respetados para que el público fiel se sintiera cómodo con la propuesta, después de Scream se apreció una clara tendencia hacia el metalenguaje, la autoparodia y la ironía galopante, como quedaría patente en divertimentos posteriores como Sé lo que hicisteis el último verano (I know what you did last summer. Jim Gillespie, 1997) o Leyenda urbana (Urban legend. Jamie Blanks, 1998), aunque ninguno llegaría a los niveles de sofisticación del largometraje de Wes Craven. El guión de Kevin Williamson estaba lleno de tópicos, pero se permitía el lujo de reflexionar sobre ellos en lugar de simplemente explotarlos, cuestionando las reglas del género y dejándolas en evidencia al mismo tiempo que las respetaba casi con religiosidad. Quizá su mayor valía resida en que funciona en ambos términos: como thriller de terror, lleno de asesinatos espectaculares, falsos culpables, giros de guión y suspense de alta tensión, la película es totalmente válida y aún hoy conseguiría asustar y poner nervioso a quien no la hubiera visto todavía; pero como ejercicio referencial, como juguete posmoderno y summa de todo lo que nos gusta del slasher (salvo las tetas, que aquí no se ven por ningún lado aunque se hable de ellas), Scream resulta más eficaz aún, ya que presenta un caudal de guiños para el fan veterano del terror que amplifican el placer del visionado, además de potenciar la sensación de estar ante un regalo en forma de película, un premio inesperado para los que en la época en la que se estrenó la cinta ya andaban hastiados de tanta repetición y no podían soñar con que alguien, y menos con el responsable de clásicos como Las colinas tienen ojos (The hills have eyes. 1977) y Pesadilla en Elm Street (A nightmare on Elm Street. 1984) tras las cámaras, se atrevería a poner patas arriba los resortes del género que un día amaron y del que ya comenzaban a aburrirse. Scream, vista hoy, y a tenor de lo mucho que fue explotada y parodiada a continuación (cuando en realidad ya era una parodia en sí misma), puede parecer anticuada o falta de gracia, especialmente porque los mismos diálogos escritos por Kevin Williamson que nos parecieron chispeantes en ese instante ahora nos pueden resultar algo cargantes, pero hagan la prueba: pónganle la cinta a alguien que, por lo que sea, aún no la haya visto y ya me dirán si sigue funcionando como película de terror o no



LO MEJOR: La tensa secuencia del coche.
LO PEOR: El momento en el que se descu-
bre el pastel y nos da la bajona.
Scream 2 (Scream 2. Wes Craven. Estados Unidos. 1997. 120 minutos) Los supervivientes de la primera película han abandonado su Woodsboro natal y ahora se reencuentran en la Universidad donde estudia Sidney, después de que tras el estreno de Puñalada, cinta basada en el libro que escribió Gale Weathers (Courteney Cox) sobre los asesinatos ocurridos en la anterior entrega, vuelvan a aparecer cadáveres a manos de alguien que pretende seguir los pasos de Ghostface. En una escena de la película, Randy (Jamie Kennedy) expone que todas las secuelas deben seguir una serie de normas, entre ellas que debe haber más asesinatos que en la primera parte y que las escenas deben ser más elaboradas. Con esa sentencia en el guión de Kevin Williamson, a Wes Craven no le quedó más remedio que intentar hacer una secuela más terrorífica, más sangrienta y más espectacular. No se puede decir que consiga lo primero, ya que el factor sorpresa se ha esfumado y la fórmula para crear suspense se repite sin alteraciones (llamada/acoso/asesinato), pero sí estamos ante una secuela más grande y ambiciosa que la anterior, con más escenas de terror y más posibles asesinos. Aunque esta vez el guión queda en evidencia en varias ocasiones por culpa de su interés en repetir el esquema que tan bien funcionó en Scream. Así, la necesidad de contar con un prólogo impactante que estuviera a la altura de la secuencia que abría la saga, y que casi puede ser considerada la mejor de toda la serie, obliga a introducir otra escena de presentación en la que mueren unos personajes que no tienen nada que ver con el resto y en la que ya queda claro que todo va a ser más exagerado, más grandilocuente y teatral, pero lo cierto es que no llega a superar el impacto de la set-piece protagonizada por Drew Barrymore. También fracasa en el clímax, o más concretamente cuando se descubre quién (o quiénes) está(n) detrás de la nueva masacre y el porqué, tirando por tierra la simplicidad de la que se hablaba en la primera parte y desvelando una mayor torpeza a la hora de jugar al despiste con el espectador, ya que da la sensación de ser una solución de última hora y no algo tan premeditado como había ocurrido en la cinta previa. De hecho, lo que ocurrió realmente debió andar por ahí: una versión del guión inicial fue filtrada y Williamson se vio obligado a escribir varios finales distintos, con diferentes asesinos, así que las motivaciones finales que se presentan resultan menos satisfactorias y creíbles, más caprichosas que deliberadas. Aún así, Scream 2 es una buena secuela, está filmada con energía y sentido del humor, aunque a veces se pierda en sus intenciones de ser el slasher definitivo



LO MEJOR: La ambientación hollywoodiense
y los (falsos) elementos sobrenaturales.
LO PEOR: El evidente desgaste de Ghostface.
Scream 3 (Scream 3. Wes Craven. Estados Unidos. 2000. 116 minutos) Para esconderse de posibles nuevos aspirantes a psicópatas enmascarados, Sidney vive alejada en el campo bajo una identidad falsa y sólo tiene contacto directo con su padre. Cuando Cotton Weary (Liev Schreiber) es atacado por alguien disfrazado de Ghostface, que además pretende asesinar a los que participan en el rodaje de Puñalada 3, dejando una foto de una joven Maureen Prescott (la madre de Sidney) sobre cada cadáver, la joven no tiene más remedio que reunirse (otra vez) con Gale Weathers y el ex-sheriff Dewey (David Arquette) para enfrentarse a la nueva amenaza. Injustamente vilipendiada en su momento, quizá porque el entonces respetado Kevin Williamson había sido sustituido en el guión por Ehren Kruger, Scream 3 es una película que podemos reivindicar, no con mucho entusiasmo pero sí con motivos suficientes como para que deje de ser considerada un fracaso total o una película cualitativamente demasiado alejada de los logros de las dos primeras. Es cierto que en ella ya se aprecia un evidente desgaste de la fórmula y que la figura de Ghostface ya no resulta tan amenazante (sólo cinco meses después se estrenaría Scary Movie y convertiría al personaje, ya oficialmente, en motivo de risa), pero el hecho de estar ambientada en Hollywood le aporta un aliciente extra, al transcurrir parte de sus escenas en réplicas de los escenarios donde sucedieron los hechos de la primera parte. Además, y aunque finalmente se desvele como un truco de guión, aparecen elementos sobrenaturales que le sientan bien a un argumento que gira en torno al pasado de Sidney y de los fantasmas que arrastra. Lo malo es que el final, una vez más, vuelve a estar cogido con pinzas y la identidad del asesino resulta otra vez relativamente decepcionante, algo de lo que muy probablemente tiene la culpa el hecho de que el guión no estuviera finalizado cuando comenzaron a rodar y Kruger tuviera que escribir varios finales y reescribir diálogos y situaciones a marchas forzadas. Algo de este caos queda reflejado en la cinta, así como la desgana de algunos de sus responsables: Wes Craven aceptó dirigir la película a cambio de que Miramax le dejara dirigir antes el drama Música del corazón (Music of the heart. 1999), algo que queda patente en la poca fuerza con la que filma algunos de los asesinatos en comparación con las dos entregas previas, mientras que Neve Campbell, que andaba ocupada buscando otros retos interpretativos, firmó un contrato según el cual no estaría en el set de rodaje más de veinte días (lo cual explica que aparezca menos y que, sorprendentemente, buena parte del clímax final transcurra sin su presencia). Con esta película pensaban que cumplían y que se podrían deshacer de Ghostface para siempre, pero ignoraban que once años después sus carreras no habrían tomado el rumbo que ellos quisieran y que aceptarían un tardío Scream 4...



LO MEJOR: Consigue despistarnos y es
capaz de crear momentos de alta tensión.
LO PEOR: Que el público joven le dé la
espalda por desconocer la trilogía original.
Scream 4 (Scream 4. Wes Craven. Estados Unidos. 2011. 111 minutos) ... y entonces ocurrió lo inesperado: Scream 4 es la mejor secuela de toda la serie, una divertidísima, tensa y sangrienta película de terror que insufla vida a una saga que parecía muerta y enterrada y que vuelve a relucir como no lo hacía desde su primera parte. El argumento es tan sencillo que casi da cosica escribirlo: Sidney Prescott ha triunfado como escritora de libros de autoayuda y, como parte de la gira promocional, regresa a Woodsboro coincidiendo con el aniversario de la primera matanza a la que sobrevivió. Dewey es ahora el Sheriff y vive con su esposa Gale, quien no es capaz de relanzar su carrera como periodista mediática. Nada más pisar su pueblo natal, Sidney ve cómo se vuelve a desencadenar una matanza...  Y así, con esa premisa tan rutinaria que hacía temer lo peor, como que estuviéramos simplemente ante un intento desesperado por parte de su director, su guionista (otra vez Kevin Williamson, aunque al parecer Ehren Kruger también ha reescrito algunas líneas) y sus protagonistas de volver a tener un éxito en sus carreras, comienza un festival de sustos, gore (es la más explícita de la saga en ese sentido), asesinatos y humor negro, ahora con el leitmotiv de los reboots y los remakes y con las redes sociales en el punto de mira. Y lo mejor de todo es que, aunque parezca una mera estrategia comercial que pasa por la renovación de reparto, aportando un cambio generacional en forma de nuevos rostros adolescentes (entre los que destacan por varios motivos Hayden Panettiere, Rory Culkin y Emma Roberts), el verdadero mensaje de la película es el siguiente: "Respeta siempre al original". Así, el número de autoreferencias aumenta y también posibilita que los giros de guión sean más insospechados, por cuanto consiguen dar la vuelta a conceptos ya manejados con anterioridad y que aquí son llevados a nuevos territorios. Además, el final resulta sorprendente y emocionante, algo que supone una novedad para la saga (ya que los finales de las entregas dos y tres eran francamente decepcionantes) y casi para la filmografía de Wes Craven, puesto que todos conocemos su tendencia a estropear los logros de algunas de sus películas por culpa de tramos finales demasiado exagerados o que rompen con el tono del metraje anterior. Aunque aquí también se produzca (y no puedo decir mucho más sin desvelar nada), esa rotura tonal y ese final paroxístico resultan por una vez apropiados y sirven como colofón perfecto para una película vibrante  a la que, aparte de algún bajón de ritmo y de durar algunos minutos más de lo necesario, sólo se le puede reprochar el hecho de no haber llegado antes

7 comentarios:

Periko dijo...

En los ultimos dias he pasado de la indiferencia total y el escepticismo hacia esta secuela, a tener unas ganas locas de verla. Y ya de paso volver a ver las tres primeras. Scream3 fue la que menos me gusto, demasiado "light" y con un final para nada convincente.

Pedro José Tena dijo...

Pues ya nos dirás, Periko. No creo que esta te parezca tan light como la 3, ya verás...

Periko dijo...

Acabo de ver estos dias la 1 y la 2...hoy toca la 3. La saga Scream me sigue pareciendo muy light, por no hablar de que entre tanta actriz jamona no salga ni una teta.
Lo veo un terror muy para todos los publicos, el Ghosface da pena de como lo muelen a palos continuamente y en fin no impone...mata sin demasiado entusiasmo ¿no crees? Jejeje

Pedro José Tena dijo...

Eso de las tetas (o, mejor dicho, la falta de ellas) es muy característico de finales de los 90, cuando el terror perdió el erotismo para llegar al máximo número posible de espectadores adolescentes ("las hormonas revolucionadas ya las llevan ellos de casa", debían pensar los productores). Y tienes razón en lo que dices sobre Ghostface, pero es que tiene su lógica: quien se esconde tras la máscara en cada peli suele ser bastante mierda y torpe. Eso de que le muelan a palos lo aprovecharon bien en la saga Scary Movie.

Periko dijo...

Scream4 sube la media de la saga.
El doble final es de lo mejor de las cuatro peliculas. Me ha gustado mucho, si señor. La verdad no lo esperaba.

Pedro José Tena dijo...

Hombre, Periki, me alegra mucho leer tu opinión. Has visto que no exageraba y que realmente esta cuarta parte es la mejor secuela de la saga y resulta de lo más disfrutable. Contra todo pronóstico, nos ha sorprendido a muchos y me tranquiliza saber que, pese a tus reticencias iniciales, no me equivocaba al pensar que te podría gustar. Si hacen la 5ª ya cuentan conmigo, desde luego.

Pedro José Tena dijo...

Periko, has de saber que te he llamado "Periki" por error al escribir. Mis disculpas. ;)