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26 sept 2011

'La Caja 507'

(La caja 507. Enrique Urbizu. España. 2002. 104 minutos) Tras su regreso a la comedia con Cómo ser infeliz y disfrutarlo (1994) y Cuernos de mujer (1995) y el acercamiento genérico que supuso Cachito (1996), Enrique Urbizu se unió al guionista Michel Gaztambide para regresar al terreno que ya había pisado con Todo por la pasta (1991), si bien los once años que transcurrieron entre una y otra las sitúan en contextos bien distintos. Por un lado, hay que tener muy en cuenta que el cine español había gozado de una evolución notable en cuanto a calidad y diversidad. En 2002, año en el que se estrena la película que nos ocupa, ya se han sentado las bases que permiten a los directores nacionales presentar largometrajes que no necesitan de coartadas sociales, humorísticas o históricas para adentrarse en los confines de los géneros más puros, siendo posible que aparezcan cintas de terror, de suspense o policíacas narradas con tono serio y, sobre todo, creíble. Años atrás, que un personaje llamado Modesto Pardo (Antonio Resines) se convirtiera en el héroe de un complicado entramado de corrupción, especulación y asesinatos resultaba increíble. Ahora menos. Y eso supone todo un logro para nuestros creadores cinematográficos, algo que les permite abordar un nuevo tipo de cine imposible de practicar con total entrega hace unos años, principalmente porque no resultaba creíble para el público ni para los propios guionistas. Es por eso que esta película no habría sido viable una década antes

LO MEJOR: Sus dos protagonistas están impecables.
LO PEOR: La trama se dispersa en ocasiones.
Por otro lado, La caja 507 nos presenta también a un Urbizu con las ideas más claras y un mayor pulso narrativo, alguien interesado en contar una historia seca, áspera, que juega las reglas del thriller desde un punto de vista dramático, pausado y serio, muy alejado de esa (a veces involuntaria) mezcla de humor y tiroteos sangrientos que daba forma a su anterior aproximación al género. No hay aquí asideros emocionales que aligeren un poco la carga trágica al espectador, ni alivios cómicos o siquiera escenas de acción que permitan la recreación del respetable en el espectáculo de la violencia fílmica. Y eso podría ser un problema (especialmente para espectadores como un servidor, siempre dispuesto al puro entretenimiento por encima de cualquier cualidad artística), de no ser por la solidez con la que los actores desarrollan sus papeles (incluso Goya Toledo, que normalmente me parece bastante floja). José Coronado se quita de encima el sambenito que lleva arrastrando desde el principio de su carrera, siendo siempre considerado un actor pésimo y más popular por sus apariciones televisivas que por sus grandes papeles. Aquí, en cambio, resulta imponente como esa especie de Terminator implacable capaz de acabar con todos los huéspedes de una habitación sin pestañear. Antonio Resines, por su parte, otro que también debe cargar con una injusta reputación de mal actor, ejecuta su papel con una frialdad y una determinación que le vienen perfectas al personaje, un tipo normal que, por accidente, se le presenta la oportunidad de vengarse de los responsables de la muerte de su hija producida, aparentemente por accidente, siete años atrás. Ambos refuerzan una película correcta a la que le falta algo de ritmo o de intensidad en algunos pasajes, aquellos en los que comienza a desenmarañarse la madeja de culpables y no deja de complicarse la trama con personajes secundarios de los que se podría haber prescindido. Pero La caja 507 supone, en todo caso, un salto cualitativo con respecto a Todo por la pasta, además de un avance de lo positivo y, sobre todo, lo negativo que nos encontraríamos en el siguiente encuentro Enrique Urbizu/José Coronado: No habrá paz para los malvados (2011).

2 comentarios:

srdani dijo...

Muy buena peli. La compré en dvd en su momento. Tengo unos 1200 y ésta es una de las escasísimas producciones patrias que poseo.
Los dos protas están impecables.
Me permito la libertad de recomendarte 2 comedias protagonizadas por Resines y que pasaron más que desapercibidas: "Dos tipos duros" y "El robo más grande jamás contado". Ambas imperfectas pero sumamente disfrutables.

Pedro José Tena dijo...

'Dos tipos duros' me encanta. La química entre Resines, Vilches y Anaya me parece brutal y es divertidísima. La otra tengo que verla aún. Además, es la única que me falta por ver dirigida por Daniel Monzón y las otras me gustaron (un poco menos 'La caja Kovak', pero también).

Un saludo.