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5 abr 2011

En Serie: Trilogía 'Darkman'


A finales de los años ochenta, Sam Raimi ansiaba hacer una adaptación al cine de uno de sus héroes de cómic favoritos: The Shadow. Incapaz de hacerse con los derechos del personaje (finalmente sería Russell Mulcahy quien se llevara el gato al agua con la fracasada adaptación de 1994), Raimi y su hermano Ivan crearon un héroe estéticamente similar y que guardaba también concomitancias con El fantasma de la Ópera de Gaston Leroux. Con la buena reputación que se habían ganado con Posesión infernal (The Evil Dead. 1981) y Terroríficamente muertos (Evil Dead II. 1987), Sam Raimi y el productor Robert Tapert consiguieron venderle la idea a Universal Pictures y, de este modo, lograron trabajar por primera vez con un gran estudio de Hollywood, aunque con un presupuesto todavía moderado y con algunas imposiciones: el director quería al protagonista de sus anteriores películas, Bruce Campbell, para que hiciera de Darkman, pero la Universal se negó e impuso a Liam Neeson ya que le consideraban más capaz de hacer creíble el amplio abanico de estados de ánimo por los que pasa el personaje durante la historia (aún así, Campbell filmó un cameo importante en uno de los mejores momentos del film). Darkman constituyó un éxito aceptable, recaudando casi 50 millones de dólares alrededor del mundo y obteniendo premios como el de Mejor Director y Mejores Efectos Especiales en el Festival de Sitges de 1990. Aunque no se llegó a rodar una serie de televisión de la que supuestamente se habló en su momento, sí que se filmaron dos secuelas estrenadas directamente en vídeo de las que daremos también cuenta en este artículo. 

LO MEJOR: Su espíritu anacrónico y su
capacidad para mezclar géneros.
LO PEOR: Que el papel principal no lo
hiciera Bruce Campbell.
Darkman (Darkman. Sam Raimi. Estados Unidos. 1990. 91 minutos) Peyton Westlake (Liam Neeson) es un científico especializado en el tratamiento de la piel sintética para aplicarla personas que han sufrido quemaduras u otros accidentes cutáneos. Al negarse a vender el edificio donde tiene alojado su laboratorio, un magnate inmobiliario envía a una banda de sicarios liderados por Robert G. Durant (Larry Drake) para darle un escarmiento. Como resultado del ataque, el laboratorio de Westlake vuela por los aires y este es dado por muerto, dejando sola a su desconsolada prometida, Julie Hastings (Frances McDormand). Lo que ninguno sabe es que Westlake ha sobrevivido y que ahora, bajo la identidad mutante de Darkman y gracias a sus conocimientos científicos, preparará su venganza e intentará recuperar a su amor. Con esta premisa quedaban claras las intenciones de Raimi: remitir al horror clásico y al folletín, mezclándolos con elementos de ciencia-ficción y del cine de acción, consiguiendo una mezcla sublime en la que no falta la adrenalina visual del director ni su pasión por el slapstick, con momentos de humor macabro y puro circo. Raimi disfruta con el material que tiene entre manos y se nota, hasta tal punto que podríamos decir que se trata de su mejor película, por cuanto tiene de afortunado resumen de sus mejores hallazgos y porque es todavía una obra fresca, enérgica y valiente, lejos del adocenamiento al que se verían sometidos algunos de sus siguientes trabajos. Las explosiones de furia descontrolada que sufre Westlake están reflejadas con un acierto total por parte del director, subrayando unas interpretaciones notables y un guión simple y eficaz en el que también intervino Chuck Pfarrer, poco después firmante del libreto de la explosiva Blanco humano (Hard target. John Woo, 1993). La música de Danny Elfman enfatiza los momentos cumbre con maestría y nos conquista desde los créditos iniciales. Y en cuanto a los efectos especiales, tanto los de maquillaje como los visuales, llenos de sangre los primeros y de transparencias imposibles los segundos, potencian la sensación de estar ante la Serie B perfecta, la película con la que sueñan los que no se deciden entre el terror y la acción cuando tienen que elegir su género favorito.  



LO MEJOR: Arnold Vosloo es un actor
competente.
LO PEOR: Parece una versión descafei-
nada de la primera parte.
Darkman II: El regreso de Durant (Darkman II: The return of Durant. Bradford May. Estados Unidos. 1995. 89 minutos) Teniendo en cuenta la manera en la que acaba el primer Darkman y el hecho de que sea un personaje que tiene el rostro quemado y que puede fabricarse máscaras con las facciones de cualquier persona, el obligado cambio de protagonista (de Liam Neeson a Arnold Vosloo) no podría estar resuelto argumentalmente de peor manera. Ya que Peyton Westlake había optado por dejar de usar su rostro de siempre, es absurdo que aquí se nos presente un prólogo en el que se reutilizan planos de la primera parte con insertos en los que aparece el personaje con la cara de Vosloo en lugar de con la de Neeson, intentando hacernos creer que Westlake siempre tuvo el aspecto del actor de reemplazo en lugar del original. Esto ya demuestra lo chapucera que es Darkman II desde los primeros minutos. Ni siquiera se esforzaron en el argumento: Durant no murió, sino que entró en coma y tras su recuperación, más de dos años después, ha decidido que quiere volver a ser el rey del hampa. Pero como las cosas han cambiado y hay demasiada competencia, piensa que debe resultar innovador. ¿Cómo? Pues sacando de un manicomio a un peligroso científico que estaba construyendo un arma láser. Además, como manda la tradición, se pone cabezón por hacerse propietario de un laboratorio y acaba matando a su dueño, un craso error teniendo en cuenta que éste se había hecho socio de Westlake para investigar juntos la piel sintética y, gracias a ello, el héroe vuelve a ponerse tras la pista del villano repelente. La película es un horror, con una factura televisiva desvaída, un guión perezoso y reiterativo a más no poder y escasísimas escenas de acción. Se salvan si acaso sus acercamientos a la ciencia-ficción gracias a la excusa de la super-arma, pero poco más.



LO MEJOR: Sus momentos inesperados
de humor involuntario.
LO PEOR: Que no hicieran una cuarta
parte y siguieran por ese camino.
Darkman III: El Desafío (Darkman III: Die Darkman die. Bradford May. Estados Unidos. 1996. 83 minutos) Admitámoslo: no era fácil superar o siquiera igualar lo conseguido por Sam Raimi en la primera parte de esta trilogía, pero casi tan complicado como eso era coger a un personaje tan interesante y llevar a cabo una película tan pocha como Darkman II. Contra todo pronóstico, teniendo en cuenta que ésta también la dirige Bradford May, resulta que Darkman III recupera algo del brío original y no se limita a copiar casi al pie de la letra el argumento de la primera parte. Y eso que empieza igual de mal: con un prólogo donde ya se mezclan escenas de las dos primeras partes con otras de esta tercera que aún no hemos podido ver. Durant esta vez está muerto de verdad, y ahora es Peter Rooker (Jeff Fahey) quien se encarga de hacer el mal. Y además sabe tocar el piano. Al pobre Peyton, que cada vez se mezcla más con la gente y parece no tener muy en cuenta el límite de 99 minutos que dura la piel sintética (salvo cuando esto le viene bien al guión), le engañan como a un niño: se le aparece una rubia y le dice que es una de las doctoras que le atendió en el hospital y que quiere ayudarle a restaurar su sistema nervioso. En realidad es la amante de Rooker y lo que se proponen es tomar una muestra del ADN de Westlake para inyectárselo a delincuentes y convertirlos en insensibles máquinas de matar sin dos dedos de frente (¡!). El argumento es muy chorra, sí, pero eso ayuda a que la película sea moderadamente disfrutable. También hay que destacar que hay mejores y más abundantes escenas de acción que en la segunda parte (aunque el especialista que dobla a Darkman parece que tiene artrosis en algunos momentos) y que hay instantes de humor involuntario como aquel en el que, celebrando el cumpleaños del malo, suena la canción de Oficial y Caballero (An officer and a gentleman. Taylor Hackford, 1982) y la esposa dice "esta canción me recuerda a nuestra boda", o aquella escena en la que Darkman está viendo la tele y aparece un anuncio del parque de atracciones de la Universal (barriendo para casa). También da un poco de risa la manera en la que intentan introducir un elemento dramático con calzador: Darkman se da cuenta de que el villano no le da buena vida a su mujer y a su hija, así que decide hacerse pasar por él para convertirse en un buen esposo y un buen padre... Si es que en el fondo, el pobre hombre es buena gente, aunque tenga mala leche y sea así de feo.

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